CON una misa solemne en la basílica de San Pedro, durante la cual exhortó a defender la Tierra de la expoliación e invitó al mundo a escuchar el grito de los pobres y marginados, el papa Francisco clausuró ayer el Sínodo de la Amazonía.
"Los errores del pasado no han bastado para dejar de expoliar y causar heridas a nuestros hermanos y a nuestra hermana Tierra: lo hemos visto en el rostro desfigurado de la Amazonía", dijo el papa ante cientos de religiosos e invitados, entre ellos indígenas provenientes de la cuenca amazónica.
En su homilía, el papa condenó "el desprecio" por la historia y las tradiciones de otros pueblos, "considerándolos inferiores y de poco valor" por lo que "borra su historia, ocupa sus territorios, usurpa sus bienes", dijo.
"¡Cuánta presunta superioridad que hoy se convierte en opresión y explotación!", lamentó.
El papa argentino pidió "escuchar el grito de los pobres", a los que llamó "los porteros del cielo".
Francisco aprovechó para condenar indirectamente a los sectores de la Iglesia que se han burlado con particular cinismo de los ritos indígenas, y denunció "la religión del yo", en un flechazo a los ultraconservadores.
"En este sínodo hemos tenido la gracia de escuchar las voces de los pobres y de reflexionar sobre la precariedad de sus vidas, amenazadas por modelos de desarrollo depredadores", subrayó.
"Cuántas veces, también en la Iglesia, las voces de los pobres no se escuchan, e incluso son objeto de burlas o son silenciadas por incómodas", comentó, al invitar a tomar conciencia del dolor ajeno.
El papa agradeció a los más de 250 participantes, entre obispos, religiosos y cardenales, además de 35 mujeres y 15 indígenas, por "la franqueza y sinceridad" demostrada durante las tres semanas de labores en el Vaticano.
Los 184 "padres sinodales" aprobaron un documento histórico que pide la introducción del "pecado ecológico". "Proponemos definir el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente", señala el texto.
De igual forma plantearon la posibilidad de ordenar curas casados y contar con mujeres diáconos, temas tabú para los católicos conservadores.
Entre los puntos más polémicos aprobados, con 128 votos a favor y 41 en contra, figura la posibilidad de ordenar como sacerdotes a hombres casados, los llamados "viri probati", muchos de ellos indígenas, para hacer frente a la escasez de curas en regiones remotas.
Un pedido inédito que podría generar hasta un cisma por la defensa del celibato de los sacerdotes en vigor desde el siglo XI, pese a que el texto reitera que considera el celibato como "un don de Dios".
El tema pasa ahora a manos de Francisco, quien anunció que elaborará una exhortación apostólica antes de fin de año para comunicar su decisión.
El Papa adelantó que volverá a abrir una comisión especial para estudiar la posibilidad de ordenar mujeres diáconos, tal como pidieron los obispos en el punto 103, entre los que superaron por poco la mayoría de dos tercios al obtener 137 votos a favor contra 30 en contra.
Las 35 "madres sinodales", como se calificaron, que pidieron el voto en el sínodo sin lograrlo, obtuvieron la promesa del papa de "recoger el guante" de sus reclamos.
"Todavía no nos hemos dado cuenta de lo que significa la mujer en la Iglesia y nos quedamos solo en la parte funcional. Es importante, tienen que estar en los consejos, pero su papel va mucho más allá de la funcionalidad", reconoció la víspera el pontífice.
Francisco al término de la misa dominical acarició a los enfermos de la primera fila y pronunció luego desde el balcón el tradicional ángelus.
"Con el sínodo sentimos que tenemos que lanzarnos al agua, pero no en las pantanosas de la ideología, sino en mar abierto, para tirar nuestras redes", dijo, tras reiterar que "no existen culturas más puras que otras". "Sólo el Evangelio", concluyó.