EL JUEGO DE LAS FARC
Hay tres cosas claras en la nueva estrategia de las Farc. La primera, y quizá más importante, que esa guerrilla quiere volver a un proceso de diálogo con el Estado. Se trata de una decisión política de alto espectro. No se sabe cuándo se tomó la decisión. Para algunos analistas era algo que se venía analizando desde el año pasado pero que el entonces máximo cabecilla Alfonso Cano no pudo aterrizar debido al estado de debilidad militar de la subversión y la intensa persecución de que él era blanco en Huila, Tolima y Cauca, que finalmente desembocó en su abatimiento en noviembre. Para otros analistas, en realidad el volver a barajar la estrategia del diálogo de paz es iniciativa de Timochenko, relevo de Cano.
Para prender la posibilidad de un proceso de diálogo preliminar de paz, las Farc se han jugado, unilateralmente (es decir no en respuesta a un ofrecimiento concreto del Gobierno) tres cartas muy fuertes: retomar la agenda negociada entre Estado y subversión en el frustrado proceso de paz en el Caguán. Dos, liberar de un solo golpe a los 11 policías y militares secuestrados, lo que implica renunciar a la exigencia de ‘canje de prisioneros de guerra’ que copó su agenda en la última década. Y tres, anunciar que pondrá fin al secuestro extorsivo. Pareciera, en perspectiva, que la guerrilla por fin entendió que hacer del plagio un ‘arma’ y ‘botín’ de guerra fue un error estratégico muy grave, pues no sólo distrajo su foco militar de la necesidad de enfrentar el fortalecimiento estatal a través del Plan Colombia (lo que desembocó en las Farc más débiles, golpeadas y arrinconadas de la historia), sino que en medio de la ofensiva internacional antiterrorista la guerrilla se quedó sin apoyos políticos externos y con una imagen de “paria” mundial por la barbaridad, drama y sevicia del secuestro.
Debilidades de su juego
1. La percepción nacional e internacional de que es la debilidad militar la que lleva a las Farc a plantear una salida negociada al conflicto.
2. Incredulidad general sobre su capacidad de cumplir con la agenda del Caguán (que ya frustró una década atrás) y de renunciar realmente al secuestro.
3. Que cartas como las de retomar agenda del Caguán, liberar ‘canjeables’ y proscribir el secuestro extorsivo se jugaron ‘gratuitamente’, cuando por su importancia deberían ser producto de los acuerdos bilaterales de la mesa.
EL JUEGO DEL ELN
La situación de esta guerrilla es una incógnita. No ha sufrido los golpes estructurales y de cúpula que las Farc pero su poder militar está muy disminuido. Algunos cálculos castrenses sostienen que no tendría más de 2.000 hombres-arma. Sus principales frentes de guerra, a excepción de los orientales, están muy ‘enmontados’ y su capacidad de combate muy disminuida. A excepción del actual pico de atentados terroristas, los elenos estaban poco activos, en tanto que Farc y Bacrim (herederas de paramilitares) coparon muchas de sus zonas de influencia. Aún así el Eln sorprende con algunas movidas. A finales de enero, se mostró dispuesto a acoger una propuesta de cese al fuego que hiciera Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP). La facción subversiva calificó de "aporte valioso" la petición. "…Pensamos que sería más conducente que las partes nos planteáramos la Tregua Bilateral en el marco de una mesa de diálogos y dentro de una agenda de Salida Política Al Conflicto que, a su vez, abarcará otros asuntos sustanciales" como justicia y equidad social. Incluso pidió participación internacional en el eventual proceso. Y esta semana, el “frente de guerra oriental” dijo que estaría dispuesto a “replantear” su ofensiva contra infraestructura petrolera si el Gobierno cambia la política energética, repara daños por esta actividad, rebaja combustibles, elimina peajes…
Hablar de una eventual tregua e incluso condicionar el fin de los atentados petroleros no son cartas que el Eln acostumbre a poner sobre la mesa fácilmente, y menos aún sin existir un probable diálogo con el Gobierno o la llamada “sociedad civil” que, por lo general, siempre ha sido la interlocutora preferida de esa guerrilla. Pareciera que el Eln es consciente de que el Gobierno no aceptará intermediarios nacionales o externos y manejará exclusivamente cualquier ‘apertura’ a un proceso de paz.
Debilidades de su juego
1. Analistas consideran que el Eln sabe ya que el deterioro de salud del presidente venezolano Chávez juega en contra de la permanencia o tolerancia de su cúpula subversiva allí.
2. Santos no puede, más aún teniendo encima la oposición férrea del uribismo, dar a entender al país y el mundo que se abre puerta de diálogo con el Eln para frenar terrorismo petrolero.
3. La tregua bilateral es algo que el Gobierno nunca aceptará.
4. Plantear el tema de negociar la política energética, principal locomotora del Gobierno, es simple y sencillamente contraproducente para cualquier antesala de diálogo.
EL MAZO DEL GOBIERNO
Tanto Farc como Eln han jugado unilateralmente algunas cartas para ‘medirle el aceite’ a la tesis gubernamental de que la puerta de un proceso de paz no está clausurada y que Santos tiene la “llave” para abrirla si se dan condiciones previas como cese del terrorismo y las acciones armadas, libertad de los secuestrados y fin de esa práctica. Obviamente son condiciones muy difíciles de cumplir para una guerrilla que se niega a aceptar la superioridad militar del Estado y que insiste en negociar de tú a tú. Santos sabe que las Farc están lanzando, de entrada y sin contraprestación alguna, propuestas que, en otras circunstancias, serían muy atractivas, como la liberar a los mal llamados ‘canjeables’ y proscribir el secuestro extorsivo. Sin embargo, el Presidente no tiene margen de acción para bajar el nivel de exigencias gubernamentales, pues no sólo afectaría la moral de una Fuerza Pública que viene asestando fuertes golpes a una guerrilla debilitada, sino que generaría inmediatamente la reacción crítica de muchos sectores que, como el uribismo, hablan de un “apaciguamiento” de la política de seguridad y de una subversión que estaría tomando un segundo aire, sobre todo en capacidad terrorista.
¿Entonces? No tiene opción distinta Santos a esperar a que la contraparte lance más cartas atractivas y le dé así margen de acción al Gobierno para entrar en la partida.
Afortunadamente la opinión pública tiene una percepción muy arraigada de la debilidad militar de Farc y Eln así como una alta desconfianza en su ‘voluntad de paz’. Ello le permite al Ejecutivo quedarse quieto y no verse forzado a lanzar su primera carta oficial sobre el escenario. La Casa de Nariño puso la vara muy alta para que la subversión alcance la ‘cuota inicial’ para entrar a un proceso de paz, y mientras no la baje será muy difícil establecer qué tanto está dispuesto Santos a abrir la ‘puerta’ a un diálogo.
Debilidades de su baraja
1.Es seguro que Farc y Eln buscarán borrar la percepción pública de su debilidad, incrementando sus ataques y accionar terrorista, complicando a un Gobierno que empieza a ser mal calificado en materia de seguridad.
2. El fin del secuestro es un tema muy sensible para la opinión pública y hay quienes creen que hay que ‘tomarle la palabra’ a las Farc antes de que se eche para atrás.
3. El proyecto de Marco Legal para la Paz que debate el Congreso da un menú de herramientas muy amplio al Estado para desactivar grupos ilegales. Si es aprobado habría obligación directa para utilizarlas.
4. Hay que tener cuidado con iniciativas como visitas a guerrilleros presos y gestiones de paz no oficiales, pues dan lugar a una ‘agenda paralela’ de paz y pondrían al Gobierno ante hechos creados.