TRAS la segunda dimisión sorpresa esta semana y en medio de una caída en su popularidad, el presidente francés, Emmanuel Macron, remodeló su gobierno no sólo para recuperar la estabilidad sino para emprender con renovada fuerza las reformas que el país necesita.
El actual presidente de la Asamblea Nacional, François de Rugy, de 44 años y exmiembro del partido ecologista EELV es el nuevo ministro de la Transición Ecológica, tras la dimisión el martes pasado de Nicolas Hulot.
Hulot -una de las figuras políticas más apreciadas por los franceses e histórico militante ecologista- dimitió la semana pasada al ver frustrada su voluntad de hacer avanzar la lucha contra el cambio climático desde el gobierno.
A su renuncia, se sumó la dimisión inesperada de la ministra de Deportes, Laura Flessel, también una figura popular, y quien justificó su decisión en "motivos personales".
Pero la partida de la excampeona olímpica de esgrima, de 46 años, se produce en un momento en que el deporte francés se muestra preocupado por sus recursos, un año después de que París obtuviera la adjudicación de los Juegos Olímpicos de 2024.
La exnadadora Roxana Maracineanu fue nombrada en reemplazo de Flessel, anunció el Palacio del Elíseo.
Con estas dos partidas, Macron pierde a dos ministros procedentes de la sociedad civil, emblemas de una nueva ola política abanderada por el presidente de 40 años, que ascendió al poder con un programa reformista y modernizador.
Además, se producen tras un verano agitado para Macron, debido al escándalo en torno a su exjefe de seguridad, Alexandre Benalla, que fue filmado cuando golpeaba a dos manifestantes durante unas protestas con motivo del 1 de mayo.
Según un sondeo Ifop publicado ayer, el nivel de popularidad de Macron se desplomó espectacularmente en un mes, pasando de 41% a 31% en agosto, el más bajo desde que asumió la presidencia en mayo de 2017.
La imagen del jefe de Estado se resiente además por las dubitaciones acerca de la implementación de una reforma fiscal, que supone cambiar el método de recaudación del impuesto sobre la renta.
Como presidente "hay días que son fáciles y otros que no", admitió Macron el lunes cuando visitó una escuela en el reinicio del año escolar.
Macron se reunió ayer el ministro de Cuentas Públicas Gérald Darmanin para decidir si finalmente se adopta o no la reforma fiscal.
El plan anunciado por el gobierno consiste en que las empresas debiten a partir del 1 de enero de 2019 el impuesto sobre la renta directamente de los salarios de los trabajadores.
Pero las dudas abundan: desde los temores a un error informático, hasta la resistencia al cambio de las empresas y los sindicatos, pasando por el temor de que la disminución del salario neto disponible cause un shock psicológico que afecte el consumo y por ende al crecimiento económico.
Francia es uno de los pocos países europeos que no utiliza el sistema de retención directa al salario para recaudar el impuesto sobre la renta.