LA BARCA DE CALDERÓN | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Noviembre de 2013

López Michelsen entretelones. Ofrecemos en esta Barca sabatina la tercera y última entrega del anecdotario del expresidente Alfonso López Michelsen, a propósito del centenario de su natalicio, con el valioso apoyo del abogado, periodista, escritor e historiador samario Óscar Alarcón Núñez. 

La fina coquetería lopista. Siempre se le vio bien rodeado por personal femenino. Sus ‘fans’ eran de diferentes grupos: ministras, como Noemí Sanín, María Consuelo Araújo; relacionistas públicas, como Ivonne Nichhols y Nora Trujillo; reinas de belleza, como María Teresa Egurrola; abogadas como Saturia Esguerra y María Luisa Mesa; magistradas como Clara Inés Vargas, Marta Rueda, Ángela Giraldo; de la televisión, como Paula Jaramillo, Viena Ruíz, Diana Sofía Giraldo; cantantes como Helenita Vargas y Miriam Socarrás Y nos faltan datos de peluquerías.

El aperitivo de bienvenida. En su apartamento siempre las recibía ofreciéndoles un aperitivo que él mismo preparaba con base en las finísimas botellas de Cointreau, cognac y una que otra mezcla más, cuya fórmula jamás reveló a nadie: el coctel lo  llamaba graciosamente “tumba señoras”. Y era solo para ellas.

Sus nietas adoradas. Además, Dios premió al presidente López dándole cuatro nietas, ningún varoncito. Y, por supuesto, a esa extraordinaria mujer que lo acompañó toda la vida: la centenaria Niña Ceci, de quien aseguraba que su papá y su mamá la tuvieron siempre destinada a que se casara con él.

La cubana que fue vetada. Cuenta el expresidente del Mandato Claro, en “Palabras Pendientes”, el exitoso libro-reportaje con Enrique Santos Calderón,  entonces codirector de El Tiempo: “Me acuerdo de una niña cubana con quien yo salía cuando tenía dieciséis o diecisiete años y vivíamos en París. Mis papás me la montaron, como dicen ahora los jóvenes: que la negrita esa, que la cubana esa, que no la traiga a la casa a esa muchacha tan ordinaria, etcétera. Mujer a la que yo me aproximaba era mujer a la que mis padres condenaban”.

La Niña Ceci. “Un día cuando estábamos celebrando el aniversario matrimonial de algún miembro de la familia, les dije:

-Bueno, si lo que ustedes quieren es que yo me case con Cecilia, no discutamos más. Me voy esta tarde a proponerle matrimonio a San Marino. Ella se encontraba allá, en San Marino, esa pequeña República que queda cerca de Francia y del Principado de Mónaco. La Niña Ceci se educó en París, vivía con unas tías, cuando López Michelsen estudiaba bachillerato y compartían libros y discos.

Sigue su relato: “Me dirigí esa misma tarde a San Marino y le propuse que nos casáramos. Y ella contestó:

-Si Mahoma no viene a la montaña, la montaña viene a Mahoma. Sí, camine y hablamos con mi mamá.

“A la señora le pareció precipitado y yo le respondí:

-Necesito que esta misma noche se haga el compromiso porque yo le prometí a mis viejos que muy pronto me casaba con Cecilia,  y acabé casándome con ella”.