Grave denuncia. La hizo el domingo, en su columna de La Patria, de Manizales, Orlando Cadavid Correa, y ha causado crecente indignación:
Todo empezó hace tres meses cuando los alfiles del uribismo se aplicaron a la tarea de asegurar la inclusión de personas de su entera confianza en la lista de candidatos al nuevo Senado que se elegirá el 9 de marzo.
El precandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga contactó al exgobernador Emilio Echeverri Mejía y le ofreció (dentro de la mayor reserva) un renglón en la nómina de aspirantes por el Centro Democrático a la Cámara alta.
Apoyo de Uribe. El exmandatario caldense condicionó su aceptación a lo que opinaran su esposa María Teresa Londoño y sus dos hijos y la contralora Sandra Morelli, a quien prestaba asesoría jurídica en el fiscalizador.
Una vez el doctor Emilio le dio el sí al proyecto electoral, renunció a su cargo en la Contraloría y vino un telefonazo al expresidente Uribe, quien festejó de antemano la posibilidad de trabajar juntos, en la bancada, a partir del 20 de julio.
Otro respaldo. Enterada de la decisión del binomio Uribe-Zuluaga de incluir en el equipo al exgobernador conservador, la exsenadora Adriana Gutiérrez, jefe del uribismo en Caldas, lo congratuló y epistolarmente le brindó su respaldo.
Primo atravesado. Cuando el exdiputado Carlos Felipe Mejía (emparentado con Echeverri) conoció la determinación movió cielo y tierra para que se le adjudicara esa casilla, propósito en el que lo acompañó la exsenadora Gutiérrez, quien con pasmosa facilidad le quitó el respaldo a Emilio y se lo dio a Carlos Felipe.
A su regreso del exterior, donde se dio vacaciones antes de ponerle el pecho a la brisa electoral, el exgobernador se sentó a esperar la promulgación de la lista de Senado que refinaba en su finca de Rionegro el expresidente Uribe.
Salió la lista. Vaya sorpresa la que se llevaron Emilio, su mujer, sus hijos, la Contralora, sus amigos y hasta el precandidato que lo había apadrinado por su propia iniciativa: el nombre de Echeverri no apareció por ninguna parte. Ninguno de ellos tuvo la decencia de darle una explicación sobre la suerte del renglón efectivo que se le ofreció. Curiosamente, en el Olimpo uribista hay muchos síes para Pacho Santos y muchos noes para el doctor Zuluaga, a quien no le respetaron ni su candidato al Senado.
La marrana más grande. Sigue vigente el viejo chascarrillo que le soltó el poeta Guillermo Valencia al excanciller Fernando Londoño, al salir de una exposición agropecuaria, en Popayán, en la que ambos quedaron perplejos frente a una marrana de más de 700 kilos de peso: “Después de la política, esta es la puerca más grande que hemos visto en la vida”.