Los "chalecos amarillos" parecían determinados a volver a salir el sábado a las calles en Francia, en su quinta jornada de protestas, pese a las advertencias del gobierno, preocupado por nuevos disturbios y el impacto de las manifestaciones en la economía.
Este movimiento de franceses movilizados desde hace un mes a favor de una mayor justicia social y contra la política del gobierno, convocó nuevas protestas en París y otras ciudades de Francia el sábado.
Y esto pese a los anuncios del lunes del presidente Emmanuel Macron - que incluyen un aumento del salario mínimo en 100 euros - y los llamados a "suspender" las manifestaciones en un contexto de amenaza terrorista reavivado por el atentado de Estrasburgo, que dejó tres muertos el martes.
"¡No es el momento de rendirnos, debemos seguir!", exhortó el jueves uno de los iniciadores del movimiento, Eric Drouet, en un video en Facebook. "Lo que Macron hizo el lunes es llamar a continuar, porque comenzó a ceder y viniendo de él es inhabitual".
En Facebook, principal canal de movilización de este movimiento sin estructura, miles de personas respondían presente a los llamados a manifestar en el quinto sábado consecutivo de protestas.
"El terrorista fue abatido, ya no hay ningún obstáculo a manifestar. ¡'Chalecos amarillos' unidos el sábado!", se podía leer en uno de los grupos del movimiento en la red social. El autor del atentado en el mercado navideño de Estrasburgo (noreste), Chérif Chekatt, fue abatido por la policía el jueves por la noche.
No obstante, después de cuatro sábados de protestas, de los cuales tres degeneraron en violencia con barricadas en fuego y saqueos en comercios, algunos están a favor de una tregua.
La asociación Robin des Bus, que llevó en sus autobuses a "chalecos amarillos" del norte de Francia a París, canceló los viajes previstos para el sábado. Es una muestra de que los manifestantes "no tienen intenciones de ir a París", declaró a la AFP su presidente, Thibault Vayron.
- Miedo por la violencia -
Después del atentado en Estrasburgo, se han alzando varias voces para pedir que cesen las protestas.
El pasado sábado, 136.000 personas salieron a manifestar en toda Francia, según cifras del ministerio del Interior. Esa jornada se saldó con un número récord de detenciones (cerca de 2.000), más de 320 heridos y daños materiales importantes en varias ciudades, como París, Burdeos y Toulouse (suroeste).
"Preferiría que las fuerzas del orden hagan su verdadero trabajo, es decir perseguir a los criminales y disminuir el riesgo terrorista en lugar de estar en los piquetes en las rotondas", declaró el viernes el ministro del Interior, Christophe Castaner.
Asimismo, una figura del partido conservador, Xavier Bertrand, expresó su preocupación sobre "nuevas escenas de violencia". "Cada vez que los 'chalecos amarillos' quieren manifestar, otros llegan detrás de ellos (...) y destruyen todo".
Frente a este riesgo, París anunció un importante dispositivo policial para el sábado. 8.000 policías y 14 vehículos blindados estarán desplegados en la capital, al igual que la semana pasada.
Seis personas han muerto y cientos han resultado heridas en accidentes relacionados con los bloqueos y manifestaciones que comenzaron el 17 de noviembre.
La cólera se ha propagado a otros sectores, incluyendo los estudiantes y los agricultores. El segundo sindicato francés, la CGT, llamó a manifestar el viernes para exigir un aumento de los salarios.
Las nuevas protestas preocupan a los comerciantes, que se han visto afectados por esta revuelta que surgió en pleno período de fiestas de Fin de Año.
"¡Es dramático! Diciembre representa normalmente el 25% de mis ventas", lamenta Anne Sicher, dueña de una tienda de accesorios en Burdeos.
"Manifestaciones que degeneran, transporte paralizado, y ahora la amenaza terrorista" son para esta enfadada comerciante los factores que "socavan el ambiente festivo de la Navidad, e impiden que la gente haga sus compras con toda serenidad".
La economía francesa ya se ha visto afectada. La actividad del sector privado cayó en diciembre a su nivel más bajo en dos años y medio, según un índice provisional publicado por IHS Markit.