Todavía está fresca en la memoria de los medellinenses la actuación del neófito alcalde de la ‘Bella Villa’ Sergio Fajardo cuando reemplazó a Luis Pérez en ese cargo: relevos tempraneros del recién posesionado alcalde; revisión de toda la contratación (no con “Lupe” sino con lupa), y al final, remisión de todos los hallazgos a las “asustadurías”: Contraloría, Fiscalía y Procuraduría. Consecuencia: más de 75 investigaciones debió afrontar el ex alcalde Pérez Gutiérrez.
Unas voces de alerta. Cuando avanzaba la campaña para las elecciones regionales del 30 de octubre pasado, un grupo de amigos le advirtió al gobernador Ramos Botero que, en vista de que Fajardo se perfilaba rápidamente como su más seguro sucesor en La Alpujarra, debía prepararse con todo porque Sergio, el matemático, no llegaría a administrar sino a auditar.
Fajardo marca distancia. La primera decisión que toma el nuevo gobernador antioqueño consiste en recomendar la suspensión de las obras del polémico Túnel de Oriente, solicitud a la que accedió con velocidad aeronáutica el ministro del Medio Ambiente, más conocido en la picaresca política paisa como “Frank Pearl, el chamán”. La contratación del Túnel fue dejada lista por Ramos con el lleno de los requisitos, según la muy respetable Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos.
Lupa en vez de espejo. En segundo lugar, el gobernador Fajardo abandona el espejo retrovisor, cambiándolo por una enorme lupa para revisar todas y cada una de las actuaciones del mandatario anterior. El nuevo jefe del gobierno maicero remitirá a los organismos de control, acopiados en un ‘Libro blanco’, los documentos suscritos por Ramos.
Un torrente de despidos. En tercer lugar, no han pasado los primeros 30 días de su mandato y ya Fajardo les ha enviado “la carta del ácido” (han sido declarados insubsistentes) a la totalidad de los amigos de Luis Alfredo que soñaban con permanecer en nómina por no haber hecho nada malo.
Un domingo sin ramos. La preocupación no es por el Túnel ni por la falta de agua que se pueda sufrir a consecuencia de la ejecución de la obra. Tampoco es por los contratos, ni mucho menos por la masacre laboral, sino por la poda indiscriminada de la palma emblemática que en la Semana Santa abunda en la procesión dominical, conocida como la palma de ramos. Los expertos vaticinan que el primero de abril no se conseguirá en Antioquia ni un chamizo del frondoso árbol burocrático de la “Casa Ramos”.
El principio del fin. Todo el calvario que ahora vive Ramos comenzó cuando se empecinó tercamente en jugársela por Álvaro Vásquez como candidato a sucederlo, prestándole oídos sordos a la prensa regional, a sus mentores Augusto López, Álvaro Villegas y Jorge Enrique Botero y hasta al joven codirector del conservatismo Lucas Cañas.
Este viacrucis tiene las mismas características del que padeció el ex alcalde Luis Pérez como antecesor de Sergio Fajardo. El viejo refrán dice que quien olvida la historia está condenado a repetirla.