Juan Pablo II (Parte final) | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Abril de 2012

En el libro Su Santidad, escrito a cuatro manos por Carl Bernstein y Marco Politi, el lector encuentra un periodismo fascinante, combinado con drama, historia y biografía.

El Pontífice -tercer Papa no italiano en 500 años contra la fortaleza inexpugnable del vicariato romano- rápidamente utilizó su púlpito para hablar en favor de los derechos humanos y de todos aquellos olvidados por otros líderes mundiales, bien porque fueran oprimidos por otros, política y económicamente, en el mundo comunista y no comunista.

La Génesis.Hijode un sargento de la Policía polaca y de una humilde modista, el futuro Juan Pablo nació en un pequeño pueblo de Polonia donde 20 por ciento de la población era judía. Posteriormente, como obispo de la Diócesis de Cracovia, que incluía a Auschwitz, famoso campo de concentración nazi, Wojtyla fue testigo directo de los horrores del anti-semitismo. A la sazón, como Papa, forzó al Vaticano a reconocer al Estado de Israel.

Sin familia. Huérfano de madre a muy temprana de edad, se levantó al lado de su padre, pues su hermana menor también murió repentinamente y su hermano mayor, en quien tenía puestas todas sus esperanzas, con la mesada pensional de su padre lograron graduarlo como médico y este, además de ser su mejor amigo y confidente, a los 6 meses de recibir el título como galeno murió cuidando a unos enfermos que lo contagiaron.

Voluntad de acero. Su ascenso en la Iglesia se aceleró por sus estudios y escritos sobre la moral sexual y la puso en un definido camino teológico en diversas materias; el papel de las mujeres; la distribución de la riqueza; la sexualidad; la educación; los anticonceptivos y el aborto, dogmas que han divido y exaltado a los mil millones de católicos del mundo.

Trabajo de campo. Basado en cientos de entrevistas con los protagonistas claves en Roma, Washington, Moscú y Varsovia, los autores de esta sorprendente historia recrean la extraordinaria personalidad de un niño que se entrega a Dios después de perder a los miembros más cercanos de su familia, cuyo increíble destino se formó durante una adolescencia en medio del nazismo y el comunismo.

La excitante narrativa que surge de las habilidades del reportero Bernstein y el profundo conocimiento del Vaticano y de Rusia de Politi, revelan la historia real detrás del desconocimiento al fin de la guerra fría y blindan un retrato definitivo del gran líder moral, aunque controvertido, de nuestro siglo.

La fuerza serena. Su tranquilidad de espíritu cautivaba a propios y extraños. Su visión política le permitía pedirle a su secretario recoger nombres y direcciones de todos los cardenales más influyentes en el cerrado círculo del Vaticano con quienes mantenía fluida correspondencia.

Desde sus escritos tuvo marcada influencia de Juan XXIII, quien le enseñó a abrirse al mundo, y Pablo VI, con quien mantuvo una estrecha relación intelectual. El Papa Albino Lucciani (Juan Pablo I) presagió ya en su condición papal: “Mi sucesor está cerca de mí. Es Wojtyla”. (Y así fue).

El presidente Ford lo invitó a Estados Unidos gracias a los buenos oficios de una mujer que llegó a Roma a conocerlo influenciada por sus escritos y su profundo conocimiento de la realidad mundial: Tymiemiecka, esposa de uno de los hombres más cercanos a Nixon, con quien compartió sus últimos libros sobre la acción y el espíritu.

Los dejó en el atrio. Era tanto el olfato político de Juan Pablo II que cuando llegaron a Roma “Raúl Reyes”, “Simón Trinidad”, “Joaquín Gómez”, “Iván Ríos”, “Fabián Ramírez” y “Olga Marín”, en compañía de Fabio Valencia, tajantemente se negó a recibirlos.