Tensión y cruce de acusaciones en inicio del debate jurídico que determinará si hay mérito para abrir juicio al mandatario republicano quien volvió a señalar que es una cacería de brujas
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CON intensidad y fuerte cruce de acusaciones inició en la Cámara de Representantes de Estados Unidos el debate jurídico al informe que tras dos meses de investigación realizaron legisladores demócratas y con el que pretenden argumentar que hay motivos para iniciar un juicio político contra el presidente Donald Trump.
El clima hostil que se vive en esa cámara del Congreso norteamericano desde semanas atrás, con la citación a exfuncionarios de la Casa Blanca y exmiembros del cuerpo diplomático para que testificaran en lo que se ha conocido como el “Ucrania-gate” se evidenció ayer, aún más, denotando la profunda división del tradicional bipartidismo: los demócratas liderados por Nancy Pelosi y la bancada republicana que defiende al presidente Trump.
Al iniciarse el mencionado debate con la revisión de pruebas, los conservadores respondieron enfáticamente que la oposición demócrata estaba presionando para destituir a un presidente democráticamente electo.
Al pedirle a Kiev que investigara a Joe Biden, potencial rival en las presidenciales del próximo año, Trump "incitó de manera directa y explícita la interferencia extranjera en nuestras elecciones", dijo Jerry Nadler, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, en la apertura de una audiencia pública.
"Utilizó los poderes de su cargo para tratar de lograrlo. Envió a sus emisarios para dejar en claro que esto es lo que quería y exigía", dijo Nadler.
"Estaba dispuesto a comprometer nuestra seguridad y su cargo para obtener beneficios personales y políticos", agregó el congresista que tiene como encargo redactar los eventuales artículos de una acusación contra el presidente, para después señalar que "si no actuamos ahora", Trump seguramente "intentará solicitar interferencia extranjera nuevamente" en las elecciones.
Ante ello, el número dos del Comité Judicial, el republicano Doug Collins, tomó la palabra para rechazar estas acusaciones, sugiriendo que los demócratas querían organizar un "golpe de Estado" con este procedimiento.
"Es una farsa", dijo el legislador republicano.
Luego, irónicamente, citó una antigua declaración de Nadler durante el proceso de destitución del presidente Bill Clinton en 1998: "El golpe partidista caerá en la infamia en la historia de la nación", dijo, recordando sus palabras.
"Estamos teniendo un juicio político sin hechos", afirmó, rechazando el informe final sobre la investigación de Trump, publicado el martes.
"Tenemos un odio profundamente arraigado hacia un hombre que vino a la Casa Blanca e hizo lo que dijo que iba a hacer", dijo Collins, refiriéndose a Trump. "Esto no es un juicio político" sino "una pérdida de tiempo".
Los republicanos, visiblemente determinados a interrumpir el curso de la audiencia, denunciaron una "farsa" creada por los demócratas.
"Esto no es un juicio político" sino "una pérdida de tiempo", dijo el congresista Doug Collins, encargado de impulsar el contragolpe.
Los demócratas liderados por Pelosi han centrado sus energías en el caso de Ucrania, luego que un informante anónimo señalara que el presidente Trump había solicitado al mandatario de dicho país investigar a uno de sus posibles rivales en las presidenciales de 2020, el demócrata Joe Biden, y los negocios de su hijo en ese país, donde fungía como asesor de una compañía denunciada por presuntos actos de corrupción.
El presidente republicano asegura haber estado en su derecho pero la oposición demócrata, mayoritaria en la Cámara Baja, está convencida e intenta demostrar que hubo abuso de poder para favorecer su campaña a la reelección, fundamentalmente al congelar una ayuda militar de unos 400 millones de dólares destinada a ese país en conflicto con Rusia.
La Cámara de Representantes inició en septiembre un procedimiento con miras a la destitución del presidente y confió al Comité de Inteligencia la investigación, en cuyo informe concluyó que Trump había "puesto sus intereses personales y políticos por encima de los intereses nacionales, intentado socavar la integridad del proceso electoral estadounidense y puesto en peligro la seguridad nacional".
Por su parte Trump calificó el informe como una "broma", y denunció que el proceso era "algo muy malo" para Estados Unidos.
Sobre la base de este informe de investigación, cuatro juristas -tres elegidos por los demócratas y uno por los republicanos- determinarán si las acusaciones contra Trump corresponden a uno de los motivos de destitución citados en la Constitución de Estados Unidos: actos "de traición, corrupción u otros crímenes y delitos graves".
Tres académicos de derecho invitados por los demócratas aseguran que sí correspondería iniciar este procedimiento.
"Implicar un gobierno extranjero en nuestro proceso electoral es un abuso de poder particularmente grave porque debilita la democracia", dijo Pamela Karlan, profesora de derecho en la Universidad de Stanford.
"Si el Congreso no lo destituye, el proceso de destitución habrá perdido su significado, al igual que las garantías constitucionales destinadas a evitar la instalación de un rey en suelo estadounidense", aseguró Michael Gerhardt de la Universidad de Carolina del Norte.
Pero otro académico, invitado por los republicanos, consideró que la evidencia era "insuficiente" y lamentó la precipitación de los demócratas. "No es así como se debe destituir a un presidente", dijo Jonathan Turley, de la Universidad George Washington.
Invitados por Nadler, los abogados de la Casa Blanca se negaron a participar en la audiencia denunciando un procedimiento "injusto".
Estadounidenses, divididos
El Comité Judicial podría debatir al menos cuatro posibles cargos contra Trump: abuso de poder, corrupción, obstrucción del Congreso y obstrucción de la justicia.
Una vez redactados, los artículos de acusación serían sometidos a votación plenaria en la cámara baja del Congreso, lo que podría ocurrir incluso antes de Navidad.
El multimillonario entraría entonces en los libros de historia como el tercer presidente estadounidense que afronta un proceso de destitución, después de Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998. Ambos fueron absueltos.
Los demócratas lo aprobarán probablemente sin problemas en la Cámara de Representantes, donde son mayoría. Sin embargo es poco probable que Trump sea destituido por el Senado, que tiene mayoría republicana.
Al igual que los legisladores, los estadounidenses están muy divididos respecto a la posibilidad de un proceso de destitución contra Trump: el 49% de la población lo apoya contra 44% que se opone, según una media de sondeos elaborada por RealClearPolitics.
Y, más allá de eso, en la antesala electoral para elegir al candidato presidencial, los demócratas han perdido tiempo valioso y mantienen un desorden en el tema. Con 15 candidatos en liza por la nominación y enfrascados en la intentona de destitución de Trump, tienen poco más de un mes para promover las propuestas de éstos en las primarias, que definirán la carta que se enfrentará al líder republicano, que busca la reelección.