UNA suspensión inicial de cinco días para permitir que se retiren las fuerzas kurdas del norte de Siria y tras lo cual el alto al fuego será permanente aceptó Turquía a petición de Estados Unidos y que fue acordada tras la reunión del vicepresidente estadounidense Mike Pence con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
La ofensiva turca "se interrumpirá totalmente cuando esa retirada haya acabado" durante el periodo de suspensión, declaró Pence a la prensa tras más de cuatro horas de entrevista con el presidente turco.
El presidente estadounidense, Donald Trump, saludó el anuncio y dijo que se trata de "un gran día" para Estados Unidos, Turquía y los kurdos.
"Tenemos un alto el fuego de cinco días", declaró Trump desde Forth Worth, en Texas. "Los kurdos están increíblemente contentos con esta solución", agregó el mandatario, quien manifestó su satisfacción de que las negociaciones hayan dado resultados "tan rápido".
"Suspendemos la operación, no la terminamos", precisó el ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu. "Terminaremos la operación solamente después de que (los combatientes kurdos) se retiren totalmente de la región".
Bautizada "Manantial de paz", la ofensiva turca contra las fuerzas kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG) en el noroeste de Siria, lanzada el 9 de octubre, provocó indignación internacional.
El ejército turco intentaba ayer arrebatar a las fuerzas kurdas una segunda ciudad fronteriza.
La ofensiva ya ha dejado casi 500 muertos, un centenar de ellos civiles, y ha obligado a desplazarse a 300.000 personas, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
La misión de Pence se anunciaba complicada, teniendo en cuenta la férrea posición del presidente turco, quien descartó "sentarse a la mesa con terroristas", y las declaraciones confusas sobre el tema de Trump.
Trump pareció dar su luz verde a esta ofensiva, antes de recibir una avalancha de críticas internacionales y de su propio partido, que hicieron que pidiera a Turquía poner fin a la operación.
Los occidentales apoyan a las YPG por su papel en la lucha contra los yihadistas del Estado Islámico (EI), pero Ankara los considera "terroristas".
"No se haga el idiota"
Una carta de Trump a Erdogan en la que intenta disuadirlo de lanzar la ofensiva, y que se filtró el miércoles, suscitó estupor en Washington. "No seas un tipo duro. No seas tonto" escribía el mandatario estadounidense.
Fuentes diplomáticas indicaron a la CNN en Turquía que el presidente turco rechazó la propuesta y "botó" la carta. La AFP trató de obtener confirmación de ello ante funcionarios turcos.
El objetivo de la ofensiva turca era la creación de una "zona de seguridad" de 32 km de profundidad a lo largo de su frontera, que permitiría separarla de las zonas bajo control de las YPG y repatriar una parte de los 3,6 millones de refugiados sirios instalados en Turquía.
Esta operación ha hecho del norte de Siria el nuevo epicentro del complejo conflicto que lleva devastando el país desde 2011.
El régimen de Damasco, a pedido de las autoridades kurdas, desplegó tropas en zonas que no tenía bajo control desde hacía años. Y en el plano internacional, Rusia empezó a ocupar el vacío dejado por Estados Unidos.
Para los países europeos, esta operación contra los kurdos, que gestionan las cárceles donde están detenidos los yihadistas del EI, hace temer la evasión de estos combatientes ultrarradicales y el resurgimiento del grupo.
En el terreno, los combates hicieron estragos, especialmente en Ras Al Aín, en la frontera turca, donde los combatientes kurdos oponían una fuerte resistencia a las fuerzas de Ankara. El ejército turco, junto a milicias rebeldes sirias que les apoyan, avanzaron en esta ciudad, de la que controlan casi la mitad