Los esfuerzos de Arabia Saudita para acercarse a Rusia son indicios de su intención de convertirse en un nuevo socio estratégico en Medio Oriente
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MIENTRAS el verano llegaba a su fin, el ministro ruso de relaciones exteriores, Serguéi Lavrov, hizo una gira por Oriente Medio, para visitar a las monarquías del Golfo y Jordania.
Las visitas se dieron en un momento en el que Moscú espera hacer un último esfuerzo para potenciar la idea de las zonas de escalamiento en Siria, y la reactivación del diálogo político.
Sin embargo, no fue sólo la guerra en Siria la que llevó a Lavrov a Oriente Medio. A medida que Rusia intensifica sus esfuerzos para hacer que su retorno a la región sea duradero, continúa buscando nuevas oportunidades para hacer su estancia allí igual de relevante.
Con este fin, Moscú hizo un intento cauteloso de mostrarse como mediador en la brecha que separa, en este momento, a los miembros del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo) y pudo conseguir finalmente una visita oficial del rey Salman de Arabia Saudita a Rusia.
La guerra en Siria ha alcanzado una coyuntura crítica en la que el control territorial cada vez menor de Daesh, lleva consigo nuevos intentos de diálogo político. Después de tres años de bloqueo, el Ejército sirio ha recuperado el fuerte de Deir Ez-Zour y ahora está presionando a Daesh.
El Ejército ruso afirma que Bashar al-Assad ha ganado el 85 % del territorio sirio respaldado por grupos extremistas.
En vista de las ganancias territoriales del Gobierno sirio, Rusia está acercándose a una nueva ronda de conversaciones en Astana (capital de Kazajistán donde se realizan diálogos para la situación de Siria) que según los funcionarios del país, pueden dar lugar a un avance en lo que respecta a la compleja zona de escalamiento en Idlib, Siria.
El éxito militar, y diplomático, de Damasco y sus aliados, está forzando a las monarquías sunitas que han ido incrementando gradualmente su presencia en Siria a reevaluar fundamentalmente su posición frente al resultado de la guerra siria.
Esta es una impresión que Moscú se llevó hace mucho tiempo y está buscando capitalizar.
“En modo de escucha”
En este sentido, durante su viaje al Golfo, Lavrov estuvo la mayor parte del tiempo en "modo de escucha", disfrutando de la oportunidad de oír a las monarquías sunitas, explicando en qué va a consistir su nueva política frente a la victoria de Assad.
Uno de los temas discutidos en el Golfo, fue la posibilidad de consolidar a varios grupos de la oposición siria bajo un frente unido que podría tener una sola voz en Ginebra.
En su visita a Abu Dabi a finales de agosto, el ministro Lavrov explicó que "cuando Arabia Saudita se presentó con la iniciativa de unir al HNC [El Comité Supremo de Negociaciones de Siria], el grupo de El Cairo y el de Moscú, apoyamos activamente esta idea".
Este es el movimiento que Moscú anticipó durante mucho tiempo, y se ha estado preparando para fortalecer grupos de oposición dóciles diferentes a los grupos respaldados por Arabia Saudita.
Ahora que Arabia Saudita reconoce que el resultado de la guerra siria no lo favorecerá, está tratando de ampliar su poder de negociación unificando a varios grupos de oposición bajo una misma organización central.
Rusia no ve esto necesariamente como un desarrollo negativo para su estrategia en Siria, porque de esta manera Moscú tiene una voz en la agenda de la oposición unificada al tener a sus viejos aliados, como Qadri Jamil, en el grupo.
Sin embargo, el hecho de que Rusia permita que Arabia Saudita amplíe su voz en las conversaciones políticas, probablemente significa algo mucho más grande que lo referente a las próximas conversaciones en Ginebra.
La permanencia de Assad en el poder no equivale al reconocimiento mundial de su victoria, y regresar su país a la comunidad internacional puede llegar a ser tan difícil como ganar la guerra.
La cuestión de cómo legitimar el resultado del conflicto sirio es algo que el Gobierno ruso todavía tiene que analizar.
Reconstrucción
Al mantener un alto nivel de compromiso de Arabia Saudita, y otros países, en la negociación de las modalidades políticas del asentamiento sirio, Moscú busca internacionalizar la responsabilidad del futuro del país y, de la misma manera, compartir los costos de su reconstrucción.
Lo último que los políticos rusos quieren en este momento es heredar una Siria destruida cuya reconstrucción no tendría ingresos financieros para Moscú.
En medio de conversaciones privadas, altos diplomáticos rusos llegaron a afirmar que el mundo no debería esperar que el Kremlin pague la cuenta de la reconstrucción siria. En el arreglo de la crisis siria, cuyos ejes ya son ampliamente visibles, hay una variable que sobresale, y es Irán y su papel en Siria después del conflicto.
En el contexto de la negociación actual sobre Siria, Arabia Saudita está haciendo ofertas a Moscú, demostrando su voluntad de atender las preocupaciones de Rusia, lo cual históricamente, es poco característico en la relación ruso-saudí.
De acuerdo con funcionarios rusos, Riad finalmente ha dado luz verde a la visita de Salman a Moscú en octubre de este año, después de haberla reprogramado varias veces en el pasado.
Además de acordar un consenso sobre la cuestión de los recortes petroleros con Rusia, Arabia Saudita ha expresado en los últimos meses su voluntad de cooperar con Moscú en un amplio espectro de temas, desde inversiones hasta acuerdos de armas.
Según indican funcionarios rusos el viaje de Salman a Moscú, el cual va a estar acompañado de una serie de contratos lucrativos, debería ser el inicio de una era en las relaciones de los dos países.
Estos esfuerzos extraordinarios para acercarse al Kremlin son indicativos de la intención de Riad de convertirse en un nuevo socio estratégico en Oriente Medio y de deshacerse de Irán como su principal respaldo diplomático en el campo de combate mundial.
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*Experto del consejo de asuntos internacionales de Rusia. Publicado originalmente en la Agencia Anadolu
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