SI BIEN es cierto que el correísmo tuvo con Luisa González la candidata más votada en las elecciones de primera vuelta en Ecuador, el domingo pasado, el anticorreísmo, afincado del centro a la derecha, tendría más opciones de ganar el balotaje definitivo.
Esa era ayer la principal coincidencia entre muchos de los analistas políticos ecuatorianos al interpretar los resultados de este primer pulso por la sucesión de Guillermo Lasso, quien en mayo pasado revocó la asamblea, acudió a la figura de la “muerte cruzada” y convocó elecciones generales. Por lo mismo, el ganador solo gobernará para completar el periodo de éste, es decir hasta mayo de 2025.
Al final, los escrutinios mostraban a González, candidata del movimiento Revolución Ciudadana, con 3.151.972 votos, es decir el 33,38% de los respaldos, En segundo lugar, se ubicó sorpresivamente el empresario Daniel Noboa (partido Acción Democrática Nacional) con 2.229.100 votos, el 23,61% de los sufragios.
Luego quedó Christian Zurita, quien asumió las banderas del asesinado candidato Fernando Villavicencio. Pese a no tener más de ocho días de campaña, e incluso sin que su foto apareciera en el tarjetón, el también periodista alcanzó 1.557.205 votos, el 16,49% de los sufragios.
No menos sorprendente terminó siendo el apoyo logrado por el candidato outsider Jan Topic, quien se presentaba como una especie de ‘Bukele ecuatoriano’. Al final sumó 1.386.598 respaldos, un 14,68% de los respaldos.
El exvicepresidente Otto Sonnenholzner se ubicó en la siguiente casilla con 664.692 votos, para un 7,04% de apoyos.
La gran decepción terminó siendo el líder indígena de izquierda Yaku Pérez, que apenas sumó 373.000 votos, que no le dieron ni para alcanzar el 4% del total de sufragios. En 2021 estuvo a punto de pasar a segunda vuelta.
El ajedrez
Visto todo lo anterior, los analistas locales señalaban ayer que si se analizan los resultados del domingo se pueden extraer varias conclusiones.
La primera, que si bien el correísmo, que venía de ganar los comicios regionales, demostró que es un movimiento con mucha fuerza, al final solo tendría uno de cada tres votos de los ecuatorianos. Es decir, que el anticorreísmo resultaría ser más fuerte, así esté dividido en varias corrientes y nombres, algunos de ellos con intereses políticos muy dispares. De hecho, se ve una dispersión muy marcada del voto de centro, centroderecha, derecha e independiente.
En ese orden de ideas, sostienen que en el buen desempeño de Zurita pesó mucho el llamado “voto pésame”, es decir de solidaridad por el asesinato de Villavicencio. Cabe recordar que cuando este fue asesinado marchaba segundo en las encuestas, con un promedio del 13%, tras González, que marcaba un 26%.
Es claro que en los votos de Zurita no solo se trasluce un voto protesta por el magnicidio de Villavicencio, sino contra las alianzas narcopolíticas que, se sospecha, están tras su asesinato. Siendo el líder muerto un reconocido crítico y denunciante de Correa por casos de corrupción se considera que sus votantes se inclinarán más por Noboa que por González.
En cuanto a Topic, con el 14% de los votos que logró se convierte en ficha clave para la segunda vuelta. Siendo la base de su propuesta la de mano dura contra la inseguridad y los nexos entre bandas criminales y sectores políticos, algunos ven a sus votantes más cerca del empresario de Guayaquil que de la aspirante correísta.
Otto Sonnenholzner es un empresario y exvicepresidente de Lenín Moreno que también resulta interesante a la hora de saber si va a tomar partido para la segunda vuelta. Se pensaría que tiene más empatía ideológica con Noboa que con González, es claro.
En cuanto a Yaku Pérez, el líder indígena resultó una decepción, más aún si se tiene en cuenta que había hecho una campaña muy ligada a los referendos en torno a vetar la actividad petrolera en una estratégica zona amazónica y la minería en el sector del Chocó Andino, en Quito. Paradójicamente estas dos consultas lograron ser aprobadas en las urnas, pero el candidato fracasó. Aunque siempre ha sido un crítico del correísmo, de allí a pensar que irá a apoyar a un aspirante de la familia Noboa, a quien los indígenas siempre han considerado un consorcio terrateniente y oligarca, hay mucho trecho.
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Lo que dijeron
Para algunos analistas, más allá de lo que pasó en la primera vuelta y cómo quedó la ecuación de fuerzas políticas entre izquierda correísta, centro, centroderecha y derecha, resulta claro que de cara al 15 de octubre empieza una nueva campaña. De hecho, como el domingo participó el 82% de los 13,4 millones de ecuatorianos convocados al voto obligatorio, se espera que para el balotaje final la afluencia a las urnas sea mayor.
Por un lado, es claro que la contienda sigue en medio de un clima bastante complicado, ya que la sombra de la violencia, crimen organizado y el magnicidio de Villavicencio continúa atravesando toda la actividad proselitista.
Por otra parte, hay varios duelos sobre la mesa. La aspirante de izquierda afirma sin temor que Correa, condenado en ausencia a ocho años de cárcel por corrupción y quien está exiliado en Bélgica, será su principal asesor para devolverle al país el dinamismo que ‒recalca‒ los gobiernos de Lenín Moreno y Guillermo Lasso le quitaron. Sabe que el expresidente continúa siendo un factor de poder en Ecuador y prueba de ello es que ganó los pasados comicios regionales y en la votación de Asamblea, este domingo, también obtuvo la bancada más grande, con no menos de 50 escaños, que no le alcanza para ser mayoría (necesitaba 71 curules). Con 27 puestos quedó el partido de Villavicencio y alrededor de 12 para Noboa.
Este último, es claramente un símbolo del anticorreísmo, no solo por las veces en que su padre se enfrentó con el líder de izquierda en las urnas (perdiendo en las presidenciales de 2006 y 2009), sino porque enarbola las banderas de un empresariado que considera que el modelo del exmandatario sumió en la crisis a esa nación y se requiere volver a una economía sólida, que genere empleo, impulse la infraestructura y mejore la calidad de vida. Para ello, lo primero es recuperar la seguridad e institucionalidad amenazadas hoy por narcotráfico, pandillas y corrupción.
También es evidente que hay un duelo generacional y de experticia. González, de 45 años, es la única mujer en liza y acude al factor de género para recalcar que sería la primera en llegar a la Presidencia por voto popular directo. Ciclista, maratonista y amante de los tatuajes, es abogada, cristiana y madre de dos varones de 29 y 9 años. Fue asambleísta antes de lanzar su candidatura teniendo como fórmula vicepresidencial a Andrés Arauz, quien perdió en segunda vuelta en 2021 con el hoy saliente presidente de centroderecha, Guillermo Lasso.
Noboa, por su parte, tiene 35 años, casado, con dos hijos y educado en prestigiosas universidades de Estados Unidos, se muestra como un líder empresarial de vocación modernista y pragmático. Recalca el rol de los jóvenes para sacar de la crisis al país (de ganar sería el mandatario más joven en llegar al poder) y sostiene que recuperar la seguridad y la institucionalidad es vital para el repunte económico y social. Hijo de Álvaro Noboa (cinco veces aspirante presidencial fallido y uno de los hombres más acaudalados de Ecuador), afirma que fue un niño con "ímpetu", un adolescente "responsable" y ahora se ha tornado un joven "exitoso".
Como se ve, ahora viene el pulso definitivo por la presidencia de Ecuador. La clave no solo estará en quién suma más apoyos, sino en qué tan creíbles serán esas alianzas para un electorado desconfiado y que busca escoger a quien frene el auge del crimen organizado y saque el país adelante.