Claro oscuro es el balance de la guerra contra el terrorismo que emprendió Estados Unidos en respuesta a los atentados del 11 de septiembre (11S) que aunque ocurridos hace 21 años permanecen en la retina global y que llevaron a un giro radical en la política exterior norteamericana.
En entrevista con EL NUEVO SIGLO, el internacionalista Emerson Forigua, explicó que la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán, el último día de agosto del año pasado, fue una de las grandes derrotas de esa política exterior iniciada hace más de dos décadas, puesto que el centro de la ofensiva antiterrorista fueron los talibanes, que en su momento fueron los protectores del jefe de Al Qaida, Osama Bin Laden, ideólogo de los ataques del 11S posteriormente abatido una década después de los mismos, en su escondite en Pakistán.
Dar de baja a la cabeza del temido líder terrorista, así como a dos de sus sucesores, han sido los mayores aciertos en esta denodada lucha contra el mal.
EL NUEVO SIGLO: Han pasado 21 años desde el atentado del 11 de septiembre. ¿Estos ataques cómo reconfiguraron la geopolítica?
EMERSON FORIGUA: Lo más importante que trajeron los atentados del 11 de septiembre para el mundo, es que hubo una transformación en la dinámica de la política exterior norteamericana, que en su momento se conoció como la Doctrina Bush, y que posicionó una serie de comportamientos nuevos por parte de Estados Unidos en el sistema internacional. El concepto que predominó en la agenda de política exterior fue el de las guerras preventivas-reactivas, de atacar una amenaza antes de que se concrete y lo que llevó al país a entrar a Irak.
En el contexto posterior al 2001 también vimos por parte de Estados Unidos la voluntad de actuar unilateralmente, cuando fuera necesario y eso es algo que constatamos durante la primera década de la guerra contra el terrorismo. Y vimos también un ejercicio norteamericano de afianzar su hegemonía, la primacía de los Estados Unidos en el sistema internacional y el objetivo de George W. Bush redireccionado de su padre y presente en la administración Obama, de promover la democracia y el liberalismo; los valores occidentales. Esos fueron cuatro componentes de la Doctrina Bush que sí implicaron un cambio del sistema internacional, pues todos los países se alinearon, algunos con más convencimientos que otros. Pero todos se alinearon con estos cuatro ejes para enfrentar la amenaza terrorista.
ENS: ¿Esta política exterior ideada por Washington después del 11S, ha funcionado?
EF: Hay resultados con aciertos y desaciertos desde el punto de vista norteamericano. Al analizar con detalle el discurso de Joe Biden del 16 de agosto, en el que explicó la retirada de Estados Unidos de Afganistán, él mencionó como aciertos el hecho de que lograron debilitar significativamente a Al Qaeda en la medida en la que no pudo utilizar a Afganistán como una base desde la cual pudiera atacar territorio norteamericano y de aliados.
También mencionaron como un éxito el hecho de que lograron ubicar y dar de baja a Osama Bin Laden, una búsqueda muy larga y que fue uno de los objetivos más visibles contra el terrorismo. Y el presidente Biden también mencionó que en estos 20 años han desarrollado unas capacidades antiterroristas de largo plazo para trabajar con sus aliados y enfrentar las amenazas que pudieran surgir, sobre todo de oriente.
ENS: ¿Y qué desaciertos ha tenido?
EF: En donde no les fue tan bien, y en donde los resultados fueron más cuestionables, tenemos que parte de todo el ejercicio de guerra global contra el terrorismo estuvo ligado al fortalecimiento de la democracia y la construcción de libertades en varios lugares del mundo, pero ese fue un tema que no avanzó.
En la administración Obama, si uno recuerda el tema de las primaveras árabes en países con dictaduras prolongadas que se iban a mover hacia la democracia, lo que vimos fue que se convirtieron en unos gélidos inviernos y el tema de posicionar la democracia en Medio Oriente no avanzó.
El discurso de George Bush sostenía que Irak sería la cabeza de playa para el ingreso de la democracia y escuchamos intenciones similares en Libia, Siria, Yemen y Egipto, pero esos países no se movieron hacia democracias. Por el contrario, algunos se sumieron en guerras civiles absolutamente brutales y en muchos de estos escenarios vimos el resurgir de una amenaza terrorista, incluso en versiones mucho más radicales de las que vimos en Al Qaeda como el Estado Islámico.
Hay un segundo cuestionamiento en el marco de la guerra contra el terrorismo, y es que en ese contexto se pusieron en marcha acciones que iban en contravía de la propia agenda de libertades y democracias que promovía Estados Unidos y sus aliados. Ahí hay que ver las infiltraciones que hicieron Julián Assange, Chelsea Manning y Edward Snowden. Mostraron violaciones manifiestas de los Derechos Humanos en operaciones encubiertas alrededor del mundo.
Y el tercer elemento fue el de la victoria de los talibanes en Afganistán, que fue algo así como el centro de la guerra contra el terrorismo. Regresó al poder, dos décadas más tarde, la organización que le dio paraguas a Al Qaeda para realizar los ataques del 11S y ese ha sido un cuestionamiento muy fuerte a la administración Biden por la forma en la que se realizó.
ENS: En estas dos décadas, ¿qué tanto se ha transformado el terrorismo internacional?
EF: Yo creo que ahí uno de los ejemplos que mejor mostró esa transformación entre lo que vimos el 11 de septiembre de 2001 y lo que estamos viendo ahora en algunas organizaciones terroristas, es que ellos innovaron en los procesos de radicalización de las personas. En eso el Estado Islámico fue muy dinámico, en tanto que hicieron uso de todas las herramientas de la cuarta revolución industrial como las redes sociales, para llegar a determinados núcleos poblacionales en cierto rasgo de edad (gente entrando a la adultez) y en determinados contextos socioeconómicos para cometer un acto terrorista.
Ahí hubo un cambio, porque si hay algo que se ha transformado en estos 20 años fue el entorno social producto de la cuarta revolución industrial y de eso se valieron las organizaciones terroristas en técnicas de reclutamiento. Hubo un paso de organizaciones supremamente horizontales con una cabeza clara, pero muchas de las organizaciones de hoy son mucho más celulares y sistémicas, y con fuertes vínculos trasnacionales entre sí. Esta sigue siendo una amenaza latente y están ahí. Lo que pasa es que en el contexto de la guerra en Ucrania están un poco desdibujados.