Cuba conmemora sin pompa este martes los 60 años de su revolución socialista, fuente de inspiración para la izquierda de América Latina, confrontada a dificultades económicas y cada vez más aislada ante el avance de la derecha en la región.
Por azar del calendario, el nuevo aniversario coincidió con la investidura del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil, a la que no fueron invitados el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ni el de Venezuela, Nicolás Maduro, a los que el flamante mandatario califica de "dictadores" de izquierda.
Desplegando una bandera verde-amarilla durante su ceremonia de investidura, Bolsonaro proclamó: "esta es nuestra bandera, que nunca será roja". Y poco después afirmó que este martes marca el día "en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo".
Al igual que Brasil, Argentina, Chile y Perú dieron un vuelco a la derecha en los últimos años.
"60 años de sacrificios, luchas y bloqueo (embargo); allí está el heroico pueblo cubano, ejemplo de resistencia y dignidad", tuiteó Maduro, mientras su homólogo boliviano, Evo Morales, destacó que con la revolución "nació la luz de esperanza y voluntad invencible por la liberación de los pueblos".
Por su parte, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, felicitó a la "revolución solidaria conducida por Fidel y Raúl" Castro.
Hablará Raúl
"Hoy la cita es con Raúl en Santiago (de Cuba, sureste). Ahí estará el pueblo (...) de todos los que han luchado y luchan por mantener la Patria libre, soberana y feliz", tuiteó Díaz-Canel, de 58 años y quien lo reemplazó en la presidencia en abril.
Durante la discreta conmemoración, Raúl, que sigue al frente del gobernante Partido Comunista (PCC, único), pronunciará un discurso hacia las 17H15 locales (22H15 GMT), en el cementerio que guarda las cenizas de su hermano Fidel.
Las calles de Santiago, "cuna de la revolución", están engalanadas con banderas y carteles. En uno de estos, que muestra a un vigoroso Fidel alzando un fusil junto a Raúl, se lee: "60 años de victorias".
Veintiún cañonazos de salva en La Habana a la medianoche dieron inicio a la conmemoración, con conciertos y bailes en toda la isla.
Pero ¿hay razones para festejar? "El legado histórico de la revolución cubana parece muy desgastado, tanto desde el punto de vista político como económico", señala Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad de la Florida.
A diferencia de los Castro, Díaz-Canel no goza de la legitimidad de haber combatido a la dictadura de Fulgencio Batista.
Más crítico, el opositor Vladimiro Roca asegura a la AFP que la revolución "se va a extinguir por su propio peso", porque "la juventud está cansada" y "no tiene apoyo ninguno en el exterior".
Amada y odiada, los seguidores de la revolución destacan sus logros en educación y salud, pero sus críticos le achacan un desastroso manejo de la economía, la existencia de presos políticos y la falta de libertades.
Nuevos "desafíos"
Tras un 2018 marcado por dificultades económicas, Díaz-Canel aseguró en Twitter que 2019 será otro año de "desafíos".
Para el gobernante "la batalla más importante" es la economía, que apenas creció 1,2% en 2018, muy por debajo del 5% necesario para impulsar el desarrollo de la isla.
Otrora primer productor mundial de azúcar, Cuba debió importarla recientemente desde Francia, y los cubanos enfrentaron a finales de 2018 escasez de harina y huevos.
"Cada año el gobierno importa alrededor de 2.000 millones en alimentos y estos gastos no resuelven la seguridad alimentaria en el país", subraya Marlene Azor, exprofesora de la Universidad de La Habana, en un informe del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina.
Para Azor "el 'modelo de bienestar' que Cuba "exportó durante décadas (...) demostró su estancamiento y regresión a partir de la pérdida de los subsidios", con la desintegración de la URSS en 1991.
Para "actualizar" su modelo económico, Cuba llevará a referendo el 24 de febrero una nueva Constitución, que reconoce el papel del mercado, la propiedad privada y la inversión extranjera.
Sin embargo, ese texto ratifica el destino "comunista" y de partido "único" del país.
Enfrentada al embargo estadounidense y a la política hostil de la administración Trump, que la califica junto con Venezuela y Nicaragua como "la troika de la tiranía", el panorama de los aliados de Cuba no es halagüeño: una Venezuela en crisis está luchando para asegurar sus entregas de petróleo a la isla.
Y si bien el presidente ruso Vladimir Putin calificó el domingo a Cuba como un "socio estratégico y aliado de confianza", no está dispuesto a subsidiarla como lo hizo URSS. Tampoco lo hará China.