MÁS de un año permanecerá fuera del país el tesoro nacional “La Lechuga” una de las joyas religiosas más ricas y hermosas de Hispanoamérica, así como testimonio del barroco en las tierras orfebres.
Hasta este lunes, la reliquia e insignia nacional que resplandece por el verde de sus más de 1.400 esmeraldas, estará la Custodia de la Iglesia de San Ignacio, en su montaje regular como parte de la exposición permanente de la Colección de Arte del Banco de la República exhibida en el Museo de Arte Miguel Urrutia de Bogotá.
Al día siguiente será embalada y asegurada para que comience su periplo por Europa, donde se exhibirá de forma temporal en Lisboa y París, hasta enero de 2018 que volverá al país.
En Lisboa “La Lechuga” se exhibirá en el Museo Nacional de Arte Antiguo de Portugal entre el 20 de junio y el 3 de septiembre de 2017. Y, en París, lo hará junto a otras obras barrocas en la Sala Murillo del Museo del Louvre desde el 19 de septiembre hasta el 3 de enero de 2018, como parte de los intercambios culturales del Año Francia Colombia.
“La lechuga” es un tesoro del arte barroco hecho en la entonces Nueva Granada. Ffue obra del orfebre José Galaz, a quien le tomó siete años terminarla (1700 a 1707). Tiene 1.485 esmeraldas, un zafiro, 13 rubíes, 28 diamantes, 62 perlas barrocas y 168 amatistas. No sólo se le considera una de las joyas religiosas más ricas y hermosas de Hispanoamérica si no que es el testimonio de lo que sucedió con el Barroco en tierra de orfebres, y de cómo éste estilo artístico encontró nuevas dimensiones en un territorio en el que abundaban el oro y las esmeraldas, y en el que estaba aún viva la cultura indígena de los más destacados orfebres del continente.
Durante el siglo XVII y XVIII la orfebrería producida en América alcanzó un alto nivel de elaboración. La mayoría de piezas que se elaboraron durante este periodo tenían un fin religioso y gracias a la riqueza del territorio fue posible la producción de numerosos objetos que fueron trabajados para decorar altares de iglesias que, hasta hoy, sorprenden por su belleza.
Dentro de la cantidad de piezas litúrgicas realizadas en oro y plata durante el periodo colonial, sobresalen las custodias, cuya función era presentar la hostia consagrada a los fieles, haciendo parte del ritual litúrgico y siendo exhibidas en procesión durante la fiesta del Corpus Christi. En América se prefirió elaborarlas en forma circular y con rayos ondulantes, dotándolas de un carácter simbólico en relación al Sol.
El Banco de la República compró esta custodia a los Jesuitas y hoy hace parte de su Colección de Arte que puede visitarse como parte del montaje permanente de la Colección de Arte del Banco de la República en el Museo de Arte Miguel Urrutia –MAMU- de Bogotá, y que junto a la colección del Museo del Oro cuentan la historia de 3.500 años de arte en Colombia.
Esta es la segunda salida del país de esta joya, ya que en 2015 estuvo en España, en donde se exhibió entre marzo y mayo en el Museo del Prado de Madrid, a propósito de la Feria Internacional de Arte de Madrid -ARCO- que ese año contó con Colombia como país invitado de honor.