Rusia y Estados Unidos volverán a reunirse "la próxima semana" tras mantener este viernes en Ginebra conversaciones "francas" sobre la crisis en torno a Ucrania, en cuya frontera siguen concentradas fuerzas militares rusas.
La reunión de Ginebra entre los jefes de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, y estadounidense, Antony Blinken, es la última de una serie de iniciativas diplomáticas que empezaron con dos conversaciones telefónicas entre los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden en diciembre.
Aunque el tono fue "franco y sustancial", según Blinken, también sirvió para rebajar tensiones tras semanas de escalada verbal.
Lavrov señaló haber acordado con el secretario de Estado estadounidense "un diálogo razonable" para "calmar las emociones" tras algo menos de dos horas de reunión.
Tras el encuentro, el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores advirtió sin embargo en un comunicado que si los occidentales seguían "ignorando las preocupaciones legítimas de Rusia" en relación a la ampliación de la OTAN en Ucrania y en su frontera occidental, habrá "graves consecuencias".
"Esto puede evitarse si Washington reacciona positivamente a nuestros proyectos de acuerdo sobre garantías de seguridad", dijo el Ministerio.
El jefe de la diplomacia estadounidense pidió a Rusia que demuestre que no tiene intención alguna de invadir a su vecino y "una muy buena manera para empezar sería desescalando, haciendo retroceder esas fuerzas en la frontera de Ucrania", dijo Blinken.
El Kremlin niega cualquier intención bélica, pero condiciona la desescalada a la firma de tratados que garanticen la no expansión de la OTAN y la retirada de la Alianza transatlántica de Europa del Este.
Algo inaceptable, según Occidente, que amenaza a Rusia con duras sanciones si ataca a Ucrania, una exrepública soviética.
Blinken aceptó poner sobre la mesa "ideas" la semana que viene, pero no dijo si cumplirían las demandas detalladas de los rusos. Sin embargo, el estadounidense advirtió que habría una respuesta incluso en caso de agresión "no militar" de Rusia contra Ucrania.
"No sé si estamos en el buen camino", dijo Lavrov, mientras que su homólogo aseguraba: "ahora estamos en la vía correcta para entender las preocupaciones y las posiciones del otro".
Los dos jerarcas diplomáticos acordaron volver a reunirse y Blinken no descartó una cumbre entre Biden y Putin. Una idea que Lavrov consideró prematura.
"Bueno saber que los contactos diplomáticos con Rusia permanecen activos", dijo el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Dmytro Kuleba, tras la reunión.
Como muestra de la complejidad de la situación, la diplomacia rusa eligió el viernes, el día de las negociaciones, para insistir en la retirada de las tropas extranjeras de los países de la OTAN que se incorporaron a la Alianza después de 1997.
Moscú mencionó específicamente a Bulgaria y Rumanía, aunque la lista incluye a 14 países del antiguo bloque comunista.
Rumania consideró esa demanda inaceptable y la propia OTAN la rechazó, alegando que ese repliegue "crearía miembros de la OTAN de primera y de segunda clase", según dijo su portavoz Oana Lungescu.
El servicio de inteligencia militar ucraniano acusó ea Moscú de seguir "reforzando las capacidades de combate" de los separatistas prorrusos en el este de Ucrania, con tanques, sistemas de artillería y municiones.
Rusia es considerada, a pesar de sus desmentidos, como el principal apoyo de estos combatientes y la instigadora del conflicto que ha dejado más de 13.000 muertos desde 2014. Ese mismo año anexionó Crimea, en respuesta a una revolución prooccidental en Ucrania.
El presidente de la cámara baja rusa, Viacheslav Volódin, anunció que el parlamento debatirá la próxima semana una petición para que Putin reconozca la independencia de los dos territorios separatistas de Donestk y Lugansk.
La reunión de Ginebra completa una gira por Europa de Antony Blinken para reunirse con sus aliados ucranianos, alemanes, franceses y británicos.