En diálogo con La Barca, el avezado corresponsal de guerra Carlos Gómez Herrera, con 30 años de experiencia en el campo de batalla, le hizo una profilaxis a la actual cúpula militar, a la que calificó de “endeble, livianita, sin coherencia y sin un líder que los aglutine”.
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Las fricciones. Antes de hacer una visión retrospectiva alrededor de este tema, recordemos que las fricciones entre los generales Mantilla y Navas vienen desde el momento en que se intentó rescatar, sin ningún éxito, en límites de Antioquia y Chocó, al ex ministro Gilberto Echeverri y al gobernador Guillermo Gaviria, en el trágico operativo del 6 de mayo de 2003.
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Bravuconadas. Para nadie son un secreto las constantes bravuconadas del general Mantillla, de quien se dice en círculos castrenses que confunde el valor militar con las malas maneras. Para la mayoría de sus subordinados, parece haber estudiado urbanidad en los talleres de la “Caterpillar”.
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Soles brillantes. El periodista Gómez recuerda a los generales que le hicieron honor a las Fuerzas Militares, empezando por el general Alvaro Valencia, quien le hizo frente al Eln, sacando de circulación a los hermanos Vázquez, pero que desafortunadamente fue desautorizado y llamado a calificar servicios por el presidente López Michelsen, en el “mandato claro”.
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Los mandos. Cuando fungía como general de tres soles el cardenal Aníbal Muñoz, llega a la cúpula militar el general Luis Carlos Camacho, de la mano del presidente Turbay, para enfrentar al M-19 con los resultados ya conocidos que terminaron con la firma de un acuerdo de paz refrendado por el presidente Betancur, que cortaría la cabeza del general Fernando Landazábal, quien siempre se opuso a las concesiones que el gobierno le hacía a la subversión.
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Barco. Durante la gestión del presidente Barco asume el mando castrense el general Oscar Botero, quien en compañía de Rafael Pardo firma la paz con el M-19. En el mismo mandato rodó la cabeza del general Rafael Samudio, quien había sido procurador para las FFMM.
Luego llegó a la Presidencia César Gaviria, en cuyo mandato pasó a buen retiro el general Faruk Yanine Diaz.
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Samper. En el gobierno Samper, sale el general Harold Bedoya, sucedido por el general Manuel José Bonnet, y se experimenta con el almirante Holdan Delgado con un hombre de la Armada como comandante general. Viene el gobierno Pastrana con la participación de los generales Fernando Tapias y Jorge Enrique Mora, quienes padecieron el tortuoso Caguán.
En este período terminó su carrera como comandante de la III División el general Jaime Alberto Cabal, quien renunció por negarse a concederle a la guerrilla un despeje en los farallones caleños.
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Uribe. Arriba al poder el presidente Uribe, quien ratificó al general Mora y sacó al general Carreño, de grata recordación por la captura de Simón Trinidad. Uribe designa al general Mario Montoya, a quien se le debe el rescate de Ingrid Betancur, hasta llegar a los generales Mantilla y Navas, quienes mantienen diferencias personales y operacionales.