UN MES después de una gira internacional en la que Donald Trump prometió “aplastar” la “tiranía” del presidente socialista Nicolás Maduro, el líder opositor venezolano, Juan Guaidó, buscará este martes encender a sus desanimadas huestes.
La manifestación será una suerte de test para Guaidó, que desde hace un año es reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 50 países, pero que en su tierra perdió la popularidad conquistada cuando prometió un gobierno de transición y llamar a elecciones.
Decenas de miles acompañaban sus movilizaciones después de que en su carácter de jefe del Parlamento se proclamara presidente encargado en enero de 2019 por considerar fraudulentas las elecciones que renovaron el segundo mandato de Maduro.
Su impulso dentro de Venezuela se fue atenuando al no vislumbrarse que la promesa de nuevas elecciones pueda concretase. A largo de 2019, la popularidad de Guaidó cayó de 63% a 38,9%, según la encuestadora Datanálisis.
“Hay desilusión”, dijo el politólogo Ricardo Sucre.
“No se logró sacar rápidamente a Maduro. La gente no se involucra porque se le dijo una cosa y no se consiguió”, añadió.
También influye la relativamente poca visibilidad de Guaidó, apuntó Sucre.
Convocatorias como la del martes, se realizan fundamentalmente por redes sociales y no tienen cabida en la televisión estatal.
Para escuchar voces opositoras hay que recurrir, por ejemplo, a canales de YouTube en un país donde las fallas de internet y los apagones son frecuentes. Varios medios digitales opositores o independientes están bloqueados en territorio venezolano.
“Liberar a Venezuela”
Guaidó se reunió el sábado con dirigentes sindicales para recoger sus reivindicaciones que serán llevadas en la marcha del martes a la Asamblea Nacional.
“No hay más que esperar. Es momento de acción”, exclamó el ingeniero de 36 años.
“Hemos construido mayoría. Esa mayoría hay que consolidarla para enfrentar a esa dictadura que hoy solo domina el terror”.
Guaidó dijo que todos deben salir a la calle para “liberar a Venezuela”.
Puso énfasis en cuidarse de actos violentos de simpatizantes del oficialismo. “No vamos a permitir que elementos irregulares quieran arremeter contra las ciudadanos”, dijo.
El gobierno de Maduro se mofa de Guaidó y de su poder de convocatoria.
Las principales figuras del gobierno lo acusan de generar miedo, e incluso fraguar ataques, para victimarse y ganar notoriedad.
Para Maduro, bajo cuya gestión Venezuela cayó en la peor crisis de su historia contemporánea, Guaidó es un “traidor a la patria” y un servidor de Trump, quien ha impuesto sanciones sobre el petróleo, fuente del 96% de los ingresos.
El 11 de febrero, Guaidó regresó de una gira por ocho países durante la cual fue recibido por líderes como Trump, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Boris Johson.
El mandatario estadounidense lo invitó especialmente a su discurso anual ante el Congreso y allí dijo que “el dominio de la tiranía de Maduro será aplastado”.
“Tenemos el respaldo del mundo a la democracia y la libertad de Venezuela”, dijo el sábado Guaidó ante partidarios.
“Queremos elecciones libres, con garantías”, subrayó.
Sin embargo, el calendario electoral solo prevé elecciones legislativas para este año. El chavismo aceita desde ya su maquinaria para conseguir la mayoría de los escaños, hoy en manos de la oposición.
Venezuela está asfixiada por la hiperinflación y una caída incesante de su economía. Su moneda nacional está en virtual extinción.
Mientras fuma y toma café, un hombre de unos 50 años que pidió no ser identificado, comentó “Yo el martes no voy”.
“¿Para qué ir? Quiero que esto se resuelva de una vez. Quiero que termine esta locura de tener dos presidentes, dos Asambleas, etcétera, ¿Cómo puede funcionar un país de esa forma? Quiero que haya certezas. No importa si es un gobierno de izquierda o de derecha. Debe haber un rumbo claro”, afirmó.