Aunque cada vez quedan menos esperanzas, los rescatistas turcos continuaban este domingo tratando de encontrar sobrevivientes entre los escombros que dejó un potente sismo en el este de Turquía, el viernes por la noche, y que causó al menos 38 muertos, según un nuevo balance.
En Sürsürü, un barrio de la ciudad de Elazig, ubicada no muy lejos del epicentro del temblor de magnitud 6,7, que se produjo el viernes por la noche, se hallaron tres cuerpos sin vida entre los escombros de un edificio residencial que se derrumbó. Unas 4.000 personas trabajan en las tareas de rescate
Al enterarse que entre las víctimas había familiares suyos, un grupo de mujeres que esperaban cerca de allí rompieron a llorar, constató un periodista de la AFP.
Según las autoridades turcas, el número provisional de víctimas alcanzaba este domingo por la noche a 38 fallecidos y más de 1.600 heridos. Un centenar de personas seguían hospitalizadas, trece de ellas en estado grave.
Cerca del edificio derrumbado de Sürsürü, varias decenas de personas esperaban ansiosas noticias de sus familiares, atrapados entre los restos del inmueble.
En medio de un frío glacial los socorristas laboraban contrarreloj, pero tenían que proceder con precaución para evitar más derrumbes.
Sin embargo, casi 48 horas después del sismo, y con unas temperaturas inferiores a los -10 ºC por la noche, la esperanza de encontrar sobrevivientes era cada vez más baja.
"Si estuviéramos en verano, la gente podría resistir un poco más, quizás. Pero es difícil pensar que esto vaya a pasar con un frío semejante. Que Dios los ayude", declaró Hasan Duran, un jubilado.
Este vecino del barrio "temió por su vida" durante el sismo. "El edificio se balanceaba como una cuna. He vivido varios terremotos, pero nunca nada parecido", añadió, calentándose las manos en un brasero.
- Refugiados en un tren -
Cerca de un millar de ellos pasaron la noche en dos trenes en la estación de Elazig, reconvertidos en refugio de emergencia.
"Aquí no hay riesgo de que nos veamos atrapados en un derrumbe y se está más caliente que en una tienda", comentó Berivan Arslan, de 55 años, que decidió dejar su casa al ver las grietas que recorren la fachada de su edificio.
Con su hija y sus dos nietas, duerme desde hace dos noches en un coche de seis asientos.
Pero la capacidad de los refugios de emergencia es insuficiente para atender las necesidades de la aglomeración, de 350.000 habitantes.
"Cada vez que repartimos mantas o alimentos, la gente se pelea", comentó un voluntario de la Media Luna Roja. "Si continúa la falta de medios y de organización, en los próximos días habrá incidentes", advirtió.
A la espera de más ayudas, y por temor a las réplicas, de las que ya se produjeron más de 600, muchos habitantes pasaron de nuevo la noche afuera, a pesar del intenso frío.
"Nuestros hijos tienen miedo, tienen la moral por los suelos", dijo Esra Kasapoglu, que pasó la noche del sábado junto a una hoguera, en medio de la calle.
Turquía está situada en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. En 1999, un terremoto de magnitud 7,4 sacudió al noroeste del país y causó más de 17.000 muertos, un millar de los cuales, en Estambul.
El último sismo de importancia que sufrió el país, de magnitud 7,1, se produjo en 2011, en la provincia de Van (este) y dejó más de 600 víctimas mortales.