El régimen sirio ha ganado la delantera en ese país. La crisis, que empezó como un conflicto nacional, rápidamente tomó un carácter regional e internacional con la participación de poderes regionales y globales. Mientras el rol de los actores sirios se vio diezmado, los poderes extranjeros empezaron a jugar un papel mucho más importante.
En el inicio de la guerra, las fuerzas de oposición capturaron la mayor parte del país. Sin embargo, a través de las intervenciones de los aliados del régimen, la situación cambio dramáticamente. Después de que las fuerzas terrestres de Irán -apoyadas por la fuerza aérea rusa- entraran en el juego, las fuerzas de oposición perdieron casi todo el territorio que habían capturado. Además de esto, los enfrentamientos entre las fuerzas de oposición fueron otra razón para que estas perdieran territorio frente al régimen sirio.
Durante la guerra, los aliados del régimen sirio apoyaron consistentemente a su líder, Bashar al-Assad. Por ejemplo, Irán perdió cientos de sus soldados, entre ellos varios oficiales militares de alto rango, además de las pérdidas económicas que ascienden a miles de millones de dólares. Rusia también perdió soldados durante los enfrentamientos, aunque muchos menos.
Debemos recordar que los poderes exteriores se vieron envueltos en el conflicto principalmente a través de sus representantes. Irán es el país líder en este ámbito. Sin embargo, Estados Unidos trató de expandir y profundizar su influencia a través de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) que es una entidad sombrilla, que consiste principalmente en la rama siria del grupo terrorista PKK, YPG .
La ayuda que los países aliados dieron a la oposición no persistió ya que se vieron obligados a reconsiderar y cambiar sus políticas en Siria en circunstancias cambiantes.
A pesar de todas estas intervenciones y desarrollos recientes es bastante improbable que el conflicto termine pronto. Es difícil terminar la guerra en Siria ya que implica la construcción de seguridad y estabilidad en todo el país, algo que sigue siendo una tarea gigantesca.
En vista de la destrucción masiva de Siria, se puede estimar que al país le tomará décadas alcanzar la estabilidad. Sera también realmente difícil reconstruir el país y volver a la vida normal.
Siria post-Daesh
Además de estos retos, la guerra contra Daesh en Siria está alcanzando su fin, por lo menos de una forma territorial. Aunque esto no anuncia un tránsito sin problemas a una era posterior de la crisis, los actores sirios deben hacerse una serie de preguntas para poder emprender un período de transición de una era post-Daesh a una posterior a la crisis. Aunque parece distante, esto puede verse cerca.
¿Quiénes serán los actores principales en Siria después de la crisis? ¿Es posible crear un Estado unitario y un gobierno centralizado? ¿Se podrán integrar los actores armados no estatales en el sistema político? Si es así, ¿cómo lo harán? ¿Por cuánto tiempo dichos actores estarán representados en el gobierno? ¿Cómo Siria va a resolver el problema de los combatientes extranjeros? ¿Cómo la sociedad siria, severamente traumatizada por la guerra, va a ser capaz de alcanzar un concenso y crear una identidad nacional? Estas son algunas de las preguntas ineludibles que se vienen a la mente.
¿Es posible crear un Estado unitario y un gobierno centralizado?
Decir que la guerra en Siria es complicada sería una trivialización. Es extremadamente multidimensional. Los actores envueltos en la guerra tienen diferentes ideologías, zonas de influencia y objetivos políticos. Esto ha hecho que el país terminara dividido en al menos cuatro partes. La catastrófica desintegración del país es demasiado obvia. Hay ciudades que están desconectadas de otras. Además, el régimen no es lo suficientemente fuerte para proveer servicios básicos a la gente. Un sistema ya débil se vio debilitado severamente durante la guerra. Por otra parte, la situación en las zonas controladas por el PYD, así como las que están en manos de la oposición, no son las ideales. Por esto, se ve que es realmente difícil crear un Estado unitario y altamente centralizado en Siria.
Un gobierno centralizado es uno de los temas de discusión de los diálogos de Astaná. Sin embargo, esto no se ve posible por varias razones. La primera, el régimen no tiene la capacidad para controlar todo el país en la era post-Daesh ya que no tiene los suficientes recursos humanos, ni el apoyo financiero. Adicionalmente, el régimen enfrenta dificultades cuando se trata de ejercer control sobre las fuerzas militares. Por ejemplo, las Fuerzas de Defensa Nacional (NDF), una milicia formada con el apoyo del ejército sirio, se ha enfrentado con la Armada Árabe Siria. Las NDF están vinculadas con Irán. Por otra parte, los oficiales de las NDF disfrutan de cierto grado de autonomía y pueden tomar sus propias decisiones en su zona de influencia. Por estas razones, crear administraciones descentralizadas basadas en el poder compartido entre varios actores parece más razonable que tratar de crear un gobierno centralizado.
Esto no es solo cierto en Siria. Establecer administraciones descentralizadas se ha convertido en una fuerte tendencia en la era post Primavera Árabe. La búsqueda de un nuevo orden regional llama a esto. El régimen también está advertido sobre esta situación. No hace mucho tiempo, Walid Muallem, el ministro de asuntos exteriores del régimen dijo que la autonomía de los kurdos era negociable y podría ser un tema de discusión con la población kurda.
Nuevas preguntas emergen en este punto: ¿Cómo las administraciones descentralizadas pueden formarse en Siria? Cuáles actores estarán involucrados en el proceso? ¿Cuáles actores gobernaran que áreas? ¿Cuáles criterios serán tomados en cuenta para crear esas administraciones? ¿Respetarán actores armados la estructura demográfica? ¿Veremos administraciones basadas en étnicas o sectas o no? Las respuestas de estas preguntas no están claras aún.
El futuro de los actores armados no estatales en el país
Seguramente, uno de los mayores retos que los actores sirios enfrentan en la era post-Daesh es el futuro de los actores armados del país. De hecho, nadie sabe cuál es el número exacto de grupos. El problema de integrar a esos actores en el sistema político no promete un proceso fácil.
¿Cuáles actores armados no estatales jugaran un papel importante en el futuro de Siria? ¿Cuáles actores deben estar controlados y cuáles no? ¿Estarán los actores sirios comprometidos con algunos grupos armados? ¿Cuáles actores armados serán eliminados?
Esas preguntas son difíciles de responder. Podemos decir, por ejemplo, que con algunas facciones dentro del Ejército Libre Sirio (FSA) es fácil negociar o comprometerlas con un fin. Este, sin embargo, no es el caso de los grupos armados no estatales que tienen una ideología Jihadi transnacional. Este reto seguirá siendo un tema de debate en la era post-Daesh. En esta era, la voluntad de los actores armados no estatales de aceptar procesos políticos será el principal criterio en el proceso de integración.
Adicionalmente a esto, algunos de esos actores como el bloque chií apoyado por Irán, así como las SDF, serán un gran reto para Siria en el próximo periodo. En este punto, los actores armados no estatales se han vuelto muy importantes para alcanzar un nuevo orden regional. Además, estos deben su existencia a poderes como Irán y EEUU y actuarán según los intereses de sus patrocinadores.
Futuro de los combatientes extranjeros
Otro problema importante en Siria son los combatientes extranjeros. La cantidad se expresa en miles. Es difícil poner una cifra exacta sobre aquellos que se unieron a la guerra desde el exterior. Sin embargo, el Departamento de Estado de EEUU estimó que el número excedía los 40.000 a mediados de 2016. Estas cifras pueden ser caracterizadas en tres grupos: combatientes suníes, combatientes chiíes, y combatientes occidentales, seculares y en su mayoría, de izquierda.
Muchos de los combatientes suníes luchan en grupos radicales yihadistas como Daesh o Hay’et Tahrir al-Sham (HTS). Irán, de otro lado, ha reclutado a decenas de miles de los más sectarios combatientes extranjeros de diferentes países incluyendo Afganistán y Pakistán. La excusa para hacerlo es que están “protegiendo los santuarios chiíes en Siria”. También ha puesto a estos combatientes en nómina y los envía a zonas de guerra y además están luchando junto al régimen.
Los medios internacionales generalmente se centran en los combatientes extranjeros voluntarios dentro de las facciones de oposición, pero la presencia de combatientes chiíes yihadistas no debe ser ignorada. Igualmente, los extranjeros seculares luchan en su mayoría en las filas del SDF.
Otro punto importante que debe enfatizarse con respecto a la postura de la comunidad internacional hacia los combatientes chiíes es que no los considera una amenaza, ya que se cree que Irán tiene el poder de enviarlos a sus propios países. Sin embargo, no debe olvidarse que estos combatientes bien equipados y preparados pueden representar una mayor amenaza para el resto del mundo. Más aún cuando tienen un sentimiento de culpa por la situación que han ayudado a dar forma en Siria. Irán podría usar a esos combatientes para moldear la política y aumentar su influencia en Siria.
Detrás de esto, la mayoría de estos combatientes no tienen en cuenta las dinámicas locales, lo que crea rabia y odio hacia ellos entre la sociedad civil. La mayoría no va a regresar a sus hogares y si lo hacen, pueden enfrentar condenas en prisión u otras formas de castigo como el aislamiento social. Sin embargo, no les será posible permanecer en Siria tampoco. Por lo tanto, para la mayoría de estas personas, la lucha parece ser la única opción. Este problema ha sucedido antes en diferentes zonas de conflicto como Bosnia-Herzegovina, Chechenia y Afganistán, por nombrar algunos. La mayoría de los combatientes que lucharon en estos países se vieron obligados a abandonar las zonas de conflicto a raíz de la crisis. Por ejemplo, en el caso de Afganistán, aquellos combatientes que no podían regresar a sus países, buscaron refugio en las montañas del país. En el caso de Siria, sin embargo, la situación es más complicada. En primer lugar, la oposición se encuentra en una situación muy desfavorable en términos de protección y mucho peor los combatientes extranjeros en su seno. Es más, algunos de estos combatientes tienen familias en Siria y esto hace que la situación sea más frágil y complicada.
El problema de los combatientes extranjeros no es particular de Siria. Es internacional. Lo que hace que el caso sirio sea diferente en estos días es que está lidiando con sus consecuencias. Por lo tanto, la comunidad internacional también debe pensar en este problema. La evolución de este proceso será un problema muy grande para los actores sirios que quieren participar en la era post-Daesh.
Crear identidad nacional
Dado el nivel de destrucción en Siria, podemos decir que es difícil para los actores sirios llegar a un consenso y unificarse bajo una sola identidad nacional; a saber, ser 'sirio' como una identidad general. Antes de la guerra, hubo identidades regionales formadas alrededor de pertenecer a los principales centros urbanos como Alepo o Damasco.
Pero ahora es probable que emerjan cada vez más identidades regionales, étnicas y sectarias. En primer lugar, las fronteras serán controladas por los actores que realmente pelearon en el campo de batalla. En segundo lugar, la guerra ha quedado grabada permanentemente en la memoria social del pueblo sirio. Además de esto, la destrucción del país de manera tan brutal ha alimentado las hostilidades y aumentado las tensiones entre los diferentes segmentos del público.
Aunque las personas no se recuperarán fácilmente de las heridas de la guerra, los actores sirios definitivamente deben considerar la creación de un programa de rehabilitación para sanar estas profundas heridas. La pregunta se plantea aquí: ¿qué tipo de programas de rehabilitación podrían proporcionar? Esto también está esperando una respuesta.
Desafíos de reconstrucción
La reconstrucción de Siria será otro problema más en la era post Daesh. El costo de la reconstrucción de Siria se estima en US$ 300.000 millones. No está claro quién puede financiar una suma tan colosal. Muchos dudan de que los actores sirios alguna vez podrán obtener una financiación tan grande. Incluso si encuentran los fondos, surgirán otras preguntas. ¿Qué condiciones se tendrán en cuenta al transferir los fondos al país? ¿Por cuáles canales se transferirán? ¿Recibirá el régimen sirio los fondos directamente? ¿Estos fondos no fortalecerán el régimen?
En este punto es crucial evitar que el régimen sea el único actor que reconstruirá a Siria. Sinan Hatahet, miembro asociado principal del Foro Al Sharq, dice que los consejos locales en Siria deberían recibir apoyo. Se debe otorgar cierta autonomía económica a los consejos locales para evitar que el régimen cree un monopolio sobre los fondos. De esta manera, los fondos pueden transferirse a los consejos directamente sin enviarlos a través de Damasco. En cuanto a la transparencia, se debe crear un mecanismo para monitorear a quienes reciban estos fondos.
En general, los puntos y las preguntas antes mencionados son debates esenciales sobre los cuales los actores sirios, así como los regionales e internacionales, deben pensar detenidamente con respecto a la era post Daesh. No debe olvidarse que Siria será un lugar muy frágil. La estructura del Estado está arruinada y la población no recibe suficiente apoyo. Bajo las circunstancias dadas, parece muy difícil para el pueblo tener la oportunidad de crear su propia sociedad civil. Por lo tanto, Siria continuará brindando un terreno fértil para los movimientos radicales, a menos que estos desafíos se aborden de manera efectiva.
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