El experimentado periodista, maestro del oficio y experto en ética en medios informativos, Javier Darío Restrepo, fue galardonado esta semana con el premio “Álvaro Gómez Hurtado, a la Vida y Obra”.
El galardón fue otorgado a Restrepo, quien completó ya más de 60 años ejerciendo la profesión en medios escritos, televisivos y radiales.
El periodista antioqueño es considerado una autoridad en temas de ética periodística, haciendo parte de varias comisiones y consultorios al respecto en las principales agremiaciones y fundaciones del país. Catedrático de facultades de Comunicación en distintas universidades y columnista de varios periódicos, ejerció incluso como Defensor del Lector en alguno de ellos.
Con varios premios y galardones a bordo, Restrepo es autor de varios libros de crónicas y sobre el ejercicio periodístico.
Al recibir esta semana en el Concejo de Bogotá el premio Álvaro Gómez -con quien trabajó en sus largos años como reportero del noticiero de televisión 24 horas-, el maestro Restrepo leyó un corto discurso, que reproducimos a continuación por la trascendencia de su mensaje sobre el oficio del comunicador y la forma en que lo concebía y ejercía el asesinado dirigente conservador y periodista:
“Me han honrado ustedes al entregarme esta distinción con el nombre de Álvaro Gómez Hurtado, y mi agradecimiento por ello es profundo.
Estos reconocimientos son estimulantes en la vejez, pero si están asociados a la memoria de un ser humano ejemplar, se convierten en un acontecimiento memorable.
Mis afinidades periodísticas con Álvaro Gómez me convencieron, al contrario del sentir común, que era mejor periodista que político. Tenía ese don privilegiado de sentir entre el ruido de la actualidad, la palpitación de la noticia y a pesar del deslumbramiento que producen los hechos, podía detectar el alma de los acontecimientos, esa caja negra que explica el por qué y el para qué de cada historia.
Cada vez que al noticiero 24 horas llegaba uno de los pequeños milagros de la tecnología digital, yo vi en este hombre la excitada curiosidad de una inteligencia que nunca se daba respiro.
Pero todo lo anterior es anécdota frente a esa gran lección de independencia periodística que lo hizo distinto y superior, cuando todos los políticos se abalanzaban para convertir la noticia de televisión en propaganda, Álvaro Gómez entendió que no había fuerza comparable a la del hecho intacto, y a la del televidente autónomo y libre para leer en el cuerpo desnudo de las noticias la escritura de la historia.
Como ven, estas son suficientes razones para estar orgulloso y agradecido por esta distinción que ustedes me otorgan. Muchas gracias”.