Por William Calderón
Entre externadistas. La disputa jurídica por la suerte de la Alcaldía Mayor de Bogotá enfrenta también a dos pesos pesados de la justicia colombiana: se trata del constituyente Jaime Castro y el jurista Julio César Ortiz, fundadores de la revista Cabildo, vocera de la democracia capitalina.
Ortiz y Castro son compañeros de múltiples debates académicos en los campos administrativo y constitucional, respectivamente. El primero, profesor emérito del Externado en Derecho Constitucional, Castro en Administrativo, en el mismo claustro.
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En lo deportivo. Rivalizan también en lo que tiene que ver con los equipos capitalinos Santafé y Millonarios, pero sin barras bravas. Ortiz ama la divisa azul con Noemí, la del 14 veces campeón, equipo donde jugaron en época del Dorado los estelares Di Stéfano y Pedernera. Castro emblemático y apasionado, con su camiseta muere por la roja santafereña, con Daniel Samper, que vistieron en el pasado Panzuto, Perazo, Reznik y Sekularak. Ambos bien casados: Castro con la exconsejera Clara Forero y Ortiz con la distinguida dama manizaleña Ana María Echeverri, hija del inolvidable cirujano Gerardo Echeverri García.
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¿Arbitro y juez?Los dos se encuentran ahora frente a frente con el tema del destituido alcalde Gustavo Petro. Mientras Castro enfila baterías como el que más, mete memoriales, formula declaraciones y escribe editoriales, Ortiz le pone el pecho a la defensa como si se tratara de una final ente Millonarios y Santa Fe, en donde Juan Manuel Santos actúa como árbitro y el chaparraluno Gómez Mendez como juez de línea sin banderín.
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Vidas paralelas. Como en la obra de Plutarco, Castro y Ortiz tienen sus propias vidas paralelas. Coincidencia simpática el hecho notorio de que mientras el hijo de Jaime, Mauricio Castro Forero, fue el agente interventor de Saludcoop, Julio César actúa como abogado del mismo grupo.
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En tertulia. Castro y Ortiz asisten religiosamente a la tertulia dominical de “Los Pájaros Dormidos”, en donde también intervienen, entre otros personajes, el exministro Álvaro Leyva y el jurista Clímaco Giraldo, como ocurrió el último domingo cuando abordaron “El torpedo constitucional" con el 3050 del 81.
Fue el acto legislativo N° 1 de 1979 demandado por los juristas Manuel Gaona Cruz, Tarcisio Roldán Palacio, Óscar Alarcón Núñez, Antonio José Cancino Moreno y Jota Clímaco Giraldo Gómez. La Corte Suprema que por entonces oficiaba como guardián de la Constitución Política, en sentencia acordada el 31 de octubre del 81, día de las brujas, declaró inexequible la reforma constitucional contenida en ese acto.
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Lo mismo que antes. La Corte Suprema de Justicia, en Sala Plena, recomendó el 3 de noviembre del 81, por unanimidad, la excepción de inconstitucionalidad del decreto torpedo del 2 de noviembre por considerar que para decidir la inexequibilidad de la reforma Turbay bastaba la mayoría absoluta.
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De Manuel Urueta a Gómez Méndez. Para ese entonces, Manuel Urueta actuaba de escolta jurídico de Palacio como cualquier "mosco en vaso de leche". El hecho histórico que se repite ahora con la intromisión de Gómez Méndez, el sacro rumiante de la juridicidad colombiana y en gavilla Gobierno, Alcaldía y Fiscalía, pretendiendo ahora repetir lo que hicieron con Orlando Vásquez Velásquez al procurador Ordóñez Maldonado, recordándonos el "a sangre y fuego" in ilo tempore, pero en otro formato.