A partir de hoy comienza la cumbre más importante de líderes con temas como la “guerra comercial” y los conflictos fronterizos. Difícil momento
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LA LLEGADA de Emmanuel Macron marcó el inicio del G-20. Un error protocolario cuando bajaba de su avión presidencial en Buenos Aires hizo que algunos dijeran: esto empezó mal, y ¿cómo va a terminar? La duda, alimentada por una semana de noticias sobre la final fallida de la Copa Libertadores, toma fuerza en medio de una economía en crisis, que da pocos síntomas de mejora.
Argentina es así: un tobogán. Es capaz de ser el primer país sudamericano en recibir la cumbre más importante de presidentes, mientras que la opinión generalizada, por un partido, por la economía, es que el rumbo del país va mal, que ya llegó el verano y que al final esta reunión es una formalidad que termina en una foto, innumerables brindis y la banalización del encuentro: la mejor primera dama, el mejor vestido.
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Mauricio Macri, sin embargo, ha dicho “vamos todos juntos”, buscando unidad frente a la reunión más importante en la historia de ese país, que ha sido capaz de convencer a las organizaciones internacionales de que puede ser sede, pese a su difícil situación económica. “Argentina se arrimó al G20 por los valores y criterios de una economía de Occidente”, decía hace poco el exministro de Exteriores Roque Fernández a El Clarín.
20 presidentes se reúnen a partir de hoy en Buenos Aires para hablar sobre aquella economía, valores y políticas de Occidente, en un encuentro que tiene como antesala la “guerra comercial” entre China y Estados Unidos, los problemas fronterizos entre Ucrania y Rusia, la posible detención del príncipe Salman y el Brexit, cada vez más cerca de ser concluido.
El momento es complejo. El país que se ha caracterizado por la defensa del multilateralismo y el neoliberalismo, Estados Unidos, ahora es el principal promotor del proteccionismo, un modelo que prioriza la industria nacional por encima del libre mercado.
Washington, como parte de sus políticas económicas, ha tomado una serie de medidas para contrarrestar la expansión económica de China, que ha afectado sus tasas de crecimiento. En efecto, Donald Trump le ha impuesto una serie de aranceles a Pekín por la suma de 250 mil millones de dólares, mientras que Pekín le ha respondido con aranceles por 50 mil millones de dólares y otras medidas por 60 mil millones de dólares.
La cumbre, que busca acuerdos concretos pero también insistir en el multilateralismo y el diálogo, está marcada por el conflicto entre estos dos gigantes, que puede desviar la atención de la agenda cuya base es la del desarrollo sostenible, la infraestructura y el cambio climático, además de por supuesto el comercio.
Coyuntura
Como de costumbre, los mensajes de Trump han sido cambiantes. Al principio dijo que se reuniría con Putin y Xi Jinping, a quien le auguró una buena conversación para lograr el fin de los conflictos comerciales, pero poco a poco ha ido variando su discurso.
En declaraciones hechas antes de subirse al Air Force One, el Presidente norteamericano anunció que cancelaba el mitin con Putin, por la agresión a Ucrania, y manifestó que dudaba de concretar un acuerdo con su par chino.
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No es claro, según The Wall Street Journal, hasta qué punto cedería Trump, teniendo en cuenta que Pekín ha respondido con la misma vara. Dice el periódico neoyorquino que, probablemente, “a cambio de la suspensión de las tarifas estadounidenses, Beijing aceptará levantar las restricciones a las compras de productos agrícolas y energéticos estadounidenses por parte de China”.
Pero este no es el único tema coyuntural del G-20. Luego de que Human Right Watch (HRW) presentara una petición a las autoridades argentinas para que detuvieran al príncipe bin Salman de Arabia Saudita, por sus presuntas violaciones a los derechos humanos en el caso Kashoggi y en Yemen, en Argentina se ha especulado sobre su posible aprehensión.
El ministro de Exteriores, Jorge Faurie, dijo que el estatus diplomático que cobija al heredero al trono hace que goce de “inmunidad de jurisdicción e inviolabilidad personal” por ser “un jefe de gobierno”. Sin embargo, agregó que “eso no quita que la Justicia argentina reciba las denuncias” por violación a los derechos humanos.
En adición a estos temas, la crisis fronteriza entre Ucrania y Rusia vuelve a convertirse en el centro de la controversia a nivel mundial. “He decidido que sería mejor para todas las partes involucradas cancelar mi reunión previamente programada en Argentina con el presidente Vladimir Putin”, escribió Trump en Twitter, poniéndole más picante a la cumbre.
Temas
Los hechos coyunturales no implican que la cumbre desarrolle con normalidad los puntos centrales de la agenda. Uno de ellos es el cambio climático que, como diversos organismos han denunciado, no ha sido tomado en serio por la mayoría de potencias citadas este fin de semana en Argentina.
La ONU estimó que, pese al Acuerdo de París, firmado en 2015, el objetivo de no sobrepasar el calentamiento del mundo por una disminución de las emisiones de carbono, no se está logrando. Y cada vez la brecha para conseguirlo es menor.
Otros dos temas también son de suma importancia. Uno de ellos es la construcción de una serie de propuestas para lograr un desarrollo alimentario sostenible a nivel mundial; y otro es un compromiso para que la infraestructura llegue a los lugares más apartados, sobre todo en las regiones menos desarrolladas.
Es claro, además, que el G-20 se ha convertido en el epicentro para las protestas de numerosos grupos antiglobalización. Esta vez no es la excepción y desde hace unos días ya se han presentado algunas movilizaciones que se oponen al neoliberalismo y la democracia occidental, cuyos líderes –dicen ellos- “son Trump o Salman”.
Habrá que ver cómo se desenvuelven las protestas, ya que hace un año, en Hamburgo, casi llevan a la cancelación de la cumbre, un evento que terminó sin un documento final por la falta de consenso entre los participantes. El miedo es que nuevamente ocurra lo mismo. Es muy probable.
Historia
Inicialmente, esta cumbre solo convocaba a los países del G-7, las principales potenciales del mundo. Por su falta de representatividad, desde 1998 se han incluido otros países por su importancia económica y geopolítica.
En esta oportunidad, en Buenos Aires, Argentina, los países son: Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y una delegación adicional de la Unión Europea (UE).