Tanto la Comandancia de las FF.MM. como los planes de campaña del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea se reforman para hacer frente a la mutación táctica de la guerrilla. Aquí las premisas del modus operandi subversivo y la reacción estatal.
LOS ESTRATEGAS en los artes de la guerra tienen muchas premisas. Una de ellas es que en las confrontaciones no siempre pierde el más débil, sino aquel que desconoce más la táctica del enemigo.
Sobre esa base ha estado trabajando el Estado colombiano en los últimos meses: definir de manera muy puntual y detallada cuál es el nuevo plan de guerra de las Farc y cómo la Fuerza Pública debe enfrentarlo.
Al profundizar sobre el nuevo modus operandi guerrillero, los analistas entendieron que ante las victorias tempranas con impacto estratégico del Gobierno nacional, al dar de baja en combate o capturar a importantes cabecillas y mandos medios de la subversión, ésta acudió a lo que se conoce como “guerra híbrida”. Además, las Farc, principalmente, han venido mutando operacionalmente en distintas formas que hacen más difícil su neutralización.
Entendida ya esa estrategia, el Estado procedió a formular las bases de un nuevo plan para reducir a los grupos ilegales.
Según analistas castrenses consultados por EL NUEVO SIGLO, con el nuevo Plan de Guerra, a cargo del Comando General de las Fuerzas Militares, y los Planes de Campaña del Ejército, la Armada Nacional y la Fuerza Aérea no sólo se busca atacar a las Farc y el Eln, sino también a las bandas emergentes al servicio del narcotráfico (‘bacrim’), la delincuencia común y el narcotráfico.
No se trata, en consecuencia, de una estrategia que se limita a lo relativo al conflicto armado, sino que el Plan de Guerra contempla desde medidas para incrementar la seguridad ciudadana hasta cómo garantizar y fortalecer la defensa externa de la nación.
Como el narcotráfico es transversal, es decir que afecta o financia a todas las organizaciones ilegales, la lucha contra este flagelo es clave dentro de toda la estrategia.
También existe un componente relacionado con medidas para incentivar o presionar la desmovilización de combatientes enemigos.
En la nueva estrategia del Comando General de las Fuerzas Militares se busca resultados contundentes, priorizando las operaciones conjuntas que generen impacto estratégico y quiebren la resistencia de la guerrilla, las ‘bacrim’ y el narcotráfico.
Premisas
De acuerdo con la información conocida por EL NUEVO SIGLO, son cuatro retos principales de las Fuerzas Militares para derrotar el terrorismo, subversión, ‘bacrim’, narcotráfico y delincuencia común. También se cuenta en estos planes a la Policía Nacional por trabajo en materia de Inteligencia y combate frontal al narcotráfico.
1.- En el corto y mediano plazo: neutralizar y derrotar militarmente a las Farc, al Eln y demás grupos en el territorio nacional y, en general, a todas las amenazas identificadas para ganar la guerra y conquistar la paz con transparencia y eficacia.
2.- En el corto y mediano plazo: finalizar y completar la modernización y fortalecimiento de las capacidades de las Fuerzas Militares en el nivel estratégico para mantener la capacidad disuasiva y la seguridad nacional.
3.- En el mediano y largo plazo: contribuir a que Colombia haga realidad la visión del país del 2019 para integrar el desarrollo armónico de la nación.
4.- Garantizar en forma permanente el respeto a la dignidad de los hombres y mujeres, mantener y acrecentar la unión, el compromiso, el espíritu combativo y la vocación de victoria de las Fuerzas Militares.
Para estos retos fue necesario rediseñar la estrategia orientada a la consolidación de la seguridad y dar paso simultáneo a los objetivos pertinentes para alcanzar la “prosperidad democrática” de todos los colombianos, según el lema bandera del actual Gobierno.
En la nueva estrategia militar se destacan las operaciones conjuntas que deben fortalecerse y apoyarse, haciendo la mejor contribución con el mayor nivel de alistamiento de los componentes de las Fuerzas Militares.
En materia de Inteligencia y de operaciones, se tendrá como punto de partida para su direccionamiento los preceptos constitucionales y las leyes, las políticas gubernamentales del Ministerio de Defensa y las directivas del Comandante de las FF.MM., empezando por las órdenes impartidas por el Jefe de Estado.
La llamada Acción Integral es punto clave en ese nuevo Plan de Guerra, por cuanto se considera como un factor complementario y vital para la consolidación del éxito alcanzado en las operaciones que permitieron dar de baja a importantes cabecillas como alias Mono Jojoy, jefe militar de las Farc, y alias Cuchillo, máximo cabecilla de la ‘bacrim’ que se autodenominaba “Ejército Popular Anticomunista de Colombia” (Erpac).
También contempla que el uso de la fuerza debe tener un control y unos límites que se convertirán en ventaja. Se afirma que la fuerza solo se empleará cuando sea estrictamente necesaria y con la intensidad necesaria para derrotar a los ilegales, evitando extralimitaciones o abusos que, de darse, traerían como consecuencia la pérdida de legitimidad y confianza de la población en su Fuerza Pública.
Parte fundamental de toda esa estrategia es el respeto absoluto a la Constitución, las leyes, la defensa de los derechos humanos y el acatamiento pleno del Derecho Internacional Humanitario.
Táctica guerrillera
Pero mientras las Fuerzas Militares rediseñan su Plan de Guerra y el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea hacen lo propio con su Plan de Campaña, las Farc y el Eln le echaron mano a la llamada “guerra híbrida” y se reacomodaron para reaccionar a una estrategia militar del Estado que ha dado muchos éxitos en los últimos años.
De acuerdo con los analistas de los servicios de seguridad del Estado, las amenazas en la “guerra híbrida” incorporan un sinnúmero de modos diferentes de la guerra que incluye capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares como las milicias, la retaguardia estratégica, actos terroristas con violencia e intimidación indiscriminada, como viene ocurriendo, en especial, en los departamentos de Cauca, Nariño, Arauca, Córdoba y Meta.
Esa “guerra híbrida” implica que las Farc y el Eln dirigen y coordinan de forma operacional y táctica dentro del espacio de batalla principal, para lograr efectos sinérgicos en el conflicto e incluso acuden al terrorismo psicológico. Al mismo tiempo golpean a los oficiales, suboficiales, soldados y agentes de las Fuerzas Militares y de la Policía con la llamada “guerra política” y “jurídica”.
Por lo mismo, hoy la guerrilla tiene prohibido grandes concentraciones de guerrilleros en un solo campamento, porque así estén selva adentro, terminan siendo fácilmente ubicables por aviones de Inteligencia. Ordenó que los anillos de seguridad de los máximos cabecillas estén muy separados entre sí y que haya ‘campaneros’ a grandes distancias para evitar bombardeos militares sorpresivos, que consideran hoy la mayor amenaza. Igual ordenaron reducir al máximo la comunicación por radioteléfono y celular, por miedo a las interceptaciones. Incluso muchos frentes se han dividido en pequeñas cuadrillas tácticas, que no son compuestas por más de tres o cuatro subversivos, algunos de ellos camuflados en la población civil.
Los analistas afirman que de acuerdo con las capacidades del Estado para enfrentar la amenaza, los grupos ilegales vienen desarrollando conceptos para entender las “nuevas tendencias” en materia de planificación militar y de esta manera abordar otros caminos y estrategias que les permitan sobrevivir.
Por esta razón, la subversión volvió a la táctica de “guerra de guerrillas” y olvidaron la “guerra de movimientos” que les dio resultado en la década de los noventa, al permitirles atacar con un gran número de hombres, armas y artillería pesada (incluso hechiza como los ‘cilindros-bomba’), causando un número significativo de bajas en la Fuerza Pública y secuestrando decenas de uniformados, al tiempo que se apoderaron de importante material de guerra.
De igual manera, en una macabra ‘evolución’ la guerrilla está pasando de instalar las llamadas minas “quiebrapatas”, que solo le volaban una parte del pie a quien las pisaba, a ‘sembrar’ las “minas fantasmas” o “borradores”, que tienen mayor carga y potencia explosiva y son capaces de desintegran el cuerpo de un uniformado o civil que las active.
“Unas minas eran activadas por presión. Es decir que cuando el militar la pisa y acto seguido levanta el pie, hay alivio de presión y se produce la explosión… Pero hay minas más modernas, plásticas y se activan por el sistema de control remoto o, incluso, ahora les incorporaron los teléfonos celulares y solo esperan el momento preciso para hacer una llamada que activa un mecanismo en la mina y se desencadena la explosión, destruyendo todo lo que esté a su alcance”, precisó uno de los investigadores castrenses.
Hoy por hoy las guerrillas mantienen 30 por ciento de sus efectivos armados y el otro 70 por ciento convertido en el aparato político, la llamada “reserva estratégica”, y las milicias “populares” o “bolivarianas”.
Frente a todo ello, los altos mandos militares entendieron la necesidad de introducir nuevos e importantes cambios en el “carácter de la guerra” para evitar la continuidad y el desgaste de un modelo que, si bien fue exitoso en años recientes, requiere ajustes inmediatos y urgentes.
“Ahora las estructuras de las Farc y el Eln son cambiantes, sus estructuras políticas y militares prácticamente se convirtieron en células tácticas y estratégicas, que pueden desaparecer rápidamente luego de una acción terrorista o un combate ligero con ataques de comandos, emboscadas, dispositivos de explosivos improvisados y asesinatos”, señalan los expertos.
Insisten en que la “guerra híbrida” incluye sus formaciones y tácticas irregulares, actos terroristas, incluyendo coerción y violencia indiscriminada, en un esfuerzo para crear desconfianza y zozobra entre la población. De igual manera, la guerrilla busca mayor velocidad y letalidad. Igual están tras de llegar a las ciudades, evitando el enfrentamiento directo con las tropas y buscando la ventaja con ataques sorpresivos.
La visión de Cely
En una de sus últimas entrevistas antes de su relevo esta semana, el ahora ex Comandante de las Fuerzas Militares, almirante Edgar Cely, indicó que ya habían reaccionado a esa “guerra híbrida” de las Farc.
“Nosotros ya tenemos concretas unas decisiones desde el punto de vista operacional y de la parte estratégica, que se están aplicando. Definitivamente sí, ellos (las Farc) se van acomodando y adaptando y le van quitando efectividad a la estrategia y nos ha pasado en muchas oportunidades, esto es cíclico”, precisó.
Agregó el Almirante que las Fuerzas Militares empezaron a modificar su forma operacional y “diría que lo más importante que hay es el compromiso y la actitud de las Fuerzas Militares para combatir a estos terroristas que están haciéndole tanto daño al país, que están cometiendo estos crímenes tan bárbaros”.
De acuerdo con el alto oficial (que ahora pasa al servicio diplomático), la guerrilla puede haberse ‘acomodado’ a la estrategia militar del Estado. “Está acomodada, porque ya llevamos varios años en la misma estrategia. La guerrilla lo que está buscando en este momento es impactar a la población con hechos reales que nosotros rechazamos, con hechos reales que estamos haciendo todo lo posible por evitar, como el terrorismo… Además en un período bastante complejo como el electoral, las Farc están buscando generar un impacto fuerte en la población. También buscan la manera de impactar en quienes toman las decisiones políticas para poder instrumentalizar a su favor las decisiones que se tomen”, dijo.
Cely agregó que “estos dos objetivos son muy claros y los están usando y poniendo en práctica a través del empleo masivo de explosivos, en el uso del terrorismo indiscriminado y violento contra la población y en las diferentes formas de lucha, entrando a las universidades, en los colegios e infiltrando instituciones para tener esas iniciativas como ganancia para sus intereses”.
Por último, preguntado sobre cómo contrarrestar este accionar guerrillero, el ex comandante de las FF.MM. dijo que “lo que hay finalmente es una acción decidida y comprometida de las Fuerzas Militares para poder repelar, atacar y minimizar el daño que se está haciendo a la población por parte del terrorismo de las Farc. Sin embargo quiero decir que este tipo de confrontación se gana con todos los colombianos de la mano, hay que rodear al Gobierno nacional… Hay que rodear a la Fuerza Pública que todos los días está trabajando para atacar a los enemigos de la paz y el orden y protegiendo a la población. También hay que rodear a la Policía Nacional que está cumpliendo con su labor en la lucha contra el crimen. Todos tenemos que unirnos y pararnos en la raya para rechazar este tipo de ataques y crímenes contra el pueblo colombiano”.
Más que militar
Según los expertos en estrategia castrense, sólo hasta el año 2000 los colombianos entendieron que la guerra no era solo de los militares, pues las Farc, el Eln y otros grupos guerrilleros emplean solo el 30 por ciento de sus hombres para la lucha armada y el otro 70 por ciento para la “guerra política” y “jurídica” y la propaganda, de acuerdo con los lineamientos de Mao Tse Tung.
Precisan los analistas que el primer oficial que habló de esta guerra contra las Fuerzas Militares y la Policía fue el almirante Guillermo Barrera, ex Comandante de la Armada Nacional, cuando señaló que la subversión golpeaba al sistema a nivel nacional e internacional sin armas, al tiempo que empleaba la guerra de movimientos que marcó una etapa negra en la historia del país.
Recuerdan que en la época del gobierno Samper la situación de orden público era grave, pues no había dinero para las Fuerzas Militares y solo en la administración Pastrana se generaron los recursos para Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Policía, cuando entró en plena vigencia el Plan Colombia, que le cambió el rumbo a la guerra y evitó la teoría del “punto culminante”.
Con base en esa nueva situación, se dio un salto estratégico militar. Hoy, por ejemplo, el Estado identificó y elaboró cuatro mapas donde están los narcotraficantes, las bandas emergentes y los grupos guerrilleros, y un último que señala una delincuencia común muy cambiante.
Como se ve, el Plan de Guerra de las Fuerzas Militares va mucho más allá de las directrices tácticas coyunturales. Engloba una estrategia y visión de conflicto mucho mayor y parte de la base de conocer al enemigo, sus variantes de modus operandi y definir los lineamientos para enfrentar su nuevo estilo operacional.