La media y alta Guajira ¿quién controla? | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Mayo de 2015

Por Álvaro Sánchez *

Especial para EL NUEVO SIGLO

En estos días he estado de viaje por el departamento de La Guajira, especialmente en su parte media y alta. Y he podido palpar el cúmulo de problemas de carácter ambiental que enfrenta esta hermosa región de nuestro país, problemas que han venido aumentando a pasos agigantados por la desidia de los gobiernos locales. Veamos algunos de ellos:

El agua potable.Siempre hemos oído decir que Colombia es uno de los países con mayor cantidad de agua dulce en el mundo. De hecho en los análisis de la década de los 70 nuestro país figuraba en el tercer lugar del planeta en un ranking de agua dulce por kilómetro cuadrado de superficie y en un honroso segundo lugar en volumen de agua potable por habitante, excluidos claro está los casquetes polares. Hoy por hoy Colombia figura en el noveno lugar en el primer ranking y en el décimo segundo en el segundo. Lo anterior es muy lejano para los habitantes de esta región que, a la fecha, cumple seis meses sin que haya caído tan siquiera una ligera llovizna en ella.

Si en estas tierras no existen, entonces, posibilidades de recoger aguas lluvias, muchísimo menos se cuenta con aguas superficiales o subterráneas, dado que se trata de un territorio de características de desierto. Esto nos deja únicamente posibilidades de consecución de aguas marinas, las cuales requieren de costosos procesos de desalinización para ser aptas para el consumo humano. El problema radica en que estas plantas son de precios muy elevados y, por lo tanto, comunidades extremadamente pobres no pueden acceder a ellas. Aún las tres que han sido instaladas por las Empresas Públicas de Medellín y por el Gobierno nacional están fuera de servicio por falta de un adecuado mantenimiento, el mismo que no se da por falta de recursos.

El aprovisionamiento de agua de esta región depende, entonces, de agua traída en carrotanques o en empaques plásticos. En el primer caso es muy difícil mantener calidades de potabilidad del agua y, en el segundo, los costos son exageradamente elevados y el problema ambiental que se genera con los residuos es inmanejable. No deja de ser una ironía que esto ocurra a pocos kilómetros de una de las mayores despensas de agua de nuestro país, como es la Sierra Nevada de Santa Marta

Para empeorar el panorama tenemos que mirar con cuidado el tema del calentamiento global, el cual aumenta las variaciones extremas del clima impidiendo el almacenamiento de precipitaciones extremas y aumentando los periodos de sequias. Ello y el aumento de la temperatura promedio incrementan también el deterioro de las pocas reservas de agua superficial.

El turismo

Este aspecto, en contraste con el anterior, no depende de la naturaleza sino del manejo que de los recursos hace el ser humano. Y, como es obvio, está mucho peor y en ello influyen diferentes circunstancias como las ausencias de educación, planeación, control efectivo y cálculos sobre la capacidad de carga de los ecosistemas, así como  la improvisación en el manejo y sobre-explotación de los mismos.

Que tristeza produce hacer un recorrido entre el Cabo de la Vela y la preciosa playa del Pilón de azúcar, encontrando una inmensa facilidad para seguir el camino sin hacer más esfuerzo que guiarse por la ‘ruta’ de desechos botados al azar por los turistas que no encuentran ni una sola caneca que los invite a depositarlos allí. Que tristeza produce llegar al refugio natural del Pilón de azúcar y tener que hacer una labor de recolección de paquetes, bolsas, botellas y otros elementos, para poder tener un lugar que permita sentarse a disfrutar del paisaje. Que tristeza ver cómo poco a poco las bellezas naturales de la región van desapareciendo ante los ojos complacientes de los habitantes y de las autoridades locales, regionales y ambientales.

El control

¿En dónde están las autoridades? En varios desplazamientos por la región es notoria la ausencia de las mismas. Ni se encuentra un policía como tampoco se ve presencia de la Corporación Autónoma Regional y mucho menos es posible esperar que alguna autoridad aplique comparendos ambientales a quienes de tal manera destrozan el patrimonio de todos los colombianos.

Se dice en la región que se trata de un territorio Wayuu y que, por lo tanto, se rige por las leyes de ellos. Pero la realidad es que las autoridades indígenas de la zona tampoco muestran un gran interés en ejercer control ambiental. Así las cosas, la conservación de estos ecosistemas depende únicamente de la buena voluntad de los visitantes, buena voluntad que, evidentemente, no es común en la mayoría de ellos.

Un comentario final: la riqueza natural de nuestro país es de todos y su deterioro nos afecta así nosotros no vivamos allí. Por esta razón debemos exigir de las autoridades que ella se preserve y realizar todos los esfuerzos para que éstas se  responsabilicen de lo que les corresponde.

* alsanchez2006@yahoo.es@alvaro080255