A la caza del octubre rojo. Ese fue el título que se le dio en español a una película de 1990 protagonizada por el veterano Sean Connery, cuya trama principal se basaba en la búsqueda afanosa de un submarino nuclear ruso cuyo comandante quería entregarse, con todo y nave, a las fuerzas estadounidenses.
Guardadas las obvias proporciones, dejando atrás la ficción y aterrizando la situación en la realidad, algo muy parecido ocurre todos los días en las aguas territoriales de Colombia en el mar Caribe y el Pacífico. Si bien los ‘submarinos’ que son cazados no son de avanzada tecnología bélica ni mucho menos cargan torpedos con cabezas nucleares, su carga sí es muy peligrosa: cientos de kilos o incluso varias toneladas de cocaína.
Barcos y aeronaves de la Armada Nacional y la Fuerza Aérea así como aviones norteamericanos inspeccionan grandes extensiones de agua en busca de alguna traza, sonido o señal que permita detectar la presencia de los ‘narco-submarinos’ que intentan evadir la vigilancia de las autoridades y llevar a Centroamérica e incluso a Estados Unidos grandes cantidades de droga.
Y es que hoy por hoy se libra una verdadera “guerra tecnológica” en altamar, debido a que los sumergibles o submarinos hechizos de los narcotraficantes son cada día más sofisticados.
De esos aparatos lentos, artesanales y sin ningún elemento técnico de navegación que se incautaban años atrás, se pasó a naves mejor dotadas, con equipos de navegación satelital (GPS) y un sistema de apoyo logístico completo del cual hacen parte incluso buques de pesca que los reabastecen mar adentro de combustible, agua, comida e información sobre la presencia de los barcos y aeronaves de la Armada colombiana así como de Estados Unidos e Inglaterra.
“Hoy hay un avance en la tecnología que utilizan los narcotraficantes en los sumergibles debido a que los dotan de sistemas satelitales… Pueden deshacerse de estas embarcaciones y luego ser encontradas a través de programas de rastreo por computadores con sistemas satelitales”, explica el comandante de la Fuerza de Tarea contra el Narcotráfico “Poseidón”, almirante Luís Jorge Tovar Neira.
Agregó que ahora “los submarinos del narcotráfico cada vez son más silenciosos, cada vez son más, digamos, camuflados con el mar para dificultar su detección. Han cambiado bastante y además utilizan la tecnología de punta”.
A medida que han aumentado las incautaciones, los narcotraficantes también han cambiado de táctica. Por ejemplo, trasladaron sus ‘astilleros’ artesanales ya que antes se encontraban ocultos muy cerca a las playas o máximo a cien metros del mar. Hoy los instalan a unos 45 kilómetros selva adentro en un esfuerzo para burlar a las autoridades.
“Allá, en medio de la manigua, instalan sus astilleros y construyen las lanchas rápidas o los ahora sumergibles con millonarias inversiones. También ocultan los cargamentos de cocaína”, indicó el alto oficial.
Igualmente muchos de estos sumergibles cuentan con cámaras de visión diurna y nocturna, camastros para los miembros de la tripulación, tanques de aire comprimido, controles con pantallas sensibles al tacto, un sistema de posicionamiento global (GPS) y teléfonos satelitales.
En la tecnología que utilizan estos narco-submarinos hay aparatos colombianos hasta del este de Europa (Rusia y Ucrania), Japón y de Estados Unidos.
El más moderno
Un sumergible encontrado por la Armada Nacional en el estero El Sande, en jurisdicción de Timbiquí, en el Cauca, es el más moderno hallado hasta el momento.
“Ese sumergible es una combinación de ingeniería naval con el ingenio artesanal, pues tiene la aerodinámica de un submarino, a diferencia de los otros hallados hasta ahora, que tenían la forma de lanchas con una tapa. Es el primero que tienen algunos sistemas de los submarinos, como es un compresor de aire conectado a once botellas para darle flotabilidad positiva”, explicó el comandante del Poseidón.
Cabe recordar que en abril de 2011, la Policía ecuatoriana ocupó y destruyó un astillero clandestino en una zona selvática al sur de la frontera con Colombia. Allí incautó un submarino de 74 pies de largo capaz de transportar más de nueve toneladas de cocaína para entregar en determinados puntos de las costas de México y Centroamérica a través del Pacífico.
El casco fue construido con Kevlar y fibra de carbono. Sus 249 baterías de ácido de plomo podrían propulsar un motor diesel hasta por 18 horas antes de que fuera necesario sacar al submarino a la superficie. Sus tanques estaban llenos con diesel.
Este submarino tenía su forma aerodinámica, aletas posteriores y una torre en forma de cono, por lo que prácticamente se ve como un submarino convencional, claro, mucho más pequeño que la mayoría de los modelos militares.
La cacería
No es una tarea fácil. Tovar Neira afirma que la Armada Nacional siempre debe ir un paso adelante de los narcotraficantes para evitar que miles de kilos de cocaína e incluso de heroína lleguen a los carteles mexicanos, a los mercados negros de Centroamérica, Estados Unidos y Europa.
De allí que los operativos de interdicción marítima que realizan las autoridades nacionales e internacionales sean cada vez más intensos y cuenten con la mejor tecnología de punta.
Ello ha permitido que el número de semisumergibles e incluso de submarinos del narcotráfico neutralizados vaya en aumento.
Se han realizado operativos conjuntos y con intercambio de información en las costas de México así como en aguas del Archipiélago de San Andrés, al igual que en las costas colombianas sobre el Pacífico y algunos ríos de las selvas ecuatorianas… Incluso se detectó uno en la costa de España.
¿Quiénes están detrás?
Las investigaciones de las autoridades permiten establecer que la construcción o adecuación de lanchas tipo Go Fast y de los ‘sumergibles’ es adelantada por las bandas criminales como las de “Los Rastrojos” y “Los Urabeños”.
“Pero también la columna móvil Daniel Aldana de las Farc controla el negocio del narcotráfico en el Pacífico sur, porque son dueños de muchos de los cultivos y de los laboratorios que hay en la región. En la parte de producción las controlan las Farc y en la parte de la exportación las bandas criminales”, insistió el almirante Tovar Neira.
“Los delincuentes utilizan dos procedimientos por altamar: el primero son las lanchas Go Fast, que tratan de cruzar a través de la frontera con Ecuador hacia el oeste, luego hacia el norte o costeando hasta llegar al Chocó… El segundo método es a través de semisumergibles o sumergibles con grandes capacidades para llevar droga, ya sea remolcados por otros barcos o con fuerza propia para llegar directamente a Centroamérica, México y los mismos Estados Unidos”, precisó.
Las Go Fast
Estas lanchas son un medio de transporte preferido por los narcotraficantes debido a su velocidad, fácil maniobrabilidad y capacidad de carga. Son construidas con materiales resistentes y ligeros y propulsadas por dos o tres motores con varios cientos caballos de fuerza.
Para aumentar su rendimiento mar adentro, los delincuentes les adecuan más tanques con combustible y cuentan con equipos de telecomunicaciones, entre ellos teléfonos satelitales, celulares, equipos de comunicaciones UHF y VHF, una carta náutica, un navegador satelital, una carpeta con documentos de claves fonéticas (para tratar de burlar las interceptaciones de comunicaciones), chalecos salvavidas, además de víveres y agua.
Detectarlas no es fácil. Las aeronaves militares deben contar con sofisticados sensores para ubicarlas y seguirlas, en tanto que otras lanchas rápidas, pero esta vez de las autoridades, son movilizadas para proceder a la interceptación.
“… Una vez son detectadas, los pilotos utilizan una serie de métodos y maniobras de evasión en un esfuerzo para evitar ser capturados y, de paso, en su fuga lanzan los cargamentos de drogas al mar”, relató el alto oficial.
Cuando las motonaves logran escapar, los equipos de la Armada Nacional deben recoger la droga para evitar que luego sea recuperada por los delincuentes.
Según el Almirante, las tripulaciones de estas lanchas llegan al extremo de acostarse sobre los motores y la droga para evitar que sean impactados por disparos de helicópteros, de aviones y las patrulleras y guardacostas.
Incluso hay casos en donde la tripulación hunde la embarcación con el fin de desaparecer la evidencia del ilícito y porque, según la Ley del Mar, quedan convertidos en náufragos y deben ser recogidos y protegidos por las autoridades, por lo menos hasta su judicialización.
“Por fortuna una nueva ley que está en vigencia desde el año pasado en Colombia permite a las autoridades capturar a esas personas sin necesidad de tener la evidencia y por esta razón se han aprehendido numerosos narcotraficantes”, explicó el comandante del Poseidón.
Más controles
La vigilancia en altamar cada día es más estricta. De entrada, la Armada Nacional cuenta con una plataforma de información que le permite llevar un estricto control de las embarcaciones y ello hace más fácil detectar las ilegales. Cuando esto ocurre, siempre hay disponible un patrullero marítimo y motonaves que, además, pueden comunicarse con las unidades de Guardacostas o los buques de superficie, o incluso con las naves americanas o inglesas, que patrullan en el Caribe gracias a acuerdos marítimos suscritos entre los gobiernos.
De esta forma si un narco-submarino o una lancha Go Fast logra salir de aguas territoriales sin ser interceptada, luego se activa otro cerco de las naves de EU e Inglaterra que le cierran el paso.
Y cuando logran llegar a su destino, descargan los narcóticos y luego hunden el aparato en un esfuerzo para no dejar pruebas ni pistas que puedan llevar a las autoridades a capturar a sus operadores o integrantes de las redes de narcotraficantes.
Lo cierto es que en lo corrido del presente año ya se inmovilizó un sumergible por parte de la Armada Nacional, mientras que en 2012 fueron interceptados o neutralizados ocho. En 2011 cayeron 11 semisumergibles y dos sumergibles.
Como se dijo, desde1993 a la fecha se han interceptado 82 artefactos, 79 semisumergibles y tres sumergibles; 14 semisumergibles por las autoridades de los Estados Unidos; uno por México y un submarino por Ecuador.
Actividad suicida
El almirante Tovar Neira en estas travesías ilegales de numerosos lancheros y pescadores han perdido la vida al naufragar las lanchas rápidas o cuando se producen accidentes en las máquinas y sistemas de ventilación de los semisumergibles y los ahora sumergibles.
Aseguró que “no tenemos cifras oficiales, pero sabemos que son numerosos los muertos… Se han ahogado muchísimos de esos operadores, porque realmente se trata de una actividad suicida”.
Cuando las tripulaciones son capturadas, normalmente no hablan con las autoridades y solo exigen la presencia de un abogado.
Además, la mayoría de los operadores de lanchas y submarinos, por no decir todos, no conocen a los integrantes de la banda o de la red de narcotraficantes. Incluso guardan silencio porque saben que si hablan, podrían ser asesinados por los narcos. También temen que los miembros de sus familias sean blanco de las retaliaciones.
“Estamos frente a la ley del silencio y este proceso nos hace más difícil perseguir a una organización, pero no quiere decir que no investiguemos y no lleguemos hasta los cabecillas e integrantes de esas estructuras criminales”, anotó el Almirante.
“En segundo viaje me caí”
EL NUEVO SIGLO habló con un extripulante de un semisumergible del narcotráfico que salió recientemente de la cárcel.
Narró que fue contactado en Medellín y que cuando fue conducido a una especie de astillero en medio de la selva, se encontró con otras tres personas que también se dejaron tentar por el dinero fácil.
“A nosotros nos enseñaron a tripular a través de simuladores de computadora y mediante la práctica en cortos recorridos. Realmente no era difícil su manejo y se aprende rápido”, explicó.
Recordó que nunca se le ocurrió preguntar por qué no había un baño en la embarcación. Ya en altamar, al correr los días durante la travesía, se hacía infernal por el calor y los fétidos olores.
“El viaje se convierte en un verdadero infierno por la intensa jornada y, además por el encierro. Quien no esté enseñado a permanecer en un espacio reducido y con una persona provista con un arma de fuego, está jodido”, agregó.
“… Usted sabe lo que es el olor a materia fecal, orines, diesel y al aire caliente que llega a los 38 y 40 grados centígrados y sin poder parar para salir a tomar aire. Para evitar que se hagan altos en la travesía había un hombre armado…”, narró.
Aseguró que “los cuatro que tripulamos esa embarcación no teníamos empleo y vimos una salida con ese dinero fácil… En mi primer viaje me fue bien, pero en el segundo caí y pagué cárcel”.
Agregó que “no le desea a ninguna persona pasar por el calvario que sufrió, pues se trata de una actividad suicida…”.