Una misión imposible. Existe una misión mucho más complicada y difícil en Colombia que poner a comer en el mismo plato a la valiente Sandra Morelli y al fiscal Eduardo Montealegre: reconciliar a los socios del restringido club de expresidentes de la República.
La dama de hierro no da su brazo a torcer en el prolongado rifirrafe que mantiene a través de los medios y se niega rotundamente a transitar por los puentes que se le han tendido desde diferentes sectores para que haya un definitivo cese de hostilidades por considerar que el pleito le causa un grave daño a la “salud” institucional del país.
Ni el presidente Santos -consumado jugador de póker- ha sido capaz de sentar a la misma mesa, en el comedor de Palacio, a la vertical Sandra con Eduardo, porque ella no come cuento.
El invisible club expresidencial. En materia de fisuras o distanciamientos la cosa es mucho más compleja en el entorno de los expresidentes colombianos.
Si las relaciones venían mal desde agosto de 2010 entre Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, el ambiente se puso color de hormiga mediante la publicación del libro Memorias olvidadas, en el que Andrés Pastrana Arango revivió los pasajes más amargos del llamado ‘Proceso 8.000’ y volvió “ropa de trabajo” a su par César Gaviria por cuenta de su mala memoria.
Agotado el libro. El pertinaz intercambio de agravios entre los dos liberales, de un lado, y el conservador, del otro, ha estado como para alquilar balcón en los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre, mediante el empleo de toda clase de calificativos que han agotado el libro del expresidente Pastrana.
“Belico”, el paradigmático. El expresidente que no tiene pleitos con ninguno, ni cuestiona la gestión de sus sucesores en el brioso potro bolivariano, es el siempre poeta amable, generoso y paradigmático Belisario Betancur Cuartas.
El llamado “hombre fuerte de Amagá” se lleva bien con todos y sabe salirse por la tangente cuando le caen, en gavilla, los acuciosos reporteros que quieren sacarle, sin éxito, una declaración alrededor del escándalo que ha desatado el libro Memorias olvidadas, el más vendido en el escalafón de las principales librerías bogotanas.
Y Dalita ¿qué? Con su poder de convencimiento, el exmandatario del “sí se puede” persuade a sus desencantados entrevistadores para que hablen más bien de poesía o de pintura, sus pasiones de los últimos 20 años, pero no de su separación con Dalita.
“Muebles viejos”. Panorama apropiado para recordar que en su “Historia de la economía colombiana”, el talentoso escritor bogotano Enrique Caballero Escovar (él siempre prefirió poner la V pequeña en su apellido materno), al desestimar el apelativo de “muebles viejos” que el expresidente Alfonso López Michelsen les daba a los expresidentes de la república, decía que “los ex son más peligrosos que los mandatarios en ejercicio porque no tienen período fijo”.