EL eterno debate entre el sí y el no por la independencia de Escocia se reeditó en la campaña política por el Parlamento que se elige este jueves, pero con una gran diferencia: a hoy son más los que quieren permanecer en el Reino Unido.
El Partido Nacionalista Escocés, SNP, liderado por la primera ministra Nicola Sturgeon busca refrendar su mandato, con amplio respaldo popular, para presionar un nuevo referendo por la independencia. Esa es la misma bandera que esgrime su mentor y ahora escindido de esa colectividad, el expremier Alex Salmond. Sin embargo, ni uno ni otro parecen darse cuenta que el sentir ciudadano mayoritario es todo lo contrario a lo que pretenden.
Según Sturgeon, si se logra una mayoría independentista en el Parlamento local, que cuenta con 129 escaños, se “privaría” al primer ministro británico Boris Johnson de toda "justificación democrática, electoral o moral" para oponerse a un nuevo referendo para que sean los escoceses los que definan la secesión.
Mientras Salmond, con su novel partido “Alba” ("Escocia" en gaélico escocés), prometió que de recuperar el mando del gobierno regional su prioridad sería convocar de inmediato negociaciones con Londres con el mismo fin.
Como se sabe, en 2014, con el beneplácito del Reino Unido se realizó un referendo en el que el 55% de los escoceses dieron su no a la independencia. Y en ese momento, hace siete años, se acordó que el mismo se realizaría solo “una vez en una generación”. De allí que las promesas de estos dos líderes a sus electores de convocar a las urnas en 2023 para volver a pronunciarse sobre el mismo tema se visualicen fallidas.
Sin embargo, tanto Sturgeon como Salmond arguyen que dicha consulta fue realizada antes del Brexit que ha cambiado las cosas, especialmente para los sectores pesquero y agrícola, muy afectados por la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Pero dicho discurso se ha ido decantando entre los ciudadanos y a medida que se acerca la cita en las urnas, la tendencia a favor de una posible independencia se revirtió. Tras meses de tener la mayoría los que están a favor de dejar el Reino Unido, la más reciente medición, la de Savante ComRes revela que el 49% de los escoceses votarían no en un referendo próximo frente al 42% que optaría por el sí.
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Salmond vs. Sturgeon
Nicola Sturgeon, cuya popularidad entre los escoceses se ha afianzado gracias a su gestión de la crisis del coronavirus, pretende esperar al fin de la pandemia y dependiendo del resultado electoral del jueves seguir presionando para una nueva convocatoria a las urnas sobre este tema, a más tardar en dos años. De antemano ello le implicaría una negociación política con su otrora jefe, Salmond, lo que no parece viable por las profundas rencillas de éste contra la actual mandataria, a la que acusó a comienzos de este año de mentir al Parlamento y violar las normas del Gobierno cuando se investigaban varias acusaciones de acoso sexual contra él.
“No tengo dudas de que Sturgeon ha roto el Código Ministerial”, afirmó en ese entonces Salmond ante el comité parlamentario que analiza las irregularidades del sistema gubernamental de denuncias sexuales que se activó cuando él mismo fue acusado, un proceso que ya fue definido por la justicia escocesa como "fraudulento y viciado".
Y ello fue el puntillazo final a una relación que venía deteriorándose desde el mismo momento en que el hoy expremier hubo de dar un paso al costado por las acusaciones en su contra y entregar el poder a Sturgeon.
Pero más allá de esa disputa interna independentista y el lema de campaña que una Escocia soberana sería “más justa y más próspera” lo real es el sentir ciudadano, cada vez más preocupados por la situación económica fruto de la pandemia y la proyectada recuperación tras ella. Una cosa es tener la mano del Reino Unido para la reactivación y, otra muy diferente, empezar casi de cero.
El jefe de los conservadores escoceses, Douglas Ross, ha enfatizado que un nuevo referendo supondría una "distracción" y sería un desgaste tanto de recursos como de tiempo. Ahora, reiteró, lo importante es seguir el plan para acelerar la economía.
En la misma línea se pronunció su homólogo laborista Anas Sarwar, un dentista de 37 años, Escocia necesita responsables políticos "que quieran unificar" el Reino Unido y "no dividirlo".
Como en el resto del mundo donde se han celebrado procesos electorales en tiempo de pandemia, las restricciones sanitarias han obligado a los partidos a escoceses hacer campaña por internet.
"Es una situación muy extraña: es una elección importante pero el público realmente no está muy motivado", sostiene Christopher Carman, profesor de ciudadanía en la Universidad de Glasgow, aunque aclara que es muy difícil tener un termómetro electoral con las personas encerradas.
Los escoceses tienen un sistema híbrido de elección ya que cada ciudadano deposita dos votos: por un candidato en su circunscripción y por un partido.
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En total, 56 diputados del Parlamento local se eligen por el sistema proporcional.
Precisamente es en esta parte de los comicios que se concentra Salmond, que con su partido “Alba” recaba creciente apoyo según los sondeos y podría lograr una mayoría.
Temerosa de que se confirmen las encuestas y que, por obvias razones, los votos que suma su hoy rival político se los resta a ella, Sturgeon le acusa de "jugar con el futuro del país".
Controlar la economía
En su programa, el SNP sostiene que la independencia permitirá a Escocia controlar su economía y apuesta por la creación de nuevos empleos verdes y el apoyo a las start-ups.
También insiste en la necesidad de que el sector pesquero pueda acceder al mercado único europeo. Pero para los conservadores, la independencia "dañará" la economía.
Entre los electores, algunos critican la falta de precisiones.
"Algunas de las políticas que se propusieron hace siete años (en el último referéndum) eran un poco fantasiosas y no parecen haberse aclarado desde entonces", lamenta Peter Constable, un jubilado de 68 años en Glasgow.
Escocia tiene un mayor déficit público que el Reino Unido en su conjunto, por lo que, en caso de independencia, debería recortar gastos o aumentar impuestos, así como reorientar su comercio, subraya David Bell, profesor de economía de la Universidad de Stirling.
Y si llegara a darse el caso de reintegrarse a la Unión Europea, para lo que tendría que haber ganado la independencia, surgen algunos interrogantes sobre la moneda que se utilizaría en Escocia, el funcionamiento de su banco central y sus fronteras, agrega. Pero a Escocia "le podría ir bien", asegura, gracias a las energías renovables y como centro financiero anglófono.
Como se ve, la elección del Parlamento regional tiene un trasfondo más ambicioso, pero, por inviable. Muchos analistas señalan que la votación será crucial para la unidad del Reino Unido y una especie de termómetro sobre la popularidad del premier británico Boris Johnson. Pero él, desde el mismo momento de su llegada al No.10 de Downing Street le dejó claro a la primera ministra Sturgeon: “el pueblo escocés votó decididamente en su momento a favor de que nos mantuviéramos juntos en el Reino Unido. Y tanto el Gobierno escocés como el británico se comprometieron a respetar ese resultado en el Acuerdo de Edimburgo…Un nuevo referéndum prolongaría el actual estancamiento político que vive Escocia en la última década”.