La medida, tomada el lunes por Washington, cerca al chavismo pero puede conllevar a un deterioro de las condiciones sociales y económicas de todos los venezolanos.
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TRAS EL anuncio de Donald Trump de congelar todos los activos del gobierno venezolano en Estados Unidos, las reacciones, a favor y en contra, no se han hecho esperar. El embargo, como se le denomina coloquialmente a esta medida, ha sido visto por algunos como un paso más para aislar al régimen chavista; mientras que otros han dicho que al final el pueblo venezolano es el que terminará más golpeado por la decisión de Washington.
Desde este lunes, la Casa Blanca decidió prohibir “que cualquier empresa norteamericana haga negocios con el gobierno venezolano”, aunque aclaró que “la mayoría de esas transacciones ya habían quedado impedidas en enero como consecuencia del reconocimiento de Juan Guaidó”.
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Los sectores que apoyan esta medida, entre ellos el presidente interino, Juan Guaidó, y la administración Trump, han dicho que es la única forma, sin usar la fuerza, para que Maduro no haga un uso ilegítimo de los recursos de los venezolanos.
Para John Bolton, asesor de seguridad de Trump, los embargos económicos han conllevado al fin de los regímenes dictatoriales o al menos a una leve apertura democrática y económica. “Funcionó en Panamá, funcionó en Nicaragua una vez, y funcionará allí nuevamente, ¡y funcionará en Venezuela y Cuba!”, explicó el funcionario, conocido por su larga trayectoria como colaborador de gobiernos republicanos.
Al igual que Bolton, la dirigencia opositora, encabezada por Guaidó, ha destacado que la medida es una de las formas más efectivas para lograr un descalabro en el círculo de Maduro. “Es fundamental tener presente que la dictadura no cuenta con apoyo popular, sino de una estructura cuya fidelidad se mantiene a punta de dinero saqueado a la República. Esta acción busca proteger a los venezolanos”, escribió el Presidente Interino.
Aunque varios sectores han dicho que el embargo aplica a todo el país y no le apunta directamente, como anteriores medidas, a los chavistas, líderes opositores han hecho énfasis en que su objetivo es “la dictadura”. “Protege nuestros activos en el exterior de cualquier toma judicial o deuda. Es decir, Crystalex, los bonistas, etc. no podrán tomar Citgo y demás”, escribió Freddy Guevara, dirigente opositor, quien además destacó que: “Aquellos que la sostienen, beneficiándose del hambre y del dolor de los venezolanos, acaban de recibir un golpe certero en sus negocios con la dictadura”.
Críticas
A pesar de que la medida exceptúa al sector privado y enfatiza que no aplica para los sectores de alimentos y medicina, algunos expertos venezolanos han explicado que sus efectos serán perjudiciales por la desconfianza que genera para efectuar transacciones con el sector privado venezolano.
Francisco Rodríguez, economista con Phd en la Universidad de Harvard, en Twitter, ha dicho que la medida dificulta la “importación de todo tipo de bienes, y reducirá aún más las exiguas exportaciones petroleras del país. Profundizará la crisis económica venezolana, sin necesariamente debilitar al régimen”.
En efecto, en menos de 24 horas de aplicadas las sanciones, algunas empresas –no norteamericanas- han decidido suspender sus transacciones con Venezuela por miedo a ser sancionadas. SEDO, de Alemania, dedicada a la compra-venta de dominios en Internet, anunció que dejaba de prestar sus servicios “porque el sistema financiero de Estados Unidos lo considera de alto riesgo”.
La huida del capital extranjero, ampliamente afectado por las medidas de los chavistas, no es la única preocupación frente al embargo. Aunque han quedado estipuladas dentro de las excepciones, las medicinas y los alimentos suelen tener problemas de distribución y acceso cuando se aplican este tipo de sanciones, como han demostrado las experiencias de otros países.
Precisamente, tres países han demostrado que la efectividad del embargo no suele ser la esperada. Luego de 50 años, el régimen de los Castro sigue vigente en Cuba pese a la imposición hace medio siglo de esta medida por Estados Unidos. Aunque este es un caso atípico, otros países han demostrado que los regímenes dictatoriales no terminan necesariamente por este tipo de medidas. Este es el caso de Zimbabue, que, tras 30 años de un embargo impuesto contra el dictador Robert Mugabe, finalmente fue derrocado por el pueblo.
Mientras este tipo de medidas recrudecen las condiciones económicas y sociales, las dictaduras, en varios casos, han sacado provecho político para reforzar su ideología, culpando a los Estados Unidos de ser el responsable de las dificultades por las que pasa el pueblo. Ya pasó en Cuba, Irán y Zimbabue, y Venezuela, hoy embargada, parece ir por el mismo camino.
El chavismo, adicionalmente, cuenta con una red de aliados que, como a Irán, le permiten subsistir, teniendo acceso a bienes y recursos. Rusia, China y Turquía han demostrado lealtad a Maduro y su círculo, pese a los llamados de la comunidad internacional para que cesen su apoyo.
Desde Moscú, Konstantin Kosachov, senador ruso, calificó el embargo como una medida que “contradice totalmente las normas fundamentales del derecho internacional, incluida la Carta de la ONU, y las obligaciones internacionales de EE.UU., particularmente las contraídas con Venezuela”. “Los estadounidenses no tienen reparo alguno desde hace tiempo, sabido es que se apegan al principio de la extraterritorialidad y la supremacía de sus leyes sobre el derecho internacional”, concluyó.
En 2019, Washington ha impuesto sanciones a más de 100 individuos y entidades, que incluyen la estatal petrolera Pdvsa, el Banco de Desarrollo de Venezuela y el Banco Central de Venezuela (BCV).
Poco a poco Estados Unidos ha ido aumentando el nivel de las sanciones contras Maduro, ya que las alternativas para lograr una transición pacífica en Venezuela se empiezan a agotar. Aunque son claras sus desventajas, el embargo parece ser una de las pocas que quedan.