La crisis de la política. Cuando en días pasados Stanley A Mcchrystal, excomandante de la OTAN, visitó a Colombia dijo que "la realidad es que la guerra es el fracaso de la política, en sentido de que no fuimos capaces de resolver los problemas sin violencia". Esta sentencia encierra en parte nuestra realidad. Colombia padece muchos y muy graves problemas, pero principalmente son tres de manera estructural así:
***
1). El conflicto armado. Más de 48 años de confrontaciones sangrientas, millares de muertes violentas, secuestros, minas antipersonales, tatucos, desapariciones, falsos positivos, reclutamiento de menores, violaciones y toda una colección de vejámenes a las mujeres en suma la violación flagrante al DIH por parte de los actores del conflicto.
***
2). El narcotráfico. Que surge como el combustible que alimenta la guerra, con la siembra de miles de hectáreas reemplazando los cultivos tradicionales, las cuantiosas sumas de dinero producto del negocio ilícito, la producción uso y consumo de drogas ilícitas por parte de la juventud el crimen organizado la violencia y la corrupción, el micrográfico con deformidades de una industria que hace mucho daño a la sociedad colombiana, ejerciendo un gran poder sobre sus estructuras, para influir en las decisiones y para controlar parte del Territorio Nacional.
***
3). La crisis del Sistema. Cuando la política no se hace para servir con ella, sino para servirse de ella, las soluciones no llegan a la población más necesitada. Colombia tiene dentro de su sistema un poder macrocefálico desde la orbita presidencial que le entrega excesivos poderes al Ejecutivo con la Justicia y el Congreso como apéndices del primero. La forma como se eligen los voceros del Pueblo, la manera como se distribuye le poder, y la financiación de las campañas, ha hecho crisis. Con razón se ha dicho que los políticos en Colombia no salen en campaña sino de compras. Lo que se impone no es el debate democrático por las ideas sino un mezquino y asqueroso mercado de conciencias al menudeo.
***
El Transfuguismo. Este panorama se complementa con un fenómeno rutinario en la política colombiana convertido en norma constitucional, los políticos volvieron el voltiarepismo frentenacionalista en su bandera para evitar la doble militancia. La ausencia total de garantías a la oposición y la falta de un estatuto debilita los partidos y desdibuja cualquier lidero ideológico.