MIENTRAS el Congreso de Bolivia analizaba dar luz verde a la convocatoria de elecciones generales tras la presentación del proyecto que en tal sentido presentó la mandataria interina, Jeanine Añez, a pocas cuadras de éste se registraron violentos enfrentamientos entre opositores seguidores de Evo Morales y la fuerza pública.
La policía lanzó gas lacrimógeno contra la multitudinaria marcha de opositores al gobierno Áñez que habían descendido desde El Alto y llegado a La Paz, con los féretros de víctimas de un reciente enfrentamiento con las fuerzas de seguridad en inmediaciones de Senkata, una planta de distribución de combustibles.
Los manifestantes huyeron despavoridos por las calles aledañas a la plaza San Francisco, a donde habían llegado miles de pobladores de El Alto que rechazan al gobierno interino y protestaban por la violenta acción de las fuerzas militares.
Los choques en Senkata estallaron después de que los uniformados despejaron la salida de camiones destinados a paliar la escasez de combustible en la capital, afectada por los bloqueos de rutas y donde se multiplican las filas para encontrar gasolina, gas y abastecerse de pollos y verdura.
"¡Justicia,justicia!", clamaron los manifestantes a su paso con los cuerpos.
"Nos han acribillado, bala nos han metido. Esto es sanguinario", dijo Rufino Copa, un agricultor de 42 años que participa en las protestas contra Jeanine Áñez, la senadora de oposición que asumió el poder en reemplazo de Evo Morales, tras su renuncia y su exilio en México.
Los pobladores que lograron llegar a La Paz con sus muertos, en un abierto desafío a las nuevas autoridades, acusan a las fuerzas oficiales de haber disparado contra la manifestación que rodeaba la distribuidora de Senkata. El gobierno interino niega la responsabilidad en las muertes.
"Queremos justicia, no queremos que esta señora sea presidenta", dijo una mujer indígena con su bebé de ocho meses a las espalda que pidió reserva ante su temor de ser perseguida.
Ante el estallido social, que ha profundizado las divisiones entre los indígenas leales al exmandatario y la gente de las clases medias y altas de las ciudades, el Congreso busca apaciguar los ánimos mediante el llamado a elecciones y la anulación del proceso del 20 de octubre, en el que Morales buscaba un nuevo mandato tras 13 años al frente de Bolivia.
La oposición, en cabeza del excandidato Carlos Mesa, alegó fraude y encendió las calles contra el exgobernante aymara de 60 años, mientras la OEA dijo haber encontrado irregularidades en las votaciones.
La represión de las protestas aumenta la rabia contra el gobierno de Áñez, quien liberó de responsabilidades penales a los militares que intentan imponer orden.
En seis de los nueve departamentos de Bolivia hay bloqueos de vías, lo que ha disparado el precio de productos de la canasta familiar hasta 200% en ciudades como La Paz.
Después de un mes de agitación social, con 32 muertos, también crece el rechazo a los indígenas leales a Morales. Gregorio Cusqui, de 52 años y mecánico dental, rechaza el eventual regreso del exmandatario ante la violencia que le endilga a sus seguidores.
"Quiero elecciones y que el pueblo decida (...), no es conveniente que vuelva", comenta, en la ciudad de El Alto, un feudo del MAS.
El gobierno de Áñez, que se juramentó el 12 de noviembre aduciendo el abandono de Morales a su cargo, lo acusa de instigar el cerco a las ciudades para cortar la distribución de alimentos.
El ministro de Gobierno (Interior), Arturo Murillo, presentó un video con una voz que atribuyó a Morales dando instrucciones al respecto.
Entre tanto el expresidente Morales consideró ayer que tendría "derecho de presentarse" a una nueva elección, pero se declaró dispuesto a "renunciar" si su candidatura favorece la "pacificación del país".
"Tengo derecho a presentarme, pero si esto va en detrimento de la pacificación del país, renuncio", explica Morales, que recibió asilo político en México, en una entrevista publicada en el sitio web del semanario alemán Der Spiegel.
Ante la pregunta de "¿Cuándo regresará a Bolivia?", fue terminante: "Si fuera posible ahora mismo, echo mucho de menos mi casa. Extraño mi trabajo, trabajaba todos los días desde las cinco de la mañana hasta las diez u once de la noche", precisó
Finalmente, ayer se informó que Estados Unidos apoya al gobierno interino de Bolivia en la organización de elecciones "libres, justas e inclusivas" y pide a todos los bolivianos y a la comunidad internacional respaldar una transición pacífica en el país.
"Los que participaron en las escandalosas irregularidades y la manipulación de los votos en las fallidas elecciones del 20 de octubre deben, por el bien de Bolivia, hacerse a un lado y dejar que los bolivianos reconstruyan sus instituciones", señaló Mike Pompeo