Tras las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre, el candidato demócrata, Joe Biden, fue declarado el 46º presidente de Estados Unidos (EU). Ahora se debate sobre cuál será el enfoque del mandatario y su equipo hacia Israel y su efecto en la geopolítica de la región y la política interna israelí.
Relaciones Israel-Biden
Las relaciones entre el electo presidente estadounidense e Israel deben abordarse en dos niveles. El primero es el personal, derivado de las conexiones familiares de Biden. El segundo es el nivel profesional, que se centra en la historia de Biden como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y vicepresidente de EU.
Cabe recordar que todos los hijos del presidente electo están casados con judías estadounidenses y que, durante su vida profesional, Biden formó parte del equipo del Congreso que organizaba viajes a Israel. Con base en esto, se podría pensar que él actuará de acuerdo con su propia observación y experiencia, sin apegarse a los análisis que se le presentarán o las sugerencias y posiciones de sus asesores.
Biden es un político que ha observado de cerca a Israel desde la década de 1970 y ha establecido relaciones personales con sus colegas israelíes. Su enfoque hacia el Estado judío se entiende claramente en este escrito publicado en su sitio web:
"Joe Biden deja en claro que la asistencia de seguridad que Israel recibe no será sujeta a ninguna decisión política. La administración de Biden mantendrá nuestro compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel, incluida la cooperación militar y de inteligencia sin precedentes iniciada durante la administración Obama-Biden, y la garantía de que Israel siempre mantendrá su ventaja militar cualitativa".
Sin embargo, los círculos demócratas han planteado en reiteradas ocasiones recortar la ayuda militar a Israel, como reacción a la expansión de los asentamientos judíos, una forma de protección de la relación con el público árabe en general y una señal de apoyo a la administración palestina.
En este contexto, en 1982, una dura conversación tuvo lugar entre el entonces primer ministro israelí, Menachem Begin, y Biden, quien era senador demócrata del estado de Delaware.
Biden le dijo al líder israelí que no criticaba las operaciones israelíes en curso en el Líbano, pero pedía que se detuviera la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, y subrayó que Israel podría perder el apoyo de EU debido a su política de asentamientos.
El presidente electo usó entonces sutilmente la ayuda militar estadounidense como una amenaza contra Israel. Begin respondió que cortar la ayuda militar no es un camino de un solo sentido, sino de dos, y agregó que estaba agradecido por la ayuda estadounidense y que la ayuda que Israel le brinda a EU en la región no debe tomarse a la ligera.
Biden debe haber escuchado y pensado mucho en los argumentos presentados por sus interlocutores en numerosas reuniones de alto nivel como esta. Se podría decir que la administración de Biden evaluará la ayuda militar a Israel en el contexto de los intereses nacionales. Desde este punto de vista, se puede decir fácilmente que la cooperación entre Israel y EU en el campo de la seguridad y la inteligencia continuará expandiéndose y profundizándose.
Los asentamientos
En cuanto a los asentamientos judíos, más de 600.000 personas viven en ellos en Cisjordania y 220.000 en el Este de Jerusalén. El tema es complicado tanto para la política interna israelí como para los presidentes estadounidenses y sus gabinetes.
En este contexto, cuando el expresidente Barack Obama dejaba la Casa Blanca, lideró la emisión de la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se afirma que dichos asentamientos “no tienen validez legal” y los califica como una “flagrante violación” del derecho internacional, demandando a Israel detener tales actividades.
Otro ejemplo de la complejidad del tema fue la aprobación del Ministerio del Interior israelí de la construcción de 1.600 nuevos apartamentos en Ramat Shlomo mientras Biden, entonces vicepresidente estadounidense, se encontraba en el país. Esta situación provocó una crisis a corto plazo entre el ahora presidente electo y los funcionarios israelíes que fue aliviada a cierta escala con argumentos como que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, no estaba al tanto del proceso.
Recientemente, el Gobierno israelí autorizó la construcción de 1.257 nuevas casas en Givat HaMatos, conocido como un área subdesarrollada entre Belén y Jerusalén Este. Con la construcción de un asentamiento en esta zona, se corta la conexión sur en la zona, considerada la capital del Estado palestino.
Es posible que con la aprobación de este proyecto, Netanyahu desee probar las intenciones de la administración Biden y si su equipo domina las dinámicas de la política israelí. Sin embargo, es poco probable que participe en un conflicto público con el Gobierno israelí por el tema. A pesar de lo anterior, el tema número uno de la agenda de Israel parece ser Irán. Los asentamientos o el proceso de paz palestino-israelí no son temas tan urgentes que los legisladores estadounidenses o israelíes tengan que resolver.
Posibles desarrollos en la política israelí
Hoy en día, vemos una escena política en Israel en la que destacan los problemas para la aprobación del Presupuesto 2021, la negativa de Netanyahu a responder a las demandas de la Alianza Azul-Blanca y los casos de soborno al gobierno.
Por un lado, si Trump hubiese ganado las elecciones estadounidenses, Netanyahu hubiera dicho que es el único primer ministro israelí capaz de sacar provecho estratégico de ello, por otro lado, Benny Gantz considera que puede beneficiarse de la elección de Biden como presidente, ya que ambos están de acuerdo en cuestiones como la cooperación, la actuación conjunta y la fe en las ideas. Sin embargo, debido a su capacidad limitada de liderazgo político, es probable que Gantz sea privado de estos beneficios.
Gantz podría pensar que su estrecha relación con el liderazgo estadounidense le ayudará a tomar un impulso político, pero esto parece difícil debido tanto a la cambiante estructura social de Israel como a la falta de voluntad de EU para involucrarse profundamente en la política interna israelí.
La renuncia de Gideon Sa'ar, uno de los principales diputados del partido presidido por Netanyahu, Likud, debe ser evaluada como una maniobra política. Sa'ar, considerado un intento nuevo y fresco de romper el monopolio de Netanyahu en la derecha israelí, ya ha logrado un gran avance en las encuestas.
Sin embargo, cuando se trata del mandatario, las personas evitan hablar con postulados concretos. La normalización de las relaciones con Israel de Marruecos es un gran acontecimiento para los judíos de origen marroquí en Israel. El mandatario quiere compensar con iniciativas en la política exterior su estancamiento en la política interna y su pérdida de prestigio por su incapacidad para proponer una estrategia para una solución coherente y equilibrada a la cuestión palestino-Israel, la economía doméstica, las claras divisiones sociales, el sistema de salud y la educación.
A medida que Israel allana el camino para unas elecciones adelantadas, el Medio Oriente se reestructura y la nueva era obliga a todos los países de la región a adoptar una postura pragmática. Con Biden en la presidencia, la política interna israelí ciertamente mostrará un gran movimiento a nivel discursivo e institucional.