Una fórmula para abrir el corazón navideño. Junto a un puñado de bendiciones, la amable lectora Ángela María Muñoz Osorio nos remite este sui géneris manual para pasar una Navidad en paz: 1. Tener a la mano un abrelatas, para abrir el corazón endurecido. 2. Cuchillo bien afilado, para cortar vicios y malas costumbres. 3. Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares. 4. Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones. 5. Recomienda abstenerse de comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias). 6) Evitar condimentar el día con venganzas.
Beber moderadamente. En vez de excesivas libaciones de licor, no consumir altas dosis de egoísmo. No tomar rencor, que nos pone de mal genio. Evitar el consumo excesivo de picantes, para no decir malas palabras. No tomar postres helados, que congelen el afecto. Lavar bien el corazón, para que no se infecte de la cólera. Desparramar afecto familiar en todas las reuniones familiares. No olvidar tomar las fotos de los momentos más felices de las veladas decembrinas. Y medirse en las comidas grasosas y las grandes porciones de natilla y buñuelos que nos hacen subir de peso de manera preocupante.
El menú recomendado. Atentos a la receta fundamental, que es toda corazón: Exquisita caridad para con el prójimo. Caldo de atención a los desamparados y enfermos. Ensalada de detalles de afecto para los suyos. Tortillas abundantes para compartir con el hambriento. Refresco de alegría para convidar a los tristes y desanimados. Sopa de letras para escribir más seguido a familiares y amigos. Puré de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás. Pan bendito para los afligidos, ya que “las penas con pan son menos”. No fallarles a los pequeños con sus traídos y no dejarse pillar de los chicuelos que se las ingenian para sorprender al Niño Dios cuando se les acerca a la camita a dejar los presentes que le encargaron a sus taitas con tanta insistencia en el último trimestre del año.
Turno para el postre. Finalmente, de postre se recomienda perita en dulce, para ser buena persona y caerle bien a todos, aunque lo ideal sería poderles servirles a todos el “Dulce Jesús mío, mi niño adorado”, con el “Tutaina” de fondo. Torrejas con miel para endulzar los defectos de los otros. Yogurt de guayaba para repetir... gestos de perdón. Naranja dulce y limón partido “dame un abrazo que yo te pido”. (Abrazar a los seres queridos, y darles besitos, de verdad, no de chocolate).Y no olvidar que “donde come uno, comen dos” y “échele siempre más agua a los frijoles”. O sea: comparta su Navidad con los otros.
Un colofoncito musical. A la Chef especializada en alimentos espirituales le faltó ponerle a su carta para La Barca de Calderón, a manera de colofón, un pedacito de la tierna canción del exdiputado cundinamarqués Héctor “El Chinche” Ulloa que interpretó Julio Jaramillo: “Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad”…