Bernie Sanders, el candidato de la izquierda demócrata, desestimó las dudas sobre su permanencia en la contienda por la nominación presidencial demócrata anunciando ayer que sigue en las primarias, pese a una serie de reveses frente a Joe Biden, que consolida su posición de favorito para enfrentarse a Donald Trump en noviembre.
"El domingo espero con ansias el debate en Arizona con mi amigo Joe Biden", dijo Sanders en una conferencia de prensa en su ciudad de Burlington, en el estado de Vermont, después de que el exvicepresidente ampliara su ventaja en las primarias tras una serie de votaciones.
"Donald Trump debe ser derrotado y yo haré todo lo posible para que eso ocurra", agregó el senador de izquierda en un discurso en el que criticó el "cruel" sistema migratorio y defendió un alza del salario mínimo y una reforma del sistema de salud para dar cobertura universal.
La campaña de Biden, un candidato moderado de 77 años que fue vicepresidente de Barack Obama, avanza con viento en popa después de que el martes ampliara su ventaja en la interna partidaria con victorias en las primarias en Michigan, Misuri, Misisipi y Idaho.
Tras ganar 10 de los 14 estados del supermartes la semana pasada y arrasar antes también en Carolina del Sur, Biden se alzó con cuatro de los estados en liza, acercándose al objetivo de lograr los 1.991 delegados necesarios para ser el abanderado de los demócratas.
Sanders, de 78 años, que había tenido un buen desempeño en las primeras tres votaciones demócratas y se quedó con California, la joya de la corona del supermartes, por ahora venció solo en un estado el martes: Dakota del Norte.
El senador lideraba el conteo en el estado de Washington, aunque cabeza a cabeza con Biden con casi 70% de los votos reportados.
La victoria de Biden en Michigan fue el gran revés de la noche para Sanders, quien triunfó allí sobre Hillary Clinton en las internas demócratas de 2016.
Michigan era el gran premio de la jornada porque otorgaba el mayor número de delegados a la convención nacional demócrata que definirá el candidato en julio. Pero también por ser un "estado bisagra" que optó por Trump hace cuatro años y que se anticipa un campo de batalla decisivo en los próximos meses.
Biden, que hace 15 días era dado por muerto en la carrera, vuelve a ser el favorito para quedarse con la investidura, tras lograr apoyos decisivos en el sur, donde pesa mucho el voto negro, crucial para cualquier triunfo demócrata, y mostrarse como una opción para la clase trabajadora blanca del Medio Oeste.
Cuando su victoria tomó forma el martes por la noche, Biden tuvo palabras de acercamiento a Sanders, agradeciéndole a él y a sus seguidores "su energía incansable y su pasión" y asegurando que ambos comparten "un objetivo común".
La congresista Alexandria Ocasio-Cortez, una joven legisladora de Nueva York que es uno de los pilares del apoyo a Sanders, dijo que la jornada marcaba "una noche dura para el movimiento".
Con el fantasma de 2016, cuando la profunda división entre Clinton y Sanders le costó muy caro en las urnas, el Partido Demócrata enfrenta el gran desafío de la unión.
Para Julian Zelizer, profesor de historia en la Universidad de Princeton, los dos septuagenarios deben dar pasos en dirección al otro