Juicio sin defensa. En Razón pública, la antropóloga María Victoria Uribe, "La Toya", defiende al padre de la antropología colombiana Gerardo Reichel-Dolmatoff, a quien el arqueólogo Augusto Oyuela acusó de “pertenecer a las juventudes hitlerianas; ser entrenador de guardias en el campo de Dachau y miembro de la guardia personal de Hitler”. Dice la colega que “fue un juicio sin defensa y sin jurado; eso fue lo que vieron asombrados los asistentes a uno de los paneles del 54 congreso americanista, reunido en Viena, en julio”.
Cartas. El barquero contactó a los periodistas Delimiro Moreno y Melquisedec Torres y varios agustinianos que comparten los términos de esta misiva remitida por el periodista Juan Carlos Pastrana al Consejo Directivo de la Universidad de los Andes:
“En días pasados, por diversos medios, se han divulgado informaciones acomodadas de tal forma que mancillan la honra y el buen nombre del profesor Gerardo Reichel-Dolmatoff, fundador y primer director del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes.
La más grave y central de las imputaciones sobre el pasado del profesor –las demás se caen por malintencionada descontextualización histórica- es de naturaleza criminal y se basa en un escrito endilgado a Reichel que un señor de apellidos Oyuela Caicedo revela admitiendo de antemano (Revista Arcadia, 2012-08-13. El pasado nazi de Reichel-Dolmatoff) “que, por el momento, no se puede estar seguro de que el texto fue escrito por Reichel. Según (Oyuela Caicedo), hay indicios de que fue manipulado y publicado sin permiso.”
Falsificación. El ex director del diario La Prensa agrega que “el texto es bastante exagerado. Se puede tratar de una falsificación; es la primera impresión que uno tiene”, añade el mismo libelista al sindicar al profesor Reichel partiendo del deleznable documento en una seudoacadémica charla de veinticinco minutos.
La vida de Reichel, condecorado con la Legión del Mérito por el general Charles de Gaulle por su participación en la antinazi Resistencia Francesa, no fue la de un anónimo criminal de guerra oculto en la pampa argentina, el Mato Grosso o los bosques chilenos. Llegó a Colombia, la que habría de ser su patria, antes de la Segunda Guerra Mundial para dedicarse con nombre y apellidos a la investigación, a sus gentes y a la enseñanza. En la Universidad de los Andes y en Colombia primero, de manera preponderante. Luego en UCLA, Cambridge, Osaka y tantos otros centros del saber su característica figura y enorme intelecto le dieron brillo y honra a nuestro país.
Sin tapujos. Pastrana concluye: “El rompecabezas armado por Oyuela y divulgado por Arcadia es falso e irresponsable. El Consejo Directivo de la Universidad de los Andes podrá juzgar a simple vista y corroborar la manipulación de datos ciertos para brincar a conclusiones falsas y de presunciones falsas para ‘validar’ datos en entredicho. Basta leer con cuidado.
Más allá, el tamiz de un proceso en el que la Universidad de los Andes aclare con rigidez académica y sin prejuicios la honra o infamia de uno de los suyos abriría, por parte de sus pares, la puerta a la verdad”.