La alianza del Pacífico, el proceso de integración profunda entre México, Chile, Perú y Colombia, representa para el sector productivo del país, incluido el sector agrícola, una oportunidad y no una amenaza.
Este es el concepto que tiene el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Santiago Rojas Arroyo, quien ha explicado que la ubicación geográfica que tiene Colombia, el hecho de ser parte hoy del bloque latinoamericano más potente y de que los empresarios puedan trabajar en encadenamientos productivos con sus pares de las otras naciones, son ventajas que debe aprovechar el país.
Pero además esa posición privilegiada en el continente, le permite al país producir bienes como frutas y hortalizas que no producen los otros socios de la Alianza.
“Hay que entender que esa posición geográfica diferente juega a favor de que tengamos complementariedades. Sí, hay productos sensibles que generan preocupación y por eso Colombia en la negociación fue muy contundente. El sector agrícola tiene inmensas oportunidades, debe pensar en grande, pero tenemos que ser competitivos”, dijo el Ministro Rojas.
Para el Gobierno, el país está llamado a ser la despensa del mundo, gracias a la disponibilidad de tierras con vocación agrícola y a la riqueza hídrica con que cuenta, que le dan la oportunidad de suplir las necesidades globales frente a la escasez de alimento.
El protocolo comercial que se firmó el 10 de febrero refleja la importancia del agro colombiano. En él se involucran un total de 417 subpartidas, con las cuales se ha tenido especial atención en el proceso de desgravación, atendiendo las sensibilidades que algunos de esos productos representan para el país, especialmente frente al mercado mexicano, como por ejemplo el maíz, el fríjol y la carne de cerdo, entre otros. Con Perú ya se tenía liberalizado el universo agrícola y con Chile solo faltaban 40 bienes, el grueso de ese total de productos se tenía con México.
Para la carne de cerdo por ejemplo, que es uno de los productos sensibles con el país azteca, el proceso de desgravación es de 5 años, todos ellos de gracia, contados a partir de la entrada en vigencia del protocolo comercial, que aún debe ir al Congreso de la República y a revisión de la Corte Constitucional.
Para los otros, el maíz y el fríjol, también bienes sensibles con México, el periodo de desgravación es de 17 años, que para el caso del maíz blanco incluye 12 años de gracia.