La justicia de galería | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Julio de 2013

La justicia de galería. La sociedad colombiana se retrata en el modo de entender la justicia, que se convierte en una trampa mortal para algunos a quienes no bien les ha sido reconocida su inocencia, quedan con la mácula infame de la sospecha. Como en su momento le tocó a Don Antonio  Nariño, el precursor de la Independencia, quien vivió más en las mazmorras de las que salió a ocupar los grandes destinos. La justicia de la galería no encarcela, pero mata.

Los inocentes al cadalso. La de Colombia es una sociedad  que, sin que se sepa por cuales razones, condena a inocentes con la misma infamia que absuelve a culpables. No es sino un soplo de opinión teledirigido para llevar al cadalso de la sospecha pública a cualquier ciudadano a quien la justicia ha sometido a escrutinio.

Reivindicado. Pero hay instigadores que persiguen con saña a gentes probas y de reconocida solvencia ética e intelectual, porque temen su presencia en la función pública. Como  Dreyfuss, humillado y encarcelado, también Juan Martín Caicedo Ferrer fue humillado y encarcelado, después, aquel reivindicado y este elegido como  senador y hoy  director ejecutivo de la Cámara Colombiana de Infraestructura con honores. 

Los sacrificados. Las gentes buenas de Caldas han visto sacrificar a sus más importantes hombres de bien como Fernando Londoño Hoyos, el más legítimo sucesor de Álvaro Uribe en los destinos de la Patria y al vigoroso y renovador   líder Luis Alfonso Hoyos, otra expresión del talento y la honestidad nacional; la misma suerte corrió Adriana Gutiérrez Jaramillo, madona de perladas virtudes,  víctima ella también de la politización de la justicia y de la judicialización de la política.

 Qué tiempos aquellos. A escasos 55 días de la atípica elección de gobernador de Caldas varios nombres de ciudadanos se mencionan en los círculos políticos como posibles candidatos para acceder al primer empleo del Departamento y suceder al destituido gobernador Guido Echeverri de un Departamento que como el Valle, hoy en Ley 550, podría terminar como apéndice del Chocó. ¿Qué dirían hoy  nuestros mayores Aquilino y Silvio Villegas, Gilberto Alzate Avendaño, Londoño y Londoño, Mendoza Hoyos, Hernán Jaramillo Ocampo, Ramón Marín Vargas y  Otto Morales Benítez?

La “alpargatocracia”. Carlos Arboleda González es uno de esos posibles candidatos a quien un sector interesado de la “alpargatocracia” caldense cuestiona porque en épocas de bárbaras naciones la justicia investigó y le tocó transitar por la calle de la amargura como “chivo expiatorio” de quienes sí se robaron y bebieron a Caldas. No puede ser que Arboleda cargue con el fardo ignominioso de la sospecha a pesar de lo resuelto por la justicia en su momento.

Frase. “El delito en Colombia es que a uno lo absuelvan”, dijo Gardeazábal en La Luciérnaga del lunes 8 de julio, en defensa del “hijo del mayordomo” Carlos Arboleda González, a quien el Tribunal Superior de Caldas, en su Sala Penal, revocó el auto de detención que le había  dictado una juez y lo sobreseyó definitivamente.