A una semana de los comicios parlamentarios las apuestas en torno a cómo quedará conformado el nuevo Congreso son tan disímiles que aventurar un pronóstico resulta, a todas luces, muy arriesgado.
De allí que el primer interrogante que se debe plantear gira en torno a si la votación que se produzca el próximo domingo superará los 10,6 millones de sufragios válidos que se registraron en los comicios de 2010.
En principio, con un censo electoral más alto pero, a la vez, más depurado, podría decirse que no se espera que haya un salto muy importante en el volumen de sufragios. Según la Registraduría, hay 32,7 millones de colombianos habilitados para ir a las urnas el 9 de marzo, mientras que hace 4 años la cifra era de 29,8 millones. Es obvio que hay un aumento de casi tres millones de habilitados para votar y ello podría impactar el índice de abstención en cualquier dirección.
También se puede señalar que salvo algunos casos aislados, el clima de orden público que ha rodeado la campaña ha sido tranquilo y no se espera, por tanto, que la presión de elementos armados ilegales tenga un impacto sustancial en los resultados electorales. Aunque se alcanzó a denunciar en algunas regiones que guerrilla y Bacrim estaban infiltrando la campaña, no se espera un escándalo de la dimensión del parapolítico años atrás, que llevó a los estrados judiciales a más de 70 parlamentarios.
Otro de los elementos que en el tercer trimestre del año pasado se creía iba a influir de forma muy sustancial en la campaña, era la puja por revertir el aumento del umbral electoral del 2 al 3 por ciento, lo que implica que cualquier partido que aspire a clasificar para la repartición de curules el próximo domingo deberá sacar no menos de 420 mil votos.
Pese a que se advirtió que por ese aumento del piso mínimo de votación varios partidos minoritarios y algunos medianos podrían perder su personería jurídica el próximo 9 de marzo, al final la pelea quedó a medias, pues ya no había tiempo para reformar la norma como tampoco la Corte Constitucional le dio la razón a quienes trataron de ‘tumbarlo’ por la vía de las demandas de inexequibilidad.
Al final de cuentas, el temor a quedarse por debajo del umbral sólo llevó a una fusión partidista, la que unió a los Verdes y al sector de Progresistas, que escindió el Polo y sigue las instrucciones del alcalde bogotano Gustavo Petro. El resto de los partidos y movimientos que prendieron las alarmas tempraneras por este asunto, decidieron resignarse y dedicarse mejor a buscar votos.
De aquello, nada…
Lo cierto es que se llega a esta antesala de las elecciones tras una campaña que, al decir de los analistas en todas las regiones, ha sido más bien de bajo perfil, con pocos debates de ideas y confrontación de tesis entre los aspirantes. Por ejemplo, el liberal Horacio Serpa se quejaba esta semana de que el expresidente Álvaro Uribe no le quiso aceptar un cara a cara y mejor se dedicó a los trinos.
En su gran mayoría, los candidatos se han concentrado en sus giras regionales y locales, sin entrar de lleno o muy alejados de las grandes polémicas nacionales. Apenas sí ganando algún eco mediático por propuestas de campaña arriesgadas, controvertidas o pronunciamientos efectistas.
Incluso, contrario a lo que se pensaba a mitad del año pasado, cuando se preveía que la contienda por las 268 curules iba a ser de alto voltaje debido a que la puja entre los partidos y entre los candidatos se centraría en el debate sobre lo acordado en el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, al final ello no ocurrió por cuanto las negociaciones que, se pensaba, terminarían en diciembre o en enero, se han mantenido a lo largo de este primer bimestre. Hasta el momento sólo hay dos preacuerdos en la Mesa de La Habana (agro y participación política) y se está discutiendo ahora otro de los asuntos más complejos: el narcotráfico. Así las cosas, las posibilidades de llegar a un pacto final sólo se ven para el segundo semestre. Y el referendo en el que se someterá a consideración popular lo acordado, sería al final del año.
En vista de lo anterior, más de un candidato quedó sin agenda y el picante de la campaña en veremos. Al final, la puja entre candidatos y partidos se limitó a la generalidad de quién apoyaba o no el proceso, sin entrar en mayores profundidades.
También era claro meses atrás que el otro gran motor de la campaña al Congreso sería su acompasamiento con la contienda presidencial. Sin embargo, este elemento no terminó pesando tanto como se pensaba.
¿Las razones? En primer lugar, que al haberse impedido en la mitad del año pasado que se diera vía libre a una nueva amnistía al transfuguismo político, es decir que los congresistas se pudieran trastear de partido, se truncó toda la estrategia del uribismo que buscaba arrebatarle a La U, los conservadores y otros partidos de la Unidad Nacional -coalición que apoya al gobierno Santos- un número considerable de parlamentarios y candidatos a serlo. Ello llevó, entonces, a que varios congresistas y dirigentes claramente uribistas terminaran ‘amarrados’ en las colectividades santistas, como les pasó a los senadores Juan Lozano y Juan Carlos Vélez.
A la imposibilidad del uribismo de poder ‘reclutar’ a dirigentes de otros partidos, se sumó el hecho de que si bien el expresidente decidió encabezar la lista al Senado de su movimiento Centro Democrático y trató desde esa posición de empujar a su candidato presidencial Óscar Iván Zuluaga como contradictor natural de Santos, éste último decidió hacerle el quite a todos sus ataques y críticas. Así, mientras el uribismo y el Polo ya tenían a sus aspirantes a la Casa de Nariño dando vueltas por el país, la causa reeleccionista no tuvo a Santos al frente, sino que toda la tarea programática y logística se descargó en la Fundación Buen Gobierno, a donde el Presidente envió a varios de sus principales alfiles.
En otras palabras, el Jefe de Estado no quiso arrancar la campaña presidencial reeleccionista. El 25 de noviembre del año pasado apenas sí anunció formalmente que iba a buscar un segundo periodo y nada más. Y cuando llegó el 25 de enero, fecha desde cuando podía arrancar su actividad proselitista para un segundo mandato, tampoco se movió. Es más, apenas esta semana decidió dar un nuevo paso en su campaña reeleccionista al anunciar al exministro Germán Vargas Lleras como su fórmula vicepresidencial. Si bien ya hay una cúpula de campaña conformada, trabaja de forma independiente al Jefe de Estado, pues éste sigue con su agenda de gobierno.
Es más, pese a tener a un peso pesado como Vargas Lleras en calidad de segundo a bordo, Santos no ha salido a la plaza pública como Presidente-candidato, tampoco se ha inscrito como tal y menos acompañado a alguno de los candidatos al Congreso de los partidos de la coalición de Unidad Nacional. Apenas sí asistió a La U y al Partido Liberal para recibir el aval y apoyo a su campaña reeleccionista, en tanto que este lunes hará lo propio en los terrenos de Cambio Radical. En cuanto al Partido Conservador, más allá de los resultados de la Convención Nacional del 26 de enero, en donde resultó elegida como candidata Marta Lucía Ramírez -pero cuyos resultados fueron impugnados ante el Consejo Nacional, que se apresta a tomar una decisión-, la mayoría de la bancada parlamentaria apoya la causa reeleccionista.
Todo lo anterior llevó a que lo que se tenía pensado en torno a que los candidatos presidenciales -encabezados por Santos- serían los grandes animadores de la campaña al Congreso, a hacer proselitismo con éstos, al final no se concretó. Si bien Uribe, Clara López, Enrique Peñalosa y Aída Avella han recorrido el país con sus aspirantes a Senado y Cámara, es claro que sin Santos en la plaza pública el ambiente no pasó de tibio.
¿Y entonces?
En medio del anterior escenario, los mayores picos de expectativa en la campaña al Congreso en los últimos tres meses han estado centrados más en asuntos de mecánica electoral, como la escogencia de los cabezas de lista a Senado y Cámara, así como en la confección misma de las planchas.
En este campo la mayor sorpresa vino por cuenta del uribismo, no sólo al confirmarse que el expresidente encabezaría la lista sino al constatarse que la misma sería cerrada y en los primeros renglones se ubicó a personas que en su mayoría no tienen experiencia política ni electoral. Incluso, de la euforia inicial en sus toldas, en donde se hablaba de más de 50 curules en Senado, poco a poco se pasó a escenarios más realistas y cálculos a la baja.
En otros partidos hubo algo de expectativa y sorpresa, aunque en menor dimensión. Jimmy Chamorro fue ‘palo’ en La U, Roberto Gerlein era carta cantada en el conservatismo, así como Carlos Fernando Galán en Cambio Radical. En cuanto a Horacio Serpa como número 1 en las toldas rojas o Antonio Navarro al frente de la Alianza Verde, en realidad eran hipótesis que se venían manejando desde noviembre y al final simplemente se confirmaron. En materia de novedades, obviamente la principal fue la resurrección de la UP, que si bien no presentó listas al Congreso sí tiene a varios de sus candidatos en las toldas verdes. El escándalo mayor corrió por cuenta del MIRA, al conocerse un video en el que su líder religiosa expresaba opiniones polémicas sobre el por qué las personas a las que les falte algún miembro de su cuerpo no pueden subir a los púlpitos. El 9 de marzo se sabrá el coletazo de ese caso en las urnas.
El resto de la campaña estuvo más bien cruzada por temas de la agenda diaria, como los escándalos de las interceptaciones ilegales; los de contratación militar; los problemas con y en Venezuela; las denuncias sobre millonarias partidas del presupuesto oficial direccionadas, presuntamente, hacia los congresistas gobiernistas, que dio lugar al remoquete de “mermelada”; las continuas polémicas generadas por los pronunciamientos drásticos del uribismo y los altibajos en la favorabilidad del exmandatario; las cíclicas reacciones a los resultados de la lluvia de encuestas en los últimos tres meses… Y, como si todo lo anterior fuera poco, desde la segunda semana de diciembre gran parte de la agenda noticiosa y de la atención de los candidatos al Congreso estuvo impactada por el maremagno jurídico, político, de movilización popular así como de reacciones nacionales e internacionales que generó el fallo de destitución e inhabilidad que la Procuraduría dictó contra el alcalde Petro. Ya completamos casi tres meses de tira y afloje alrededor de este tema y aún no se resuelve, pese a que ya el último fallo del Consejo de Estado esta semana deja prácticamente afuera del cargo al burgomaestre. Hasta la expectativa de una votación de la revocatoria del mandato casi se atraviesa en la antesala de los comicios de este domingo.
Lo que esperan
Si bien es cierto que ya son varias las encuestas sobre preferencias electorales para Congreso y que éstas proyectan a los candidatos con mayor favorabilidad y reconocimiento nacional, lo cierto es que tratándose de comicios en donde el factor regional y local pesa tanto, por aquello de los nichos políticos de cada aspirante en este departamento o aquel municipio, esa clase de sondeos no tienden a ser muy precisos.
Las hipótesis de los analistas son muchas, pero con conclusiones muy disímiles. Aunque es claro que Uribe es el cabeza de lista de mayor arrastre electoral, también lo es el hecho de que los congresistas santistas no le van a regalar sus votos y por eso han puesto especial énfasis en diferenciar su campaña de la del exmandatario. Además, el propio Uribe reconoce que hay mucha gente que aún no sabe que su partido es Centro Democrático y no La U. Esa confusión juega a favor de la colectividad santista. Además, sería ingenuo desconocer que una cosa es hacer campaña con el poder gubernamental en la mano, y otra muy distinta cuando se está en el desierto de la oposición. En la primera instancia hay garantía de ejecución tangible y en la segunda apenas la promesa de lo que podría hacer. Esa es una circunstancia que pesa en la psiquis del elector.
Por los lados de la coalición, es claro que cada candidato y partido está luchando, a codazo limpio, por asegurar su bancada y curul. Eso explica algunos roces políticos entre los partidos de la Unidad Nacional. Tampoco se pone mucha atención por ahora en entrar a medir quién tiene o no simpatía por la causa reeleccionista u otra alternativa. Ese es un tema al que sólo le pondrá mayor atención a partir del 10 de marzo, cuando esté claro el nuevo panorama político dejado por los comicios parlamentarios.
La izquierda tampoco pudo unificarse para esta campaña parlamentaria. La Alianza Verde, con un arranque muy accidentado, al punto que Navarro dice que la consulta popular presidencial no lo compromete, a sabiendas que Peñalosa la ganará, es una prueba de la división en esa naciente facción. El Polo, debilitado tras la salida del petrismo y de la Anapo de los Moreno, no pudo unificar en sus listas a todo el espectro de la izquierda, y por eso la Alianza se llevó a Progresistas y la UP se le puso al lado en el partidor.
¿A qué aspiran?
Esta semana EL NUEVO SIGLO les preguntó a los líderes de partido y los cabezas de listas en torno a cómo pensaban que les iría el próximo domingo y cuántas curules sacarían.
Clara López, presidenta del Polo, dijo que esperaban sacar unas 10 curules con por lo menos un millón de votos. En 2001 lograron nueve escaños.
Entre tanto, el exministro Fabio Valencia, vocero del Centro Democrático, apostó por obtener entre el 25 y el 30 por ciento de la votación. Ello, traducido en curules, no sería menos de 25 escaños en Senado.
En la Alianza Verde consideran que con Navarro al frente llegarían a 10 senadores e igual número de Representantes. En 2010 los Verdes apenas llegaron a 5 curules en la cámara alta.
Los conservadores, según Juan Carlos Wills, secretario del Partido, apuestan a que se mantengan en 22 senadores y 37 Representantes. Sin embargo no descartan perder tres o cuatro escaños senatoriales por cuenta de la votación nueva y el llamado ‘efecto Uribe’. Hace cuatro años los azules lograron 22 escaños en Senado.
En cuanto a La U, partido al que el uribismo aspira a darle el mayor golpe en las urnas, allí garantizan que continuarán siendo la primera fuerza política del país, aunque con una bancada de al menos 20 o 22 senadores y 45 representantes. En 2010 conquistaron 28 curules en la cámara alta.
A su turno, Carlos Fernando Galán, director de Cambio Radical, cree que obtendrán 10 senadores y unos 20 representantes. En 2010 en Senado lograron 8 escaños.
Por último, Simón Gaviria, director del Partido Liberal, indicó que esperan llegar a 22 senadores, ya que en 2010 sólo obtuvieron 17.
Los más votados
EL NUEVO SIGLOtambién consultó sobre cuántos votos cree cada cabeza de lista al Senado que podría obtener el próximo domingo.
Mientras que Gerlein, de los conservadores, estimó que superará los 100.000 votos, otros como Galán (Cambio Radical) y Jorge Enrique Robledo (Polo) no se arriesgaron a dar una cifra. Igual ocurrió con Chamorro (La U), en tanto que Navarro sólo dijo que su lista estima sacar “más de uno y menos de un millón (de votos)”. Para la cabeza de lista del MIRA, Gloria Stella Díaz, la aspiración es que la lista cerrada de ese movimiento sume 600.000 votos.
Otro que sí se arriesgó a dar una cifra fue Serpa (liberal), quien dijo que aspira sacar unos 200.000 votos, aunque en su campaña apuestan por más.
Ya en el Centro Democrático, sus voceros dicen que Uribe será el más votado y que sacaría no menos de 3 millones de votos.
Por ahora todo es especulación. La radiografía muestra que el escenario de la campaña es muy complejo y que todo puede pasar. Arriesgar más pronósticos es muy gaseoso y menos aventurar sobre ellos cómo se impactará la campaña presidencial. Lo mejor es esperar a la noche del próximo domingo, cuando el dictamen de las urnas aclarará todo.