Al menos 64 personas fueron asesinadas en las últimas 48 horas en dos ataques perpetrados en las costas turísticas de Kenia, reivindicados por los islamistas somalíes shebab pero que el gobierno atribuye a "redes políticas locales".
Desde el domingo, dos ataques dejaron 64 kenianos muertos en el sureste del país, a un centenar de kilómetros al sur de la frontera con Somalia, lo que representa un desafío para Kenia, cuyas tropas luchan junto a las de la fuerza de la Unión Africana (UA) contra los shebab.
"No se trata de un ataque shebab. Las pruebas demuestran que en la preparación y ejecución de este crimen odioso están implicadas redes políticas locales" vinculadas a "bandas criminales", afirmó en una intervención televisada el presidente keniano, Uhuru Kenyatta, quien precisó que son "violencias étnicas con fines políticos".
La última matanza reivindicada por los shebab tuvo lugar en la madrugada del martes, cuando hombres armados mataron a 15 personas en la localidad de Poromoko, en la región turística de Lamu, según fuentes de seguridad.
Para la policía, los atacantes forman parte del mismo grupo que cometió la masacre la noche del domingo en Mpeketoni, según testigos, exclusivamente contra hombres de confesión cristiana.
Mpeketoni, donde la situación continúa tensa, se sitúa a unos treinta kilómetros de la turística e histórica ciudad de Lamu, en el océano Índico, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Según la Cruz Roja keniana, "52 personas" continúan desaparecidas tras los dos ataques.
La Unión Africana (UA), por su parte, condenó "firmemente" la "masacre perpetrada por los shebab".
Estos islamistas, vinculados a Al Qaida, reivindicaron el asesinato en Poromoko de "20 personas" y reiteraron su autoría frente a las declaraciones del presidente Kenyatta.
"Eran nuestros combatientes los que actuaron en los dos últimos días en la zona de Lamu y continuaremos", afirmó a la AFP un responsable shebab, que pidió el anonimato.
Todas las miradas apuntan a la autoría de los islamistas somalíes, pese al desmentido del gobierno keniano, que es en estos momentos blanco de las críticas por su reacción frente a los ataques.
- Divisiones religiosas y étnicas -
El atentado de Mpeketoni es el más mortal desde el asalto de un comando shebab al centro comercial Westgate de Nairobi en septiembre de 2013, que dejó 67 muertos.
Según los supervivientes, los islamistas tenían únicamente como objetivo el domingo los hombres cristianos, por lo que dejaron a un lado a mujeres, niños y musulmanes.
"Los ejecutaron uno a uno", explicó David Waweru, un joven que logró refugiarse.
Esta oleada de violencia motivó la intervención de los responsables musulmanes del país.
"Esta violencia permanente amenaza con romper el país", alertó el Fórum Nacional de Líderes Musulmanes, quien alertó contra un resurgimiento del odio étnico y religioso, que vivió Kenia tras la elección presidencial de 2007.
Los shebab, que prometieron nuevas matanzas en Kenia, amenazaron también a los extranjeros y a los turistas, a quienes instaron a evitar Kenia, decretada "zona de guerra".
Los islamistas dijeron que el ataque era una represión por la presencia militar keniana en Somalia y por la "intimidación y matanzas extrajudiciales de estudiantes musulmanes" en Kenia.
El jefe de Estado, presionado por la opinión pública, cesó a los oficiales que no pudieron impedir los últimos ataques a pesar de las "informaciones" sobre el riesgo de nuevos atentados.
La opinión general es que el ataque del año pasado al Westgate pone en evidencia la división entre las múltiples agencias de seguridad.
Mientras los ataques shebab "cambian constántemente" de naturaleza, "la seguridad en general va en la dirección errónea", indicó un diplomático residente en Nairobi.
"Las instituciones de Kenia están tan corrompidas que una gran parte de los importantes fondos destinados estos últimos años a la seguridad se malversaron", señaló por su parte en un informe Edward Clay, ex embajador británico en Kenia.
El ejército de Kenia entró en Somalia en 2011 para luchar contra los shebab antes de intergrarse en la fuerza militar africana, Amisom, que actualmente cuenta con 22.000 hombres.