LOS extremos políticos se están tomando Europa. Fenómenos como Marine Le Pen en Francia, el Partido de la Unión Nacionalista en Polonia o las movilizaciones de Pegida, muestran que el neofascismo ha vuelto con fuerza al continente, al igual que los partidos ecologistas o de izquierda radical, como el Partido Verde en Alemania o Podemos en España.
Austria, ubicado en el centro de Europa, no es ajena a esta realidad. Luego de 70 años de hegemonía de los partidos tradicionales y su falta de renovación, dos agrupaciones amenazan con quitarles el poder en las elecciones presidenciales de este domingo.
Socialdemócratas y conservadores, que se han turnado en el gobierno desde 1945, podrían perder en esta primera vuelta, donde un ecologista y un candidato de extrema derecha figuran como favoritos. La falta de una agenda clara a favor o en contra de los migrantes, hace que los electores se refugien en el radicalismo de derecha o busquen propuestas con un tinte verde entre los ecologistas.
El país alpino, como España o Grecia, pasa por una crisis institucional de los partidos hegemónicos. Más allá de la corrupción, que en este caso no existe, la falta de nuevas figuras políticas, discursos renovados y modelos sostenibles ante una crisis económica que aún persiste, genera que los ciudadanos se inclinen por partidos emergentes.
Panorama electoral
Unos 6,4 millones de electores están llamados a las urnas para designar a un sucesor del socialdemócrata Heinz Fischer, que finaliza su segundo mandato. Al antiguo líder de los Verdes, Alexander Van der Bellen, los sondeos le atribuyen alrededor del 26% de las intenciones de voto, por delante del candidato del FPÖ Norbert Hofer (24%), partido de extrema derecha. Ambos esperan acceder a la segunda vuelta, prevista para el 22 de mayo.
En este contexto, los dos grandes partidos tradicionales -el SPÖ, socialdemócrata, y el ÖVP, conservador- podrían dejar de tener un representante al frente del Estado. El candidato del SPÖ, Rudolf Hundstorfer (64 años), exministro y exjefe de la AK (poderosa organización que representa a trabajadores y consumidores) solo obtendría el 15% de los votos; el democratacristiano Andreas Kohl (74 años), presidente del parlamento durante mucho tiempo, no recabaría más del 11%.
"Como en otras partes de Europa, estamos asistiendo a la erosión de los partidos tradicionales, que no han conseguido renovarse desde hace diez años ni atraer a nuevos votantes", explicó el politólogo Peter Hajek a la AFP.
El desgaste del poder se ve reforzado por el hecho de que estas dos formaciones gobiernan juntas desde hace ocho años, lo que convierte al FPÖ y a los Verdes en los únicos partidos de la oposición, afirman los analistas.
Además, la crisis de los migrantes y el aumento del desempleo también afectaron a los partidos tradicionales en beneficio del FPÖ, que superó la barrera del 30% de votos en varios municipios durante las elecciones locales del año pasado.
"Normalmente, las elecciones presidenciales se basan en la personalidad de los candidatos. Pero este año, temas como los refugiados o el paro jugarán también un papel", explicó Karin Cvrtila, del instituto OGM.
Dos candidatos independientes completan la oferta electoral: Irmgard Griss, expresidenta del Tribunal Supremo (20%) y el empresario Richard Lugner (3%).
¿Solo un papel protocolario?
Con Van der Bellen, en teoría independiente, los ecologistas presentan un candidato por primera vez desde 1992. A sus 72 años, se cree que este exprofesor de universidad de talante centrista podría atraer los votos de un amplio espectro de la población.
Por su parte, el vicepresidente del parlamento Norbert Hofer (45 años), candidato de la extrema derecha, se presenta como el representante del ala liberal del FPÖ. Aunque el presidente suele tener un papel protocolario y moral, elegido por un mandato de seis años renovable una vez, dispone en realidad de poderes formales: es jefe del ejército, nombra al canciller y puede disolver el parlamento en algunas circunstancias.
En este sentido, Hofer amenazó con recurrir a esta posibilidad si la mayoría no seguía sus recomendaciones respecto a los migrantes, mientras que Van der Bellen anunció que se negaría a nombrar canciller al líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, en el caso de que éste obtenga una mayoría en el parlamento en las próximas legislativas./ENS con AFP