Por William Calderón
Orígenes de la crisis. En su entrega dominical, Juan Guerra desnudó los orígenes de la crisis cafetera que provocó el convulso paro de 14 días y ha puesto a pensar seriamente al gobierno y al gremio en la reestructuración de las instituciones que controlan la caficultura.
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Al pie de la letra. La situación cafetera de hoy, la más crítica de la historia, tiene un nombre que empieza por Gabriel y termina por los apellidos Silva Luján cuya nefasta gerencia todavía no acaba de registrar todos los estragos.
Dejó a la caficultura en un problema estructural de producción con el nivel más bajo en 36 años. Se comprometió a llegar a una producción de 14 millones de sacos y la redujo a la mitad.
Las finanzas del Fondo Nacional del Café y de la Federación, totalmente liquidadas.
Las tiendas Juan Valdez, su gran apuesta, a estas alturas no logran despegar.
Colombia cayó del segundo al cuarto nivel como país productor del grano y pasó de exportador a importador.
Cabalgó en los apoyos del gobierno que elogiaba y del cual hizo parte y del cual ahora denigra con marcada deslealtad.
Por estar buscando réditos personales, no recibía a los productores, ni a los tostadores, ni a los comercializadores de café.
Hizo nombrar al lánguido Luis Genaro Muñoz para seguir desgobernando en cuerpo ajeno con su lugarteniente, el controvertido Guillermo Trujillo Estrada, Piragua, a quien en su natal Manizales se le conoce también con el remoquete del Sepulturero. De quien ya se habla para la gerencia de la Federación o para el Ministerio del Agro.
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Moción de censura. En Pereira, en la mesa de concertación entre los dirigentes del movimiento de la dignidad cafetera y el gobierno, uno de los productores acusó a Trujillo Estrada, quien se encontraba en el recinto, como uno de los causantes al lado de Silva Luján y Muñoz Ortega, de la galopante crisis cafetera. Fue acusado de manipular las elecciones cafeteras y de impedir la participación de los caficultores. En tal sentido fue señalado como uno de los causantes de la problemática cafetera y de la profunda crisis de la Federación. En su melancólico haber está la destrucción de la naturaleza federativa y regional de la caficultura.
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Decadente. Y para completar su obra, hoy la Federación queda en cenizas, después de la pérdida de legitimidad y representatividad, que es el fruto de haber acabado con la fortaleza federativa regional de la institución por los últimos diez años, que eran los comités departamentales y municipales. De Silva se dice que con su macrocefalia centralista, fijó la lápida de la otrora poderosa Federación.
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Representación. Cuando vieron a Piragua Trujillo, el despedido exsecretario general de la Federación de Cafeteros, merodeando por la “cumbre” de Pereira, que puso fin al paro, alguien preguntó: ¿Y ese hombre qué hace aquí, si no tiene arte ni parte en el problema?, a lo que respondió un delegado de Caldas: Seguramente viene en representación de los antiguos tomadores de tinto de los desaparecidos cafés El Polo y La Cigarra, de Manizales.