Antes de volar a Washington, Mike Pompeo se reunió en Mascate con el sultán Haitham bin Tarek para tratar temas regionales. No se hizo mención alguna a Israel.
Pompeo, que se declaraba "optimista" al inicio de su gira respecto a la posibilidad de que otros países siguieran el ejemplo de Emiratos, recibió una negativa de Sudán y una objeción de Baréin.
La histórica normalización entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, patrocinada por Estados Unidos y anunciada el 13 de agosto, se produjo a menos de tres meses de la elección presidencial estadounidense y Washington trataba de capitalizarla con un más amplio éxito en la región.
Ese acuerdo hizo que Emiratos se convirtiera en el tercer país árabe, después de Egipto (1979) y Jordania (1994), en tener relaciones oficiales con Israel.
Pero fue denunciado como una "puñalada" a la espalda por los palestinos, y recibido de forma dispar en las capitales árabes.
"Falta de compromisos suplementarios durante la gira, pudieron ser la causa de la negativa" subraya Hugh Lovatt, analista del European Council on Foreign Relations.
Tanto "los responsables estadounidenses como los israelíes creían en la perspectiva de que otros países árabes seguirían a Emiratos" agrega.
En Jartum, las autoridades sudanesas descartaron este martes el reconocimiento de Israel antes de las elecciones de 2022, ya que el mandato del actual gobierno de transición, tras la caída del expresidente Omar Al Bashir, no permite tomar esas decisiones.
Baréin, a la sombra del gran vecino
Por su lado, Baréin, pequeño reino del Golfo, e Israel comparten con otros países árabes de la región la misma hostilidad hacia Irán, país al que acusan de injerencia.
Pero las autoridades de Baréin subrayaron ante Pompeo la necesidad de crear un Estado palestino antes de cualquier normalización.
Baréin sigue una posición cercana a la de su aliado Arabia Saudita, peso pesado de la región, que no criticó el acuerdo del 13 de agosto, pero descarta una normalización con Israel hasta que no haya una solución a la cuestión palestina, así como una retirada israelí de los territorios ocupados en 1967.
"La política extranjera de Barein está estrechamente alineada con la de Arabia Saudita" explica Elham Fakhro, del International Crisis Group.
Y en lo que se refiere a Omán, este país ha logrado "equilibrar sus relaciones entre actores regionales importantes como Arabia Saudita, Irán e Israel, y es poco probable que quiera arriesgarse a perder su posición de neutralidad" explica la analista Kakhro.
"Los cálculos internos también desempeñan un rol importante" agrega. En efecto tanto en Baréin como en Omán varias capas de la población podrían oponerse a tal acuerdo, por lo que los dirigentes de ambos países "no quieren correr ese riesgo".
El consejero de la Casa Blanca y yerno de Trump, Jared Kushner, viajará a la región la semana que viene para intentar mantener la "dinámica" negociadora.
Kushner planea tomar el primer vuelo comercial directo entre Israel y los Emiratos durante su visita, informó una fuente de la Casa Blanca.
Relaciones discretas con Israel
Para Lovatt, "las reticencias (a la normalización con Israel) están vinculadas tanto a políticas regionales como internas, y posiblemente a la posición de Arabia Saudita" verdadero peso pesado regional.
"Pero a largo plazo, se trata más bien de una ralentización" del proceso de normalización con el Estado hebreo "que de un cambio de rumbo", opina.
Y recuerda que "los países implicados (Baréin, Sudan, Oman, etc.) han reforzado sus discretas relaciones con Israel y este proceso proseguirá con o sin normalización formal".
Por otra parte Pompeo, ha insistido en que las sanciones contra Irán se retomarán en septiembre a pesar del rechazo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En declaraciones a la prensa norteamericana, Pompeo ha fijado la fecha para volver a imponer las sanciones el 20 de septiembre y ha aclarado que si el Consejo de Seguridad trata de aprobar una resolución para seguir adelante con la retirada de sanciones, Estados Unidos se opondrá.