Comediante de larga trayectoria y sin ningún tipo de experiencia política, Jimmy Morales, asumirá mañana como presidente de Guatemala. Lo hace con el compromiso de combatir la corrupción que provocó la caída del exgobernante Otto Pérez. Tendrá, además, que enfrentar la inseguridad que aterroriza a la población y que dejó unos 6.000 asesinatos en 2015.

Con una amplia ventaja sobre su contendiente -la exprimera dama socialdemócrata Sandra Torres- Morales, de 46 años, fue elegido el 25 de octubre por una ciudadanía cansada de los políticos tradicionales.

Sin haber superado los problemas sociales que detonaron la cruenta guerra civil (1960-1996) y sumergida en la corrupción y la violencia criminal asociada a las pandillas y el narcotráfico, Guatemala entró en una severa crisis en abril del año pasado cuando se reveló un fraude millonario en el sistema nacional de aduanas que condujo a protestas callejeras.

La investigación, liderada por la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un ente adscrito a la ONU, empujó a Pérez y su entonces vicepresidenta Roxana Baldetti a dejar los cargos para someterse a la justicia, acusados de liderar la red que cobraba sobornos a empresarios para evadir impuestos.