EL pasado 25 de junio se inició la votación del referendo en el que los rusos definirán su apoyo a la reforma constitucional que le permitiría a Putin aspirar a la reelección una vez culmine su cuarto periodo en el poder.
Tras su paso por la KGB, Vladimir Putin inició su carrera política en 1991 cuando es nombrado presidente del Comité de Relaciones Exteriores de San Petersburgo. A partir de ese momento ocupa varios cargos en el gabinete y tras la renuncia de Boris Yeltsin en 1999 asume la presidencia interina del país durante algunos meses, se presenta a las elecciones del 2000 e inicia su primer periodo presidencial. Tras cuatro años en el poder busca la reelección y culmina su segundo periodo en el año 2008.
En consideración a que la Constitución rusa prohíbe más de dos mandatos consecutivos, Putin pasa a ser ministro, cargo que ocupa hasta el 2012, cuando vuelve a aspirar a la presidencia, pero esta vez para un periodo de 6 años tras una reforma constitucional. Una vez más es reelegido en 2018 con una aplastante votación del 76,67% y su mandato culmina en mayo de 2024.
La reforma que plantea, misma que ya fue aprobada en la Duma (Congreso) y que está siendo sometida a la voluntad popular mediante referendo, le permitiría aspirar inmediatamente a una nueva presidencia y su consecuente reelección, sin tener que esperar al menos un periodo, como está establecido.
De esta forma el mandatario podría eventualmente ser presidente por un total de 32 años (dos más de los que estuvo Stalin) y abandonaría el cargo con 83 años de edad.
La reforma ha generado diversas reacciones entre la comunidad internacional que la ve no sólo cómo contraria a los principios democráticos, sino que se duda de la confiabilidad de los resultados. Analistas consideran que Putin debe tramitar la modificación pronto, antes de que continúe cayendo en las encuestas y mientras las consecuencias que vendrán por el bajo precio del petróleo estén controladas.
La estrategia
El referendo comenzó un día después del desfile del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú que conmemoró el 75 aniversario de la rendición de la Alemania nazi al final de la Segunda Guerra Mundial. En el acto, Putin aseguró que "es imposible imaginar cómo sería el mundo si el Ejército Rojo no hubiera llegado para defenderlo". El despliegue militar tenía el objetivo de avivar el orgullo patriótico en momentos en que la capital sale del confinamiento por el coronavirus y estuvo diseñado para inclinar la balanza en favor de la reforma.
El pasado enero Putin propuso realizar una votación popular para enmendar la Constitución y uno de los principales asuntos que se pondrán a votación es la posibilidad de permitir la reelección consecutiva. El referendo, que estaba originalmente planeado para el 22 de abril, fue postergado debido al confinamiento, adicionalmente como medida de control de la pandemia, se programó durante cinco días para evitar aglomeraciones y se habilito la posibilidad de voto electrónico.
Aunque Putin no ha dicho abiertamente que busca la reelección, tampoco la ha descartado y el apoyo que ha dado a la reforma es indicio claro de su voluntad. El hecho de que la nueva Constitución rusa ya se venda en algunas librerías es prueba de la confianza en que superará el pulso electoral.
Esta confianza y el hecho de que se asume que, los cambios constitucionales, no vaya a tener efecto alguno en la relación entre Rusia y la UE. La propuesta no ha estado exenta de críticas e incluso provocó que el primer ministro, Dmitri Medvedev y el resto del gabinete renunciara de forma súbita horas después de que el Presidente anunciara los cambios.
Ante este revés, Putin pidió a los ministros que permanecieran en sus cargos hasta que designara un nuevo gobierno y nombró a Medvedev como jefe adjunto del Consejo de Seguridad del Kremlin, un poderoso organismo que incluye a funcionarios de defensa. Poco después, el mandatario nombró como primer ministro a Mijaíl Mishustin, quien ocupaba la cartera del Servicio Federal de impuestos.
Medvedev dijo en su momento que los cambios propuestos por Putin "introducirán cambios sustanciales no sólo en una gama completa de artículos de la Constitución, sino también en todo el equilibrio de poder, el poder del Ejecutivo, el poder del Legislativo, el poder del Poder Judicial” y agregó que “en este contexto, el gobierno en su forma actual ha renunciado”. Sin embargo ni está claro si la renuncia indicó un quiebre dentro del gobierno o si formaban parte de un plan coordinado del Putin para conservar el poder y remodelar el sistema político.
Aunque algunos observadores piensan con preocupación que esto podría preparar el terreno para la creación de un zar moderno: un líder ruso que está sobre la política del partido. Hay defensores de Putin como Liudmila Yudina, de 81 años, quien considera que “la prolongación de mandatos de quien dirige Rusia desde hace 20 años, no tiene nada de criminal. Es el primer presidente del que no hay que avergonzarse, que es firme y sabe defender nuestro país en el extranjero” y agrega que “la nueva generación está desgraciadamente del lado de Occidente en lugar de preservar los valores característicos rusos".
La opinión de la octogenaria no carece de importancia si se considera que aunque el 65% de los mayores de 65 años considera que el país va bien y apoyan las enmiendas, el 61% de entre 18 y 24 años estima que el país no va en la buena dirección y el 45% rechaza la reforma.
Habrá que esperar cual es la opinión de la mayoría del pueblo ruso a este respecto y ver de qué manera logra, el actual mandatario sortear crisis como la generada por el coronavirus y la bajada del petróleo para determinar si popularidad es lo suficientemente fuerte y logra su elección en 2024 y posterior reelección como muchos temen.