Tras el anuncio del plan del candidato presidencial demócrata, Joe Biden, el debate electoral se ha centrado en las propuestas para la reconstrucción económica de Estados Unidos tras los estragos generados por la pandemia del coronavirus.
Para el candidato demócrata esa reconstrucción pasa por un masivo programa de inversión pública y un enfoque nacionalista tanto en la producción como en el consumo con la consigna de “comprar americano”.
Biden asegura que con su plan, un eventual gobierno suyo no supondrá una vuelta a la cooperación, las fronteras abiertas o los grandes acuerdos comerciales de la era Obama.
Esta afirmación es de la misma línea de la exitosa propuesta del mandatario actual y deja claro que llegue quien llegue a la Casa Blanca, la nueva normalidad económica será nacionalista.
Tras el anuncio del plan de Biden, el presidente Donald Trump lo acusó de “robar sus propuestas económicas”. Al respecto el mandatario dijo que “él me plagió, pero nunca podrá hacerlo” y agregó que “le gusta plagiar. Es un plan de izquierda muy radical. Pero dijo las cosas correctas porque está copiando lo que hice, pero la diferencia es que no puede hacerlo” afirmó el mandatario.
En ese sentido, el plan económico “Build Back Better” de Biden presenta un componente de “compra americano” que invertiría $400 mil millones en compras gubernamentales que, según la campaña, impulsaría la demanda de productos hechos en EU. Biden propone, además, una inversión de 300.000 millones de dólares en investigación y tecnología para el desarrollo de la red 5G y vehículos eléctricos.
Por otra parte propone una reforma fiscal que aumentaría la recaudación en casi cuatro billones de dólares y desmontar las rebajas fiscales aprobadas por Trump y los republicanos, que beneficiaron a las grandes empresas. El programa asegura que Biden creará cinco millones de empleos en manufacturas e innovación.
El lenguaje empleado por los demócratas en el plan evoca ideales patrióticos y asegura que “va a movilizar el talento, el coraje y la innovación del pueblo americano y todo el poder del Gobierno federal para reafirmar la fuerza industrial y tecnológica de Estados Unidos y asegurarse de que el futuro es hecho en América por trabajadores americanos”.
Asimismo el plan asegura que “las fábricas de Estados Unidos fueron el arsenal de la democracia en la Segunda Guerra Mundial y deben ser parte del arsenal de la prosperidad de Estados Unidos hoy, y ayudar a la recuperación económica de las familias trabajadoras”.
En el programa “Reconstruir mejor”, Biden menciona que “todos los países occidentales han visto como sus sistemas de salud se encontraban, de un día para otro, sin equipos de protección personal y material básico para tratar la avalancha sanitaria del Covid-19” y remara diciendo que “la dependencia de China para este tipo de productos se ha hecho evidente”.
Esta declaración coincide con la que la campaña de Trump ya había mencionado antes, y donde expresamente se plantea un plan para reducir la dependencia de EU del exterior en la producción de material médico.
Biden presentó su programa en una planta metalúrgica en Dunmore, Pensilvania, un gesto significativo si se recuerda que ese Estado, junto con Michigan, fue la gran sorpresa en las elecciones de 2016, pues fue allí donde Trump selló su victoria tras poner fin a una hegemonía de casi 30 años del partido demócrata.
El cambio político se atribuyó, en su momento, al resentimiento de los trabajadores empobrecidos por la deslocalización de empresas, que no suficientemente detectado por las encuestas. Trump se presentó ante este perfil con el discurso de “América Primero”, que echaba la culpa de las dificultades a China y a México.
En el discurso de presentación del programa, Biden acusó al actual mandatario de haber beneficiado a la Bolsa y a las grandes empresas, mientras les fallaba a las familias y los asalariados. “Es hora de dar la vuelta a las prioridades en este país”, dijo Biden. “Ya toca acabar con esta era de capitalismo de accionistas. La idea de que la única responsabilidad de una empresa es con sus accionistas es una farsa absoluta. Tienen una responsabilidad con sus trabajadores, su comunidad y su país”.
La campaña de Biden no solo está atacando el argumento económico del Presidente por lo que considera su falta de plan a largo plazo para la situación que ha creado el Covid-19. También trata de debilitar la idea de que estos años hayan sido tan buenos, afirmación difícil de sostener si se recuerda que, incluso con la pandemia, el presidente Trump ha presentado cifras exitosas.
A pesar de que Biden criticó el desempeño económico de la administración Trump, en la presentación de su programa sobre la materia, la campaña reiteró que una eventual victoria suya, no supondrá una vuelta a los tratados comerciales y el aperturismo, postura claramente desarrollada por el actual mandatario.
Aunque para muchos el gobierno de Trump se caracteriza por generar división, agresiones verbales e incluso acusaciones de corrupción que llevaron a un “impeachment”, su principal fortaleza es el exitoso manejo económico, a través del cual aspira a conseguir el apoyo popular.
Durante su mandato, Estados Unidos ha vivido la mayor expansión económica de su historia y, en los últimos tres años se presentaron cifras récord de empleo, lo que o se había visto en la última década. El mandatario ha desarrollado programas de recuperación por tres billones de dólares y ya se está discutiendo en el Congreso un nuevo paquete de inversión.
Así las cosas, los demócratas se presentan en noviembre con una propuesta ambigua: un candidato apoyado por la izquierda de su partido, con un programa que busca presentar como propios los éxitos de Trump pero sin reconocer al mandatario acierto alguno. Sin embargo, retoma sus banderas del nacionalismo económico.