EL jueves pasado terminó la convención del Partido Demócrata de Estados Unidos, que culminó con la aceptación de Joe Biden a la nominación para enfrentarse a Trump el 3 de noviembre como próximo inquilino de la Casa Blanca.
La convención de este año fue todo menos “convencional” ya que la pandemia del coronavirus obligó a organizar un evento virtual de muy bajo perfil, sin público y sin la pompa de otras épocas que más pareció a un programa de televisión que a un mitin político.
Sin duda las declaraciones que despertaron la mayor atención fueron las del expresidente Barack Obama y su esposa Michelle, quienes se dirigieron al electorado invitando a votar por el candidato Biden y lanzaron duros ataques contra el presidente Donald Trump, elemento predominante de todo el evento, por encima de realizar propuesta sobre los derroteros que podrían marcan la eventual administración demócrata.
El hecho de los Obama hubiesen ocupado un lugar tan preponderante en la programación es una muestra de que su popularidad no ha menguado en los cuatro años desde que salieron de la Casa Blanca y la ausencia de nuevos liderazgos poderosos en el partido que atraigan la atención del electorado.
Sin embargo sus discursos, en particular el del expresidente, no fueron lo que se esperaba y no estuvieron a la altura del, por momentos, deslucido evento.
Michelle Obama cerró la noche inaugural el lunes con un alegato contra la "división" durante el gobierno de Trump, a quien calificó como carente de "empatía", mientras que el exmandatario selló el ataque afirmando que había esperado que Trump "pudiera mostrar algún interés en tomarse el trabajo en serio", pero que nunca lo hizo.
Ante las críticas de la exprimera dama Michelle Obama, el presidente Trump respondió diciendo que "por favor, que alguien le explique a Michelle Obama que Donald J. Trump no estaría aquí, en la preciosa Casa Blanca, si no fuese por la gestión de su marido” y recordó que su próximo rival electoral, Joe Biden, también formaba parte del gobierno "más corrupto de la historia" y terminó diciendo que "me pareció un discurso muy divisorio, extremadamente divisorio" y agregó que de no haber sido por la gestión del gobierno anterior él “estaría en otro lugar construyendo edificios".
Sin embargo es de destacar que las palabras de Michelle fueron mucho más emotivas y despertaron una mayor reacción y aceptación en el electorado demócrata que las de su marido.
La exprimera dama centró sus palabras en hacer notar lo que ella considera como defectos de la personalidad de Trump y agregó que su “una completa falta de empatía… no solo es decepcionante, es francamente exasperante" lo que animó la jornada y le valió elogios de su partido.
Asimismo Michelle Obama aseguro que "Donald Trump es el presidente equivocado para nuestro país", dijo en el momento más poderoso de su discurso. Más allá de la calificación que pueda hacerse de las afirmaciones, éstas fueron el toque más acalorado de toda la convención.
Por su parte el expresidente Barack Obama, en la tercera noche de la convención y con un tono mucho más pausado y menos emotivo, dijo que “el futuro de nuestra democracia está en juego” e imploró a los votantes que derroten al presidente Trump y apoyen a Biden y su compañera de fórmula a la vicepresidencia, la senadora de California Kamala Harris.
El expresidente elogió a Biden y resaltó su “experiencia, carácter, empatía y resistencia” e instó a la nación a unirse contra Trump, alegando que “la propia existencia de la democracia está en peligro”.
Obama culpó a Trump por las consecuencias sanitarias de la pandemia en los Estados Unidos y por los efectos económicos de la misma, desconociendo que gracias a la gestión del mandatario las cifras macroeconómicas del país son mucho menos graves que las de aquellos países en los que se paralizó por completo el aparato productivo y el consumo se fue a pique.
Agregó que “lo que hagamos estos próximos 76 días se repetirá en las generaciones venideras”, instando a todos los estadounidenses a votar.
Obama, adoptó un tono de urgencia, que por momentos pareció algo desesperado, en el que pidió a los ciudadanos que “crean en la capacidad de Joe y Kamala para sacar a este país de tiempos oscuros y reconstruirlo mejor”.
Repitiendo un aspecto mencionado por su esposa en la primera noche y volviendo a los ataques antes que apelar a una propuesta programática, Obama dijo que “esperaba, por el bien del país, que Donald Trump pudiera mostrar algún interés en tomarse el trabajo en serio".
Aseguró que el mandatario habría abusado de su poder, como una clara alusión al proceso de impeachment del que fue objeto el presidente y sin recordar que fue desestimad por el congreso.
Gran parte del discurso de Obama se dedicó a elogiar a Biden y el expresidente ofreció su respaldo, considerando que tal vez lo necesite de llegar a la Casa Branca.
Obama intentó ganar el favor del electorado hacia su exvicepresidente mencionando que “hace doce años, cuando comencé mi búsqueda de un vicepresidente, no sabía que terminaría encontrando un hermano" a pesar de que provengan de diferentes lugares y pertenezcan a generaciones distintas.
Sobre Harris, dijo Obama, que Biden había “elegido un socio ideal… que sabe lo que es superar las barreras y que ha hecho una carrera luchando para ayudar a otros a vivir su propia vida. Sueño americano".
Resulta llamativo que las dos principales intervenciones de la convención, evento que busca emocionar y alentar al electorado, hayan sido bastante discretas (la de Obama mucho más que la de Michelle) y hubieran privilegiado la crítica al oponente por encima de exaltar las virtudes del candidato propio. Habrá que esperar que la convención republicana, que empieza la próxima semana sea algo más animada, parezca más un evento electoral y sobre todo se centre en las soluciones a los problemas del país y no tanto en la figura del oponente.