A POCOS meses de las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, funcionarios de seguridad multiplican los llamados a la vigilancia contra posibles intentos de piratas informáticos vinculados con Rusia para influir en el voto.
"Es muy probable que personas intenten manipular el debate y amañar los resultados de las elecciones europeas", estimó la semana pasada Julian King, Comisario Europeo a la Seguridad de la Unión en una entrevista con el diario francés L'Alsace.
Funcionarios de seguridad comparten la misma preocupación. "Puede ocurrir algo grave", afirmó un responsable, bajo condición de anonimato.
Para evitar estas injerencias, el servicio europeo encargado de la acción fuera de la UE creó un servicio en su división East Stratcom encargado de luchar contra la propagación de noticias falsas en las redes sociales.
"Hemos emprendido varias acciones para que la UE y los Estados miembros puedan reaccionar de manera rápida, eficaz y coordinada en caso de ataques cibernéticos", señaló hace poco un servicio de inteligencia europeo.
Para los responsables occidentales, la injerencia podría venir de Rusia, que ya ha sido acusada en el pasado de interferir en la vida pública de otros países.
Así, se acusó a Moscú de haber interferido en las elección presidencial estadounidense de 2016 y en la francesa el año siguiente, siguiendo un mismo esquema: atacar a un partido (en estos casos el Demócrata en EEUU y En Marcha, de Emmanuel Macron, en Francia), piratear sus datos, publicarlos, modificándolos o no, y después propagarlos en redes sociales.
Bajo nombres como APT28, APT29, Pawn Storm o Fancy Bear se esconden piratas informáticos que los servicios occidentales de inteligencia sospechan están vinculados con el GRU, la inteligencia militar rusa. Algo que sin embargo no se ha podido probar.
Este grupo siempre se ataca a "instituciones occidentales que están vinculadas con elecciones o con responsables políticos que tienen algún impacto a favor o en contra de la política del gobierno ruso", explica Loïc Guézo, de la firma de seguridad informática japonesa Trend Micro.
Después "divulgan datos para desacreditar" a la institución o al responsable político. A veces deforman la información obtenida antes de divulgarla en las redes sociales.
En Francia, por ejemplo, los servicios de seguridad vigilan de cerca las redes sociales, donde algunos medios rusos intentan "teatralizar las fracturas sociales", según un documento consultado por la AFP.
Rusia "ha desarrollado arsenales de información, con estrategias de manipulación mediante robots y cuentas falsas", explica Kévin Limonier, profesor de investigación del Instituto Francés de Geopolítica de la Universidad de París VIII, especialista en ciberespacio ruso.
Además de estas cuentas falsas y robots, hay también actores reales, medios, personas influyentes, que pueden dar peso a una información hasta que ésta sea retomada por actores exteriores.
Uno de los temores es que las sociedades europeas tienden a estar cada vez más divididas. "Las sociedades están mucho más abiertas a las teorías de conspiración", afirma una fuente de seguridad.
En este panorama inestable, Francia intenta afirmarse. Una fuente de inteligencia de ese país explica que las autoridades tienen "una línea política más directa y fijan más claramente cuáles son sus líneas rojas" frente a eventuales injerencias.
Francia, como otros países, expulsó a diplomáticos rusos tras el caso Skripal en 2018, señala esta fuente, como ejemplo.
"Pero hay que tener cuidado", advierte Limonier. "A fuerza de hacer publicidad a esta guerra hay un riesgo de que la amenaza parezca más importante de lo que es, lo que puede tener consecuencias políticas", apunta.