La izquierda portuguesa, unida por primera vez en 40 años de democracia, se preparaba para hace caer al gobierno de derecha minoritario y poner fin a su política de austeridad, creando preocupación en los mercados financieros.
Portugal, considerado durante años como el alumno más aplicado de las recetas de austeridad y de disciplina presupuestaria de sus acreedores, entra de nuevo en una zona de turbulencias de consecuencias desconocidas.
Tan sólo once días después de haber entrado en funciones, el gobierno conservador de Pedro Passos Coelho, 51 años, está a punto de pasar a la historia como el más efímero de Portugal, más aún que los 85 días que duró en 1978 el ejecutivo de Alfredo Nobre da Costa.
La coalición de derecha ganó las legislativas del 4 de octubre con el 38,6% de los votos pero perdió las mayoría absoluta y se enfrenta a un parlamento dominado por una mayoría de izquierda, liderada por el Partido Socialista, segundo con el 32,3% de los votos.
El objetivo del líder socialista Antonio Costa, 54 años, es aprobar este martes por la tarde en la cámara una moción de censura contra el programa del gobierno, lo que le obligará al primer ministro a dimitir automáticamente.
El Partido Socialista, el Bloque de Izquierda –cercano al griego Syriza–, el Partido Comunista y Los Verdes suman 122 diputados de un total de 230, más que la mayoría necesaria para rechazar el programa de gobierno de Passos Coelho.
- Unión histórica de la izquierda -
Aunque durante la campaña los partidos de izquierda mostraron sus grandes diferencias han logrado, al menos temporalmente, dejar de lado sus divergencias históricas para gobernar.
En 1985, el Partido Socialista firmó la adhesión de Portugal a la Unión Europea, un tratado que rechazan algunos de sus futuros aliados que consideran que Europa ha contribuido a empobrecer a los portugueses imponiendo recortes.
Incluso el ala izquierda del partido socialista desconfía de Bruselas. "El PS no acepta la Unión Europea tal como es", dijo el lunes Pedro Nuno Santos, vicepresidente del grupo socialista en el parlamento.
Los observadores creen que la llegada de la izquierda no es comparable a la de Syriza en Grecia pero auguran una cohabitación difícil dentro del futuro gobierno entre los socialistas y sus aliados.
"Será un ejecutivo débil y no hay que descartar elecciones anticipadas en 2016", estima David Schnautz, un analista de Commerzbank. Lo que más temen los mercados financieros es "un cansancio de la austeridad" que frene la puesta en marcha de las reformas necesarias, asegura Schnautz.
Signo del nerviosismo de los mercados, la bolsa de Lisboa caía cerca de un 2% en los primeros intercambios del martes tras hundirse un 4,05% el lunes. Por su parte la tasa del bono portugués a diez años era de 2,84% frente al 2,29% de antes de las elecciones.
"De todas maneras, una alianza así no puede durar, no están de acuerdo entre ellos y no hay el dinero suficiente para cumplir sus promesas", dice Joao Pedra, un votante comunista de 43 años.
"El electorado de izquierda podría tener un decepción porque un gobierno socialista estará obligado a respetar los compromisos de Portugal con Bruselas", afirma por su parte el politólogo Antonio Costa Pinto.