Dentro de las medidas hostiles que suele adoptar el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de forma constante, una alteró la semana pasada el mundo académico. Quitarles la visa estadounidense a todos los estudiantes extranjeros si las clases se mantienen de forma remota y no presencial.
La decisión afecta a dos tipos de visados de estudios, que se clasifican en F y M. Los F para los que están viviendo en Estados Unidos y los M para los que realizan estancias o asisten por temporadas a sus clases.
Para inicios de 2020 aproximadamente un millón de estudiantes extranjeros cursaban sus estudios en Estados Unidos. Sólo en 2019 se otorgaron 398.500 visados de estudio. Se calcula que del millón de estudiantes, 550 mil proceden de China e India. Según la información facilitada por (Nasfa) Asociación de Educadores Internacionales los estudiantes dejaron en 2017 en el país del norte 36.990 millones de dólares al año y son una fuente de ingresos importante de las universidades estadounidenses.
El argumento para negar los visados recae en una regla y es que los visados no se pueden otorgar si las clases son online. Ahora que la pandemia hizo que las clases se tornaron remotas, se emitió la orden para inmigración de eliminar los visados. La noticia tomó por sorpresa a los estudiantes, muchos de ellos siguen en Estados Unidos y ahora la situación es de incertidumbre. Parece que la pandemia se ha vuelto un pretexto para imponer medidas en contra al derecho de la educación y se aprovecha el caos para vetar a estudiantes que como se enunció arriba en su mayoría son chinos e indios países con los que Trump tiene recelo. De igual forma el tercer grupo lo componen los estudiantes latinos.
Pero lo que sucede en Estados Unidos no es la única situación. La crisis del Covid parece no tener fin. En Colombia el incremento de casos y muertes no se ha detenido y parece no alcanzar la curva, mientras que en otros países se reducen los contagios, la situación de incertidumbre se extiende en el país y surgen movimientos que se oponen al regreso de clases de los escolares, a pesar que se ha visto que los niños son el grupo poblacional de menor riesgo.
De igual forma, la mirada sobre las clases remotas aplica a situaciones similares a las de Estados Unidos, aportantes a programas de becas que consideran que si se estudia en casa no se requieren recursos para la supervivencia o reclamos por exigir descuentos y gratuidad como si los profesores no cobraran salario, el internet no costara, la preparación de programas y clases no tuviese dedicación y costo.
La pandemia no puede ser el pretexto para restringir el derecho a la educación, la movilidad estudiantil, las posibilidades de intercambio, el acceso a la misma educación. Hay que estar atentos para evitar que con el pretexto de prevenir los contagios se restrinjan los derechos a las personas y sobre todo desde este espacio el derecho a estudiar y aprender.