La nostalgia victoriana detrás del Brexit | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Junio de 2016

Por Pablo Uribe Ruan

 

Periodista de EL NUEVO SIGLO

 

En su cuento “franceses e ingleses” G.K Chesterton  dice: “si queremos ser internacionales, primero debemos ser nacionales”,  criticando a los franceses, con el ingenio único y pulsante que lo caracteriza. Sus motivos, sin embargo, pueden ser otros: criticar al imperio británico y su noción  internacional, no cosmopolita del mundo o, al revés, reivindicar lo inglés.

 

 

Lo cierto es que ese imperio en decadencia del que escribía Chesterton ya no existe, aunque  un siglo después hay ingleses que siguen gobernados por la nostalgia victoriana y reviven los viejos tiempos de la reina con iniciativas como el Brexit, que busca la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) mediante un referendo.

 

 

Los proteccionistas

Brexit es un acrónimo inglés entre Britan (Bretaña) y Exit (salida). La palabra es una copia de Grexit, la manera como un grupo de economistas del Citigroup llamó la posible salida de Grecia del bloque europeo. Paradójicamente, esta iniciativa  se volvió realidad gracias a su peor enemigo, el Primer Ministro, David Cameron, quien anunció en las elecciones de 2015 que si ganaba iba celebrar un referendo consultándole al pueblo inglés si quería continuar en la eurozona.

 

En realidad, Cameron no es partidario de celebrar este referendo. Su visión de la economía es ultra liberal. Sigue al pie de la letra la teoría del comercio internacional de Adam Smith, como los conservadores ingleses que, en su mayoría, son liberales en término económicos, a diferencia del resto de políticos europeos que siguen esa tendencia.

 

El proteccionismo es, precisamente, la visión contraria al liberalismo de Cameron y la doctrina que defiende el Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP), precursor del Brexit. De extrema derecha, el UKIP se ha vuelto un incómodo acompañante en el parlamento. Según ellos, desde 1975, cuando el 67% de los votos fueron a favor de permanecer en el bloque europeo, el gobierno no le consultan al pueblo, acorralando a Cameron y obligándolo a celebrar el referendo.

 

El partido liderado por el ultraderechista, Nigel Farage, obtuvo el 27% de los escaños en unas elecciones que tuvieron una abstención del 65%. La soberanía nacional es la base del discurso. Ataca a Bruselas y dice que el proceso de toma de decisiones está supeditado a sus inmodificables órdenes, dejando a un lado el poder soberano del parlamento británico. 

 

Farrage, sin embargo, no es el único que pide la salida del bloque europeo. La mitad de parlamentarios conservadores están a favor y han liderado la campaña Brexit a lo largo de Reino Unido. El actual alcalde de Londres, Boris Johnson, de origen conservador, también comparte la iniciativa y ha tenido duros cruces con Cameron por ello, pese a ser copartidario. Dicen que sería su sucesor en caso de que el Partido Conservador le abriera un juicio político al primer ministro.

 

Todos ellos coinciden, pese a sus diferencias partidistas, que la UE emplea un modelo de corte social demócrata, por la alta influencia que tiene sobre la organización Francia y Alemania. Los ingleses, en su mayoría, no son amigos de la socialdemocracia, salvo una corriente del laborismo liderada por Jeremy Corbyn, político de izquierda,  que ha sido criticado por su “tibia” posición sobre el Brexit.

 

Los partidarios del Brexit argumentan que la UE impone muchas reglas y cobra mucho para estar afiliado al bloque. Este año, por ejemplo, el Reino Unido tendrá que pagar cerca de 12.500 millones de Libra a la UE por afiliación y otras razones, según la BBC.

 

Aparte de los motivos económicos existe una molestia por la política de la libre circulación de ciudadanos, un mandato primordial de la UE,  que consiste en la posibilidad de que un ciudadano europeo pueda vivir en cualquier país del bloque sin necesidad de visa. Los pro Brexit consideran que este es el principal motivo de las alzas en la tasa de desempleo que se mantiene en 5.1%, según la BBC.

 

Se pierde más

Los defensores de Europa en Gran Bretaña llevan meses diciendo que es “una locura” el Brexit. Salirse del bloque puede traer consecuencias negativas en términos políticos, sociales y económicos. Dicen, además, que la campaña a favor se ha basado en peligrosas mentiras sobre el papel que tiene Bruselas para determinar las políticas del país.

 

En un editorial El Financial Times, diario económico, criticó con tenacidad la iniciativa.   “El FT no favorece la adhesión a la moneda única. No tiene ningún sentido económico. Pero actuar fuera del euro es muy diferente de la exclusión voluntaria de la UE, lo que dañaría seriamente la economía del Reino Unido”, dice.

 

Existen varias razones en contra del Brexit. Robin Niblet, director del Chatham House, un reconocido centro de pensamiento en Londres, enuncia las mentiras bajo las cuales se ha basado esta campaña.

 

El primer punto y, quizá el más importante, es el de la autonomía. Los que impulsen el Brexit se escudan en que Gran Bretaña no es soberana y está sujeta a los lineamientos de Bruselas. Sin embargo, pierden de vista que el parlamento inglés dirige, con total autonomía, la salud, la educación, la política monetaria y la seguridad fronteriza. También ignoran que el 98 % del gasto público lo maneja el Reino Unido; sólo un ínfima parte la domina la UE.

 

Los opositores al Brexit argumentan, con papel en mano, que la UE la ha traído más beneficios que problemas. Según el Financial Times “el ingreso per capita ha sido el más rápido en el G-7 desde que se unió en 1973, después de haber sido el más lento entre 1950 y 1973”.

 

Al parecer, el nivel de impacto de la política económica internacional de Reino Unido hubiese sido menor. Aunque los defensores del Brexit argumentan que el crecimiento fue inferior al que hubiesen tenido sin los mandatos de la troika, forma como los españoles de Podemos, también anti-EU, llaman a la instituciones del bloque.

 

La melancolía imperialista persiste en la política y a menos de cinco días de una crucial decisión se convierte en la vitamina que alimenta el Brexit. Pero no sólo es  nostalgia, también es odio y temor el otro. Como un fenómeno que está ocurriendo en todo el continente, la extrema derecha señala que los migrantes son los culpables de la falta de empleos.

 

Migrantes, migrantes, es la palabra que cataliza todos los problemas europeos; migrante, si roban; migrante, si no hay empleo; migrante, si violan. No hay evidencia directa que señale que los migrantes le quitan los puestos de trabajo a los ingleses. Por el contrario, ayudan a la revitalizar las economías nacionales, como dice el Informe sobre las Migraciones de la Organización Internacional para la Migración.

 

Gran parte del sector empresarial está a favor de que Reino Unido se mantenga en Europa por las facilidades para mover personas, dinero y productos. Lo cierto es que a los empresarios les molesta la burocracia de Bruselas que le impone regulaciones al comercio. Por eso, están a favor que Reino Unido renegocie, en parte, algunos puntos para permitir el flujo comercial. El punto es: ¿el país podría tener la misma capacidad de negociación estando por fuera de la UE?

 

Consecuencias

En diálogo con EL NUEVO SIGLO, Domitila Sagramoso, profesora de King`s College en Londres, sostuvo que el Brexit tendrá consecuencias sobre la moneda, la migración y los acuerdos de libre comercio a corto, mediano y largo plazo.

 

Según Sagramoso, la libra se mantiene estable pero podría sufrir una devaluación importante, por efecto del Brexit. Además, el centro de financiero, probablemente, “se trasladaría de Londres a Frankfurt o Ginebra”, lo que generaría un éxodo de capitales extranjeros enorme.

 

Otro de los problemas que generaría la posible salida de la UE sería la libre circulación de ciudadanos. “La gente confunde la movilidad de personas con el control. En Schengen no hay control de fronteras, pero no te pueden decir que no puedes entrar como europeo. Ahora sí habría mayor control”, dice Sagramoso, aclarando que Reino Unido no hace parte de la zona Schengen, pero está abierto al flujo de ciudadanos europeos por diferentes tratados firmados con la UE.  

 

La tendencia en las encuestas de la última es a favor del Brexit. “Leaving” (salida) obtiene entre de 51 a 53 sobre “remain” (quedarse). La muerte de la diputada Jo Cox puede variar estos porcentajes. Ella defendía la permanencia en la UE y se demostró, parcialmente, que el hombre que le disparó es un defensor del Brexit de extrema derecha. Lo anterior, sin embargo, son simples especulaciones, y la realidad es que hoy el Reino Unido abandonaría la UE.

 

Esto significa un enorme reto económico para el gobierno británico y la UE. El ministro de Finanzas, George Osborne, advirtió que un triunfo del Brexit obligaría al gobierno adoptar un plan de ajuste de 30.000 millones de Libras. Se contempla un incremento en la renta y mayores cargas fiscales sobre las herencias, patrimonios, alcohol y petróleo. Este plan tiene que pasar por el parlamento quien ha dicho que lo vetará, en especial, los conservadores pro Brexit.

 

La máxima cúpula de la UE, por su parte, se reuniría para abrir una negociación entre el Banco Central Europeo y el de Inglaterra, para encontrar una respuesta que garantice la liquidez del mercado. El periódico The Telegraph, de Londres, especula que Cameron ya tiene lista la estrategia para comunicarle a la UE, en caso de que el Brexit gane, su voluntad de negociación, activando el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que estipula un plazo de dos años de negociaciones.

 

Aparte de la negociación con la UE Cameron tendría, si no lo saca su partido del gobierno, que adoptar un nuevo modelo económico. La profesora Sagramoso dice que ese modelo posiblemente sería parecido al noruego o el suizo. Además de esos dos modelos, en Europa existen otros casos como el de Islandia, Turquía y el denominado “clean break” (negociar TLC bajo lineamientos de la OMC).

 

Noruega tiene un tratado de libre comercio con la EU en agricultura, justicia y relaciones internacionales. Sin embargo, tiene que aplicar las reglas sobre mercados, situación que es el foco de molestias dentro de los partidarios del Brexit. Suiza, igualmente, tiene que seguir aquellas reglas, aunque tiene muchos más TLC (más de 100). En ambos no tendría derecho al voto en la UE, sólo sería un representante. Los otros tres modelos son menos probables que se apliquen.

 

Cameron, mientras que se analiza el modelo, en caso de que el gane el Brexit, estaría contando sus días. Es posible que ocurra una rebelión al interior del Partido Conservador y le hagan un juicio interno, como a Margaret Thatcher en 1990, lo que finalmente le costó 11 años de gobierno y su destitución. Al final los ganadores serían el ultraderechista Nigel Farage y Jhonson, inaugurando la primavera proteccionista de la que Trump y Le Pen hacen parte.